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J. GÓMEZ PEÑA
Lunes, 27 de diciembre 2010, 09:32
Hace un tiempo ya, ser ciclista parecía una actividad clandestina. José Antonio Momeñe era un chaval de posguerra al que en casa no dejaban perder el tiempo en el ciclismo. Dos piernas para la bicicleta eran dos brazos menos para trabajar en el campo, en la huerta familiar del barrio de La Cuesta, al aire salino de La Arena. Pero no hizo caso y se hizo ciclista entrenándose a escondidas. Desde La Cuesta partió para rozar el triunfo en el Tour de Francia de 1966 -acabó cuarto- y para ser líder ese mismo año de la Vuelta. Hoy, el mundo del ciclismo despide al vizcaíno que pudo ganar el Tour, fallecido en el hospital de Cruces la víspera de la pasada Nochebuena a los 70 años. El funeral es hoy a las cinco en la iglesia San Román, en La Cuesta (Zierbena), donde todo comenzó siete décadas atrás.
«Empecé a trabajar antes de tiempo», recordó Momeñe en abril en una entrevista con EL CORREO. A los 13 años ya pedaleaba hasta un taller mecánico de Somorrostro para ganarse el jornal. También en bicicleta se trasladaba a diario a su segundo trabajo, en un taller de Bilbao. Y, al acabar la tarea, regresaba hasta La Cuesta dando un rodeo por Amorebieta y Sollube.
Pronto, sus piernas destaparon el talento: ganó carreras en Barakaldo, Plentzia, Elorrio... Momeñe amplió fronteras: arrancaba de madrugada en bicicleta hacia Santander; allí corría, vencía, cobraba el premio y regresaba a casa de noche, también sobre pedales. Menudo, fuerte, rápido y astuto, el vizcaíno fue seleccionado para los Juegos de Roma. Dos años después debutó con el KAS en el ciclismo profesional y ganó la Vuelta a Andalucía.
Su año fue 1966. Llegó a ser líder de aquella Vuelta a España. De esa temporada, también, es su lamento. Por el Tour que se le escapó. Momeñe, según cuentan los ciclistas de aquella época, pudo haberlo ganado, pero el KAS se desgastó en la lucha por la clasificación de escuadras. Acabó cuarto, a cinco minutos del ganador, Lucien Aimar.
Esta tarde, el pelotón de los ciclistas olvidados dirá adiós a uno de los suyos. Al corredor del KAS, el Fagor y el Werner. Al vencedor de etapas en el Giro, la Vuelta y el Tour del Porvenir, y de carreras como la Clásica de los Puertos, el Gran Premio de Llodio o el Circuito de Pascuas. Y también al chaval que salió a escondidas desde La Cuesta para convertirse en el vizcaíno que pudo haber ganado el Tour.
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