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Un joven descansa en un sofá instalado en plena calle, en una ciudad española. :: EL CORREO
Los jóvenes españoles ven la vida pasar
Informe 'Jóvenes españoles 2010'

Los jóvenes españoles ven la vida pasar

Abominan de la política, reniegan de la Iglesia y consideran que «por muchos esfuerzos que uno haga en la vida, nunca se consigue lo que se desea» Un informe retrata a una generación rendida que cree que va a vivir peor que la de sus padres

MARÍA ZABALETA mzabaleta@elcorreo.com

Jueves, 25 de noviembre 2010, 09:22

Desencantados del presente y pesimistas respecto al futuro. Los jóvenes del siglo XXI ven el vaso medio lleno y la vida de cualquier color menos rosa. Abominan de la política y reniegan de la Iglesia, no confían en la gente, su participación social es nula y tienen una cada vez menor conciencia ambiental. Y lo que es peor, uno de cada dos ha arrojado la toalla antes de cumplir siquiera los 25 porque «por muchos esfuerzos que uno haga en la vida, nunca se consigue lo que se desea».

Así es la opaca radiografía que reproduce la realidad sociológica de las nuevas generaciones según el informe 'Jóvenes españoles 2010' que la Fundación SM dio a conocer ayer. Y es que, después de entrevistar a 3.500 chicos de entre 15 y 24 años, los cinco sociólogos que firman el estudio lo tienen claro: estamos ante una generación, quizá la primera, que piensa que va a vivir peor que sus padres.

«Creen que no se puede cambiar nada», resume el profesor y coautor del informe José María González-Anleo. Y cargan contra la política, la Iglesia, las grandes empresas, los sindicatos, la Corona y el Parlamento español, por este orden. Su rosario de improperios hacia los políticos es demoledor: la imagen que el 71% tiene de ellos es «deplorable» y para casi seis de cada diez la actividad de quienes les representan no tiene nada que ver con ellos. «Los políticos buscan antes sus propios intereses o los de su partido que el bien de los ciudadanos» y «anteponen los intereses de las multinacionales, los bancos y los grandes grupos de presión a los intereses de los ciudadanos (66,7%). Solo el 1% de los encuestados opina que los hombres públicos tienen en cuenta sus ideas e inquietudes.

De izquierdas

Tecnológicos, ideológicamente más posicionados en el centro-izquierda (52,8%) que en la derecha o en el centro derecha, para los jóvenes del siglo XXI la Iglesia tampoco es santo de su devoción. Así, pese a que más de la mitad -el 53,3%- se declaran católicos confesos y a que para cuatro de cada diez las normas eclesiásticas «ayudan a vivir más moralmente» y «ofrecen al hombre un hogar espiritual y sinceramente religioso» (45%), una aplastante mayoría considera que la Iglesia es «demasiado rica (76%), que «se mete demasiado en política» (64%) y que tiene «una postura anticuada sobre la vida sexual de la gente» (75%).

Con todo, y a pesar de ese desencanto confeso hacia la política y la Iglesia, ni la una ni la otra figuran en su escala de preocupaciones, que encabeza el paro. No en vano, para el 45% de los jóvenes encuestados el desempleo es la principal amenaza de futuro, máxime cuando seis de cada diez piensan que la crisis «tendrá un impacto muy negativo» en su futuro profesional y personal. Le siguen la droga (33%), la vivienda (28,7%), la inseguridad ciudadana (23,6%) y el terrorismo (20%).

Frente a este desaliento llama la atención que esta generación de jóvenes de entre 15 y 24 años, «planificada, deseada y creíamos que satisfecha», se lleva «considerablemente mejor» con sus padres que otras anteriores. Es así porque el modelo democrático de familia está más extendido, el autoritario se ha estancado y el permisivo ha retrocedido «levemente».

La familia, lo primero

En este sentido, no extraña, por tanto, que la familia encabece su escala de valores, seguida de la salud, los amigos, la pareja, el dinero, el tiempo libre y el trabajo. Cuando discuten padres e hijos, lo hacen, sobre todo, por no preocuparse por los trabajos de la casa, por dinero, por querer levantarse «cuando apetece», por los estudios y por la hora de llegada cuando salen de noche. En otras ocasiones, también pelean por cuestiones relacionadas con la religión, por los amigos, «por pasarse con el alcohol» o por la hora en que llegan a casa, sobre las cuatro de la madrugada de media.

Este 'buen rollo' explicaría que la mayoría no tenga prisa por abandonar el nido. Consideran que los 27 años es la edad adecuada para emanciparse si previamente -eso sí- han encontrado un trabajo. Después, y tras un período de convivencia en pareja, el 55% se decanta por formalizar su relación de forma civil o religiosa. Ahora bien, mientras que el 38% reconoce su deseo de tener hijos -dos, en concreto, de media-, un porcentaje parecido, el 33%, no sabe o no contesta. Y es que «todas las formas familiares son válidas si con ello se consigue la felicidad».

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