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MELCHOR SÁIZ-PARDO
Sábado, 11 de diciembre 2010, 11:45
El 30 de diciembre de 2006, ETA rompió sin previo aviso la tregua que había declarado en marzo de ese año volando el aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas y matando a dos ciudadanos ecuatorianos. Un día antes, José Luis Rodríguez Zapatero había mostrado su «convicción» de que en materia de la lucha contra el terrorismo «hoy estamos mejor que hace un año» y vaticinó «que dentro de un año estaremos mejor». Su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, había afirmado para entonces que el alto el fuego de ETA era «completo y real» y que hasta tres informes de verificación constataban que había abandonado toda actividad. Un optimismo difícil de entender a la luz de la información que habían transmitido las autoridades francesas.
La confianza del Ejecutivo de Zapatero no era compartida, ni mucho menos, por los mandos de la lucha antiterrorista de Francia, y así se lo advirtieron, al parecer de forma reiterada, al Gobierno español, al menos desde un mes antes de que estallara la furgoneta bomba en el aeropuerto madrileño. Los avisos y cautelas de las autoridades de París sobre la auténtica intención de ETA quedaron plasmados en un cable enviado por la embajada de Estados Unidos en París a Washington el 29 de noviembre de 2006 y que ahora Wikileaks ha sacado a la luz.
En ese informe, la legación en París informa de una reunión nueve días antes, el 20 de noviembre, entre los diplomáticos de Estados Unidos y Christophe Chaboud, jefe de la Unidad de Coordinación de la Lucha Antiterrorista (UCLAT), y por aquel entonces el mayor responsable del Ministerio del Interior galo en este asunto. Obviamente, para los norteamericanos el mayor interés era tener información directa sobre los movimientos de Al Qaida y sobre ello versó buena parte del encuentro. Las dos únicas excepciones al terrorismo islámico fueron el PPK (Partido Comunista Kurdo) y ETA, a la que el documento dedica todo un apartado propio.
La diplomacia de Estados Unidos deja claro desde el inicio el pesimismo galo. El epígrafe dedicado a España se titula: «ETA intensifica la actividad en Francia». Según la versión norteamericana, Christophe Chaboud explicó que los etarras «se han vuelto más activos en Francia en los últimos meses». Hablaba de 2006 cuando los terroristas estaban, se suponía, en tregua. Pero el jefe de la UCLAT fue más allá de acuerdo con el cable. «Chaboud dijo que está convencido de que ETA está ganando tiempo para negociar una tregua política mientras reabastece su arsenal de armas, vehículo y documentos falsos de viaje», apunta el télex, que entrecomilla una frase del alto funcionario galo: «He advertido a los españoles» (sobre esta reorganización)». Chaboud, acto seguido, garantizó que «seguiría informándoles (a los españoles) sobre los acontecimientos en el País Vasco francés».
Involucrar a París
El informe, clasificado como «secreto», incluye una nota explicativa elaborada por los servicios diplomáticos americanos, en la que se apunta que «recientes informes de prensa especulan que, además de la aumento de los robos, ETA quiere involucrar directamente a París en las negociaciones, algo a lo que los franceses se niegan por completo».
Siempre según la versión del encuentro de noviembre de 2006 que hace la embajada norteamericana en París, Chaboud «repitió la línea estándar de la política francesa sobre ETA». Esto es, «ETA es una cuestión doméstica española y no una cuestión política para Francia». No obstante, señaló a sus interlocutores estadounidenses que «existe un intenso diálogo operacional entre Francia y España sobre la actividad transfronteriza (de ETA)».
A la vista de los hechos, la información que la UCLAT pasó al Gobierno de Rodríguez Zapatero era totalmente acertada. Según la sentencia de la Audiencia Nacional -que el pasado mayo condenó a 3.120 años a los tres etarras responsables del atentado, Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián-, éstos, ya en septiembre de 2006 se reunieron en el monte Auza de Navarra, en la misma frontera con Francia, con los dirigentes de la banda Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', y Joseba Aranibar 'Basurde', quienes les ordenaron atentar contra el aeropuerto de Madrid.
El 24 de octubre de ese mismo año, un mes antes de la reunión entre Chaboud y los diplomáticos norteamericanos, ETA había robado 350 pistolas y revólveres en una armería de Vauvert, en las cercanías de Nimes.
Cuatro años después de las advertencias de la Unidad de Coordinación de la Lucha Antiterrorista (UCLAT), la situación es similar tras «el cese de actividades» que declaró la organización terrorista el pasado 5 de septiembre. Los mandos policiales franceses ya han advertido que, como entonces, recelan del alto el fuego y advierten que los terroristas tienen aún recursos económicos suficientes.
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