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DAVID GUADILLA
Domingo, 26 de diciembre 2010, 11:43
Pocas veces una frase lanzada en un cóctel navideño ha generado tanta expectación. Fue el pasado lunes. Su autor, José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno dijo que ya había decidido su futuro, pero que solo lo sabían su esposa, Sonsoles Espinosa, y otro miembro del partido. Con todas las encuestas en contra, casi en caída libre, y decidido a tomar más medidas impopulares -la próxima, el retraso en la edad de jubilación y la rebaja de las futuras pensiones-, sus palabras sonaron a despedida; a anuncio de que no volverá a ser candidato electoral. Así lo han entendido destacados miembros del partido, incluidos los del PSE. Mientras, entre los 'barones' empieza a calar la idea de que Zapatero ya no suma en las urnas; es más, que se ha convertido en un lastre, en un líder abrasado por la crisis y el drástico ajuste que ha emprendido. Nadie lo dice en público, pero la sensación de que está a punto de cerrarse una era empieza a extenderse en las filas socialistas.
La frase del presidente sorprendió en el PSE, acostumbrado -al igual que el resto del PSOE- a los giros que ofrece su secretario general. Numerosos responsables del partido creen que esa declaración solo tiene un objetivo: preparar su retirada. «Tengo la impresión de que lo tiene decidido desde hace tiempo», afirma un destacado miembro del partido en Euskadi, quien personalmente da por hecho que Zapatero renunciará a presentarse, aunque no descarta una sorpresa de última hora. Con José Luis no se puede dar nada por seguro al 100%, explica. «Es muy suyo, le gusta tomar sus decisiones y marcar los ritmos», comparte un compañero del PSE, que también apuesta por su marcha. «La forma y el contexto donde lo dijo me hacen pensar que no volverá a ser nuestro candidato, pero vaya usted a saber».
Porque en este debate hay pocas certezas y muchas interrogantes. «Queda mucho partido. No nos volvamos locos», sostiene otro componente de la ejecutiva, quien apunta una teoría: la de que Zapatero haya querido jugar al despiste con sus compañeros. «No me extrañaría que todo sea una cortina de humo, que haya lanzado el balón a ver quién lo remata», argumenta.
Una tesis muy extendida y que explicaría por qué la mayoría de los dirigentes del PSOE ha eludido entrar en la polémica. Nadie querría dar el primer paso pensando que todo fuese una trampa de Zapatero para detectar a los primeros desertores. «La verdad es que José Luis es un retorcido de la pera. ¡A saber qué quiere provocar! Pero puede estar seguro de que tiene un objetivo y de que no es baladí», sostiene un dirigente del PSE.
Ya a principios de octubre, los 'barones' socialistas le presionaron para que aclarase si pensaba presentarse a la reelección o, por lo menos, para que diese un impulso al Gobierno. Varias semanas después remodelaba su Ejcutivo, ascendía a Alfredo Pérez Rubalcaba a vicepresidente primero -cargo que compatibiliza con el de ministro del Interior y portavoz- y recuperaba a Ramón Jáuregui. Pero el cambio no ha tenido el efecto buscado. El PSOE no remonta en las encuestas y la sensación de ciclo agotado es cada vez más palpable.
«A las duras y a las maduras»
Y está provocando movimientos insólitos. Por ejemplo, las críticas de Patxi Lazcoz a la gestión económica de Zapatero. El alcalde de Vitoria censuró el pasado miércoles el «incomprensible sometimiento» del presidente a los «especuladores financieros» y se desmarcó de las últimas madidas de ajuste. Una reflexión pública impensable hace apenas unos meses y que no ha sido acogida con demasiada satisfacción en la cúpula del PSE, donde se considera que una cosa es cuestionar alguna iniciativa concreta y otra «entrar a trapo». «Hay que estar a las duras y las maduras», apunta un responsable del PSE en alusión al interés que había por aparecer al lado de Zapatero cuando estaba en la cresta de la ola. Pero la época de los regalos, del 'cheque bebé', de las ayudas a parados y de los descuentos de 400 euros en el IRPF ha terminado. En estas Navidades, el líder al que antes nadie hacía sombra y con el que todo el mundo quería fotografiarse, ahora trae carbón.
Si los sondeos indicasen que el presidente del Gobierno cuenta con un amplio respaldo social, muchos creen que nada de esto hubiese ocurrido. Sin embargo, algunas encuestas sitúan al PSOE hasta 15 puntos por debajo del PP. Si no se adelantan, las próximas generales serán en marzo de 2012. Pero en mayo hay municipales y forales -en la mayoría de las comunidades, también autonómicas- y algunos dirigentes locales del PSOE empiezan a temer que Zapatero les arrastre en su caída.
En noviembre, el batacazo del PSC en Cataluña fue sonado. El otro granero de votos del PSOE tiene encendidas las luces de alarma: Andalucía, donde el PP está nueve puntos por encima y al borde la mayoría absoluta, un hecho sin precedentes en la historia. El escenario es similar en los ayuntamientos -muchos dan por perdida Barcelona, un feudo tradicional en las municipales, y Sevilla se tambalea-, mientras en comunidades como Castilla-La Mancha o Aragón los socialistas corren serio riesgo de quedar apeados del poder. Y, por supuesto, nadie se plantea recuperar los bastiones populares. A pesar de todos los casos de presunta corrupción, el PP tiene asegurada una victoria cómoda en Valencia. A lo sumo, algunos sueñan con quitarle la mayoría absoluta a Esperanza Aguirre en Madrid, un reto muy complicado.
Desmarques
El miedo a verse identificados con la gestión de Zapatero ha hecho que comiencen los desmarques. Aparte del de Patxi Lazcoz, también han querido distanciarse Tomás Gómez o José María Barreda, líderes del partido en Madrid y Castilla-La Mancha. En Euskadi, el lehendakari, Patxi López, sí ha mostrado sus dudas sobre algunas propuestas económicas específicas -por ejemplo, el retraso en la edad de jubilación-, pero no sobre la labor general del Gobierno central.
Quizá, porque el panorama vasco en unas elecciones municipales no está tan sometido a los vaivenes de la política nacional. En 2003, con el PSE todavía cerrando las heridas abiertas tras la marcha de Nicolás Redondo Terreros, con un PNV lanzado y con José María Aznar en La Moncloa, los socialistas vascos aguantaron el envite. Eso sí, a duras penas. «Es evidente que cuando al PSOE le va mal a nosotros nos perjudica, pero en unas locales influyen muchos más factores», subraya un alto cargo del partido.
Las encuestas inetrnas realizadas en las últimas semanas indican que el dibujo que saldrá tras los comicios locales del año que viene no diferirá mucho del de 2007. En la actualidad, los socialistas vascos gobiernan 18 municipios; entre ellos, los más poblados, salvo Bilbao y Getxo. Uno de los objetivos prioritarios es retener Vitoria, probablemente la ciudad vasca donde más afectan las tendencias generales. Con Aznar el alcalde fue Alfonso Alonso; con Zapatero, Lazcoz. Quizá ahí radica el motivo de por qué el actual regidor ha querido distanciarse del presidente del Gobierno.
Y si no es Zapatero, ¿quién será el candidato del PSOE? En este punto todas las miradas se dirigen hacia Pérez Rubalcaba. El ministro del Interior, vicepresidente primero y portavoz del Gobierno es el favorito. Aunque esta misma semana ha asegurado que «nunca» se ha planteado ser presidente, durante las últimas semanas está ejerciendo como tal en temas como el conflicto de los controladores o con visitas a las tropas en Afganistán.
Encabezar la lista del PSOE sería el último servicio de Rubalcaba al partido. A día de hoy, pocos creen en una victoria sobre el PP. La crisis económica está barriendo a la mayoría de los gobiernos europeos -Grecia, Reino Unido, Irlanda...- y España no tiene por qué ser una excepción. De lo que se trataría es de salvar los muebles.
Candidato alternativo
Rubalcaba es el ministro mejor valorado en las encuestas y serviría de puente para hacer una transición más profunda. Su candidatura serviría también para evitar que otros aspirantes con más futuro se quemasen en una misión imposible: ganar las elecciones. Presionado por la UE y los mercados, Zapatero se 'inmolaría' presentando las medidas más duras de ajuste social y Rubalcaba sería el 'apagafuegos'.
Pero no hay que descartar otras opciones. Zapatero no podría elegir 'a dedo' a su sucesor. Tendrían que ser los órganos internos del partido los que diesen el visto bueno. La posibilidad de que haya un candidato alternativo que obligue a realizar primarias está en el aire.
Rubalcaba concita un alto grado de consenso y nadie quiere abrir una guerra encarnizada antes de unas elecciones, pero algunos socialistas también consideran que los sectores a los que el presidente y su 'número dos' han taponado durante los últimos años tienen la oportunidad de vengarse. En el recuerdo lo sucedido en Madrid, donde Tomás Gómez se impuso contra pronóstico a Trinidad Jiménez, avalada Zapatero y el ministro del Interior.
Antes quedan las municipales. «Y como las perdamos de manera estrepitosa, no hay 'dios' que levante el partido», afirman desde el PSE.
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