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Garaialde la emprende a mazazos contra la máquina en el exterior de su asador. :: Foto y vídeo: Iosu Onandia
«Si prohíben fumar no se llevan un duro»
Ley antitabaco

«Si prohíben fumar no se llevan un duro»

Un hostelero de Otxandio rompe a mazazos la máquina de cigarrillos de su asador en protesta por la ley antitabaco

SAIOA ECHEAZARRA

Miércoles, 5 de enero 2011, 11:56

A mazazos. Así acabó ayer con la máquina expendedora de su restaurante un hostelero de Otxandio en señal de protesta por la entrada en vigor de la nueva ley que prohíbe fumar en los bares, una medida que, en su opinión, repercutirá de forma negativa en su negocio. «Llevamos tres años en caída y esto ya nos remata. Si el Gobierno dice que no puedo fumar en mi propio local, tampoco se va a llevar un duro del tabaco que vendo aquí», manifestó con rabia Pedro María Garaialde, dueño del asador Gomilaz, tras 'destripar' literalmente la máquina ante su establecimiento.

«Es una demagogia que nos permitan vender cigarrillos inflados a impuestos pero que después prohíban fumar. Si quieren que la gente lo deje, que no aumenten los puntos de venta de tabaco como lo están haciendo en gasolineras y otros lugares, porque el fumador ya sabe dónde lo puede comprar». Garaialde, que ayer sustituyó la 'aizkora' con la que suele cortar leña en el patio de su negocio por el mazo, pretende que con esta acción otros hosteleros sigan su ejemplo y se rebelen contra la medida. «Mi asador tiene 35 ventanas y no es como una discoteca, donde hay menos ventilación. La ley debería ser más flexible y tomar en cuenta las condiciones de cada establecimiento», razonaba. «Podrían darnos alguna alternativa sin ser tan drásticos».

«Es deficitario»

Pasadas las doce del mediodía, la peculiar 'despedida' de la máquina comenzaba en el interior de este asador abierto hace 25 años cerca de la muga entre Vizcaya y Álava, a escasos kilómetros de Legutiano. «Querida maquinita, después de tantos años juntos llegó la hora del divorcio. Ya no me dejan tenerte aquí», bromeaba el gerente del local minutos antes de liarse a mazazos con la expendedora.

Tras colocarla ante la puerta, el hostelero la emprendió a golpes con ella hasta reducirla a un amasijo de hierros del que saltaron cables, pilotos y hasta monedas. Según este hostelero, «hay clientes que no conciben comer un buen chuletón o un besugo sin fumarse un puro después», por lo que la veda a la nicotina seguramente perjudicará sus ganancias. Garaialde asegura que «tener una máquina de tabaco en funcionamiento es sólo un servicio para el cliente que hasta resulta deficitario, ya que el Gobierno recauda un alto porcentaje por cada cajetilla mientras yo tengo que pagar la luz y activarla con el mando a distancia». Por ejemplo, «por vender diez paquetes de tabaco en un día saco 1,50 euros. Si a eso le sumas los gastos de mantenimiento, al final pierdes dinero».

Entre los restos del destrozo aparecieron los papeles de la licencia de la máquina, donde se especificaba el pago de la tasa al Comisionado del Tabaco. «Este año he abonado casi 200 euros, cantidad que me permitiría tenerla en funcionamiento durante tres años, pero me da igual. La última vez que hice cálculos entre lo que pagaba y lo que ganaba me salían números rojos».

El dueño del Gomilaz asumía así el llamamiento de la Federación de Hostelería del País Vasco a suprimir los puntos de venta automática de tabaco «para darle a Gobierno donde más le duele». «En Euskadi hay 7.000 máquinas expendedoras. Si todos los bares nos ponemos de acuerdo en quitarlas, tal vez los políticos tomarían nota del asunto».

«Adiós al café, copa y puro»

Como fumador, Garaialde sabe bien lo que cuesta abandonar «una costumbre que has llevado a cabo durante toda la vida. Adiós al café, copa y puro de la sobremesa. Todo eso se va a perder», lamentó, consciente de lo que eso supondrá a la hora de hacer caja. «Como me decía un cliente el otro día, estas cosas no pasaban ni con Franco». No obstante, su asador goza de una amplia terraza donde los adeptos al pitillo podrán aspirar humo durante los meses de verano. «El problema es en invierno. ¿Quién va a comer fuera con el frío que hace?». Todos estos impedimentos suponen, a su modo de ver, una absoluta «falta de libertad» para muchos empresarios como él. «Todo es prohibir y poner pegas a los hosteleros. Y esta ley es un ataque a los pequeños negocios».

No fue la máquina de este asador la única que ayer se llevó el camión de la basura. El propietario de otro bar, ubicado en el barrio de Zaramaga de Vitoria, también decidió deshacerse de la suya para protestar por una ley que ya ha causado diversos incidentes en otras ciudades españolas. Como el asador 'insumiso' de Marbella que se niega a cumplir la medida y cuyo propietario aseguró ayer que denunciará a dos policías por identificar a los clientes que fumaban dentro.

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