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MIKEL AYESTARAN
Jueves, 2 de diciembre 2010, 08:42
Shahla Jahed fue ahorcada ayer a primera hora de la mañana en la prisión iraní de Evin, donde había pasado los últimos ocho años de su vida tras ser acusada de asesinato. Antes de convertirse en el reo 146 que es ejecutado en la república islámica en lo que va de año, esta mujer de cuarenta años «rezó, rompió a llorar y pidió clemencia». Así lo relató la agencia oficial Irna, según datos de France Press. La horca fue el punto y final de la autora de un crimen pasional que conmovió a la opinión pública persa en 2002.
Algunas organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional intentaron, sin éxito, salvar la vida de Jahed hasta el último instante por considerar que la condenada no había contado con «un juicio limpio». La Justicia iraní dictó la sentencia de muerte en 2004 y en 2009 reabrió el expediente sin encontrar motivos para cambiar el veredicto.
La procesada había contraído matrimonio temporal con Nasser Mohammad Khani, una estrella del fútbol iraní en la década de los ochenta que posteriormente se convirtió en entrenador y llegó a dirigir al Persépolis, uno de los clubes más importantes del país. Las nupcias eventuales constituyen una fórmula de unión autorizada en el chiísmo, rama del islam que permite tener cuatro esposas legales y un número indeterminado de esposas provisionales con las que se firma un contrato por un tiempo, a cambio de una cantidad de dinero concreta.
Confesión rectificada
Aprovechando un viaje de Khani a Alemania, Jahed acudió al apartamento que el deportista compartía con su primera mujer, Laleh Saharkhizan, y la apuñaló hasta la muerte. Dada la popularidad de una figura como Khani, delantero que llegó a ser bota de oro de la Copa de Asia en 1984, el crimen tuvo gran repercusión en Irán. Jahed reconoció su culpa, aunque más adelante se retractó.
El abogado de la ejecutada, Abdolsamad Khoramshahi, contaba con la posibilidad de que la familia de la asesinada pidiera el indulto a las autoridades, pero no sólo no fue así sino que, según la página web khabaronline, citada por el diario 'The National', fue uno de los hijos de la víctima quien dio la patada final a la silla que sostenía el cuerpo de la condenada para consumar el ahorcamiento. Su ex marido también estaba entre los asistentes a la aplicación de la pena capital.
Jahed ha sido la última mujer ejecutada en Irán, pero su caso no ha tenido la repercusión mediática del de Sakineh Ashtiani, cuya situación se sigue en los medios internacionales desde el verano por su posible lapidación. Mohammad Mostafai, letrado de Sakineh y actualmente refugiado en Noruega, viajará a España el próximo miércoles para recibir un premio de un colegio de abogados. Mostafai tiene previsto asistir, además, a distintos actos organizados por la Asociación Pro Derechos Humanos de Irán e Iran Human Rights en los que explicará la situación de su defendida.
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