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MARÍA JOSÉ TOMÉ , MARÍA JOSÉ CARRERO
Jueves, 30 de diciembre 2010, 11:08
Doce y cuarto del mediodía. El grupo de apoyo a Ibai creado en Facebook cuenta lo que, desde hacía casi un mes, todo el mundo anhelaba y su familia aguardaba con el alma encogida. El niño de cuatro años había recibido el multitrasplante -duodeno, intestino, páncreas e hígado- que necesitaba con urgencia para seguir viviendo. Sólo unos minutos después, la edición digital de EL CORREO daba la noticia que, a continuación, recogía el resto de medios: la nueva lucha del pequeño de Arkotxa (Zaratamo) para adaptar su organismo a sus nuevos órganos, donados por una familia lusa que acababa de perder a un hijo pequeño. Frente a la fatalidad de una muerte tan prematura, la esperanza de mantener una vida. Dos caras muy distintas de una misma moneda. [ENVÍA TU MENSAJE DE ÁNIMO A IBAI]
El trasplante multiorgánico ha sido posible gracias a una donación procedente de Portugal, según confirmó el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, a este periódico. «Ante la dificultad para conseguir un donante en España, se extendieron las búsquedas más allá de nuestras fronteras. El milagro se produjo en Portugal: el país hermano con el que España mantiene una cooperación estrechísima en materia de trasplantes nos ha hecho ver la luz al final del túnel, nos ha hecho creer que lo imposible no existe si hay fe y se pone por delante todo los necesario», añadió.
La intervención, llevada a cabo de madrugada, fue realizada por el equipo quirúrgico que dirige en La Paz el mejor especialista en trasplante infantil de España, Manuel López Santamaría. Pese a haber salido «perfecta» según los familiares, los especialistas del hospital madrileño declinaron ayer realizar ningún tipo de valoración. «Las primeras veinticuatro horas son críticas. El niño está en la Unidad de Cuidados Intensivos y hasta mañana (por hoy) no habrá parte médico», se limitó a decir un portavoz del complejo sanitario.
El multitrasplante ha llegado para Ibai justo cuando se cumplía un mes de la intervención que le realizaron en Cruces. El 29 de noviembre, el niño fue operado para extirparle un extraño tumor, en concreto un teratoma embrionario enquistado en su abdomen desde el mismo momento de su gestación y que se había desarrollado hasta pesar 700 gramos. Tres días después, como la fiebre no remitía, los especialistas de Cruces aconsejaron su traslado urgente a La Paz.
Madrugada del 3 de diciembre, Un temporal azota la Meseta. Ibai viaja a Madrid en ambulancia. En otro vehículo, sus padres, Javier y Susana, se abren camino entre la nieve en una carrera contra la infección que amenazaba la vida de su hijo. Lo consiguieron. Ibai aguantó el «infernal viaje». Esta fue su primera victoria.
«Accidente quirúrgico»
La segunda, la libró en la Unidad de Cuidados Intensivos donde ingresó para estabilizarle porque no le funcionaban varios órganos vitales. ¿El motivo? «Un accidente quirúrgico», en palabras de López Santamaría, durante la operación en Cruces había dejado sin irrigar parte de los sistemas digestivo e intestinal. Para asombro de los médicos, Ibai superó otra prueba. Recuperó fuerzas para someterse a una segunda intervención, en la que le quitaron las partes necrosadas (muertas) de los órganos afectados. Al término, La Paz comunicó que el niño necesitaba cuatro órganos.
A partir de ese momento, han sido dos semanas de angustiosa espera porque no es fácil conseguir donantes infantiles por la mera razón de que no es normal que mueran niños. «Es un angelito que lucha como un jabato», decía el cirujano madrileño. Y ha luchado tanto que ha llegado a estar del todo consciente e, incluso, un poco enfadado. «¿Cuándo nos vamos a casa?», preguntaba el martes a sus padres.
Ese mismo día por la tarde, el coordinador de Trasplantes de La Paz, Santiago Yus, comunicó a Javier y Susana que existía la posibilidad de un trasplante. Ya había un donante, pero era preciso estudiar antes si era compatible. Así que comenzaron a preparar al niño. Le abrieron una vía subcutánea para evitar posibles infecciones. A las once y media de la noche llegó el plácet. Ibai volvió al quirófano. El trasplante multiorgánico comenzó a las tres de la madrugada y finalizó a las nueve y media. Seis horas y media de trabajo extenuante para cirujanos y enfermeras. Seis horas y media de temor y esperanza para los padres. La intervención ha salido «perfecta», dice la abuela. Pero hay que esperar. Este pequeño 'jabato' tiene aún que librar nuevas batallas.
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