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TXEMA IZAGIRRE
Martes, 21 de diciembre 2010, 03:38
A los vecinos del Puerto Viejo no les casan las barandas con el barrio. El divorcio por los elementos del mobiliario urbano llevó ayer al equipo de Gobierno a confirmar que cambiará en febrero las barandillas de acero inoxidable que suscitaron bastantes quejas, mientras que el PP salió a la palestra para criticar otras blancas recién instaladas en el mismo barrio y que tampoco convencen a los residentes.
Ya mucho dieron que hablar las primeras: las de acero que abarcan el tramo de la plaza y la zona baja del paseo. El PP se hizo entonces eco del malestar vecinal porque el diseño escogido suponía un impacto estético negativo en el coqueto e histórico barrio pesquero de Algorta.
La cuestión es que de las quejas de los residentes se pasó al debate político. Al final, el asunto trascendió a un pleno en octubre de 2009 que se saldó con un acuerdo entre todos los partidos para sustituirlas. Más de un año después la decisión sigue en el aire, aunque el equipo de Gobierno ha anunciado que pondrá para febrero unas similares a las que hay en Bilbao, en el acceso a las Torres de Isozaki desde el muelle.
«Una vez se reciban las nuevas se procederá a cambiarlas por las anteriores. Se primará el concepto de accesibilidad». Según informaron fuentes municipales, «el presupuesto es de 8.000 euros, porque serán de acero galvanizado. Aún falta definir si serán de color blanco o negro».
Romper la estética
Pero la historia puede repetirse en el otro punto, después de que el PP denunciara que «las nuevas barandillas rompen completamente con la estética de la parte alta del barrio». La portavoz popular, Marisa Arrúe, protestó porque los pasamanos desentonan «con la armonía urbanística. Mientras las farolas, vallas y otras barandillas son de color negro, las nuevas son blancas».
La elección de los elementos, decoración y mobiliario urbanístico hay que mirarlos con lupa en un barrio declarado Conjunto Monumental por el departamento de Cultura del Gobierno vasco y que es patrimonio histórico-artístico de Getxo. Por eso Arrúe tildó de «aberración» esta última elección. A continuación pidió seguir un criterio común «para una zona que presenta gran cantidad de escaleras y donde, por tanto, es necesaria la instalación de numerosas barandillas. Se debe seguir una línea uniforme que las integre en el entorno, y no optar por colocar todas distintas y de colores totalmente diferentes».
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