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DAVID GUADILLA
Domingo, 31 de octubre 2010, 11:51
Demasiado entusiasmo puede frustrar todos los pasos que se han dado». Jesús Eguiguren apela a la prudencia a la hora de abordar los pasos que está dando la izquierda abertzale y el posible abandono de las armas por parte de ETA. El presidente del PSE, que desde hace meses viene insistiendo en que el fin del terrorismo está cerca y en que la antigua Batasuna ha apostado de manera definitiva por las vías políticas, quiere frenar la ola de «exagerado» optimismo que se ha levantado durante las últimas semanas. Todo va bien, subraya; pero, a su juicio, ni la banda anunciará de forma oficial un cese definitivo de la violencia -por lo menos, a corto plazo- ni la izquierda abertzale presentará su nuevo partido hasta que la organización dé muestras de que su actual alto el fuego es irrevocable. Un escenario que complica mucho la presencia de los radicales en las elecciones municipales y forales de mayo de 2011.
Lo más curioso de todo esto es que muchas de estas teorías, denostadas hasta hace apenas unas semanas, han sido asumidas por cualificados dirigentes políticos. Eguiguren es claro: «Llevo diciendo desde hace casi un año que iba a pasar lo que está pasando y algunos de los que me tomaban por un iluminado resulta que ahora me superan en optimismo sin tener todos los datos». «Quien piense que esto se va a acabar en dos días es que no entiende nada de este proceso. La izquierda abertzale ha apostado por dejar la violencia y lo va a hacer, pero vayamos paso a paso», afirma rotundo.
A mediados de junio, EL CORREO hizo público un documento en el que el presidente del PSE reflexionaba sobre los movimientos en la izquierda abertzale. Aunque reconocía que se trataba de un «tema delicado y arriesgado», se mostraba convencido de que había una apuesta sincera. Pero también sostenía que este proceso no era «irreversible» y que había que incentivarlo.
Para Eguiguren, «al mismo tiempo que se es tajante en la exigencia» de rechazo a la violencia, se debería «impulsar una incorporación a las instituciones de su representación política» y elaborar «una agenda o método de reinserción». O lo que es lo mismo, trabajar para que la izquierda abertzale esté en las instituciones y encontrar una solución al tema de los presos.
El texto se lo dio en mano a Patxi López, secretario general del PSE. Un día después apareció publicado. Las críticas al político guipuzcoano fueron feroces. Se le acusó de debilitar la lucha antiterrorista, de dar alas a los etarras... El propio lehendakari y otros cargos socialistas, como el consejero de Interior, Rodolfo Ares, afearon su actitud en público. La fractura llegó al PSE, provocando un escenario inédito en los últimos ocho años. En realidad, los reproches venían más por las formas que por el fondo porque, como sostenía entonces un compañero de partido, «está claro que, de esto, Jesús controla».
La bola de nieve
Han pasado cuatro meses. Y muchas cosas han cambiado. Sobre todo, durante las últimas semanas. Tres acontecimientos en orden cronológico: ETA declara un «cese de las acciones ofensivas», Arnaldo Otegi anuncia que la izquierda abertzale se desmarcará si hay un atentado y José Luis Rodríguez Zapatero pone la guinda diciendo que los pasos dados por los radicales no serán «en balde». A partir de ahí, la bola de nieve se hace gigantesca.
Un 'tsunami' de optimismo llega a la opinión pública. El propio Gobierno central traslada la sensación de que todo se está acelerando, de que el fin de la violencia llegará pronto. Mucho antes de lo que todos pensaban. A la ola también se suma el PNV. Su presidente, Iñigo Urkullu, sostiene que la izquierda radical puede estar en los comicios de 2011. «Si lo comparamos con la imagen de un reloj, la izquierda abertzale está a menos cinco», apunta en este periódico. Los más escépticos se suben al caballo del entusiasmo.
¿El motivo? Varios rumores y una sucesión de informaciones. La propia izquierda abertzale confirma que está redactando los estatutos de un nuevo partido. Al mismo tiempo se vaticina con que ETA emitirá en breve un comunicado y declarará otra tregua. Algunos especulan con que la dirección de la banda hubiese tomado a primeros de octubre la decisión definitiva de abandonar las armas, que este dato hubiese llegado a Madrid y que fue, a partir de ahí, cuando el optimismo se desbordó.
Pero, curiosamente, quienes hasta hace poco lo veían con más ilusión, ahora pisan el freno. Y no solo Eguiguren. La propia izquierda ilegalizada -Tasio Erkizia pidió ayer «prudencia»-, formaciones como Eusko Alkartasuna -que firmó un pacto con Batasuna-, Aralar -buena conocedora de lo que sucede en el entorno radical- o Lokarri muestran su asombro ante los últimos acontecimientos. Una frase empieza a generalizarse: «Todo esto se está desmadrando».
La teoría de todos ellos es que no hay cambios en la 'hoja de ruta': la izquierda abertzale ha apostado por la política, si hay un atentado se desmarcará de ETA y la mayoría de la banda también quiere abandonar la violencia. Pero el camino no es sencillo. «Ese mundo es muy lento a la hora de tomar decisiones», declara Eguiguren a EL CORREO.
Una demora que deja la puerta abierta a los riesgos. En este sentido, hay quien sostiene que dentro de la organización terrorista podrían haber surgido algunas resistencias al cambio. Por eso, el mensaje que se traslada es el de «prudencia» y mitigar el «entusiasmo», el «exceso de ruido».
La clave la da Eguiguren. Es factible que ETA emita algún comunicado, sostiene, pero no será definitivo. Como mucho, asumirá la declaración de Bruselas -en la que los mediadores internacionales le pedían una tregua «verificable»»- o la de Gernika, suscrita entre otros, por EA y Aralar. Y eso puede generar «frustración porque se están generando unas expectativas desmedidas». Es más: el presidente del PSE aventura que quizá nunca haya un comunicado final, un pronunciamiento en el que ETA diga que deja de matar. «Simplemente, un día nos daremos cuenta de que estamos en paz», opina. Por eso, la participación de Batasuna en las próximas elecciones se antoja complicado.
Aunque tanto la izquierda abertzale como EA sostienen que habrá una lista radical en las urnas, este deseo se topa con una realidad: la ley de partidos. Basicamente, la nueva formación tendría que desmarcarse de forma rotunda de la violencia y sus promotores ser ajenos a los grupos hasta ahora ilegalizados. Eso sí, no tendría por qué condenar el terrorismo.
Pero, aun así, muchos creen -entre ellos, Eguiguren- que quizá «no hay tiempo». «Para que la izquierda abertzale esté en las urnas se tiene que cumplir una de estas dos premisas: que se pueda verificar que ETA ha dejado las armas o que se compruebe que Batasuna se ha desmarcado de ETA. Y no creo que haya tiempo para ninguna de las dos».
Las «charlas casuales»
¿Cómo está tan seguro? El presidente del PSE nunca ha ocultado que, de vez en cuando, habla con la izquierda abertzale. Hace justo un año, reconoció a EL CORREO que había estado con Arnaldo Otegi a principios de 2009. «Charlas casuales», las definió. «Este país es muy pequeño y si te encuentras en la calle con alguien no le vas a dejar de saludar», sostenía Eguiguren, quien explicaba que al ex portavoz de Batasuna le había dicho que era imposible un proceso negociador a la antigua usanza, que ETA tenía que parar. «Luego ya hablaremos de las secuelas», afirmaba. Otegi, con quien el dirigente socialista comparte amigos comunes de Elgoibar, está encarcelado. Rufi Etxeberria se ha convertido en el principal referente en libertad de la izquierda abertzale.
¿Qué sucederá en los próximos meses? El pasado viernes, en ETB, rechazó ser un «profeta». Sin embargo, en el documento redactado antes de verano sostenía: «Batasuna primero empezará criticando la estrategia violenta, luego repudiándola, alguna vez condenándola según sea el atentado. Tampoco pedirá a ETA que deje las armas, sino que pare un tiempo o cualquier cuestión similar. ETA podrá plegarse o no a la situación. Y cuando se pliegue, puede atentar».
Según varias informaciones, el alto el fuego unilateral, permanente y bajo verificación internacional de ETA podría llegar antes del 10 de noviembre. Ese día está previsto que el abogado sudafricano Brian Currin presente publicamente a los cinco mediadores internacionales que certificarían la tregua. Uno de los nombres que se barajan es el de la ex presidenta irlandesa Mary Robinson.
Eguiguren no vería mal un gesto con los presos. Aprovechar el margen que da la política penitenciaria. No habla de amnistías, pero quizá sí de reagrupamientos. Y, sobre todo, de unidad. «Hay que sumar al Partido Popular y a Aralar». La formación abertzale ya suscribió la declaración de Gernika. Lo del PP es más complicado.
El pasado jueves, en mitad de un debate anodino en el Parlamento vasco, Eguiguren se levantó de su escaño y se acercó al de Antonio Basagoiti, situado junto a un pasillo. El presidente del PSE se sentó en las escaleras y empezó a hablar con el líder de los populares vascos. Le dijo que se creyese de verdad lo que está sucediendo, que no se deje arrastrar por la presión de Madrid.
A Basagoiti no se le veía cómodo. Una llamada a su móvil le 'salvó' y le permitió abandonar su escaño. No es extraño ver a Jesús Eguiguren intentando convencerle por el Parlamento. A día de hoy, no lo ha conseguido. Pero la relación entre ambos no es mala. De hecho, el dirigente socialista fue uno de los más firmes defensores del pacto con los populares.
Eguiguren no desiste. Está convencido de que todo el proceso debe liderarse desde el País Vasco. Y entran en juego Patxi López y el propio Basagoiti. Él insiste en que el lehendakari debe ir un paso más allá, trasladar un mensaje más optimista. Pero también reconoce que, en estos momentos de «nerviosismo, su mensaje está viniendo bien, Es difícil encontrar el punto justo». «Patxi y Antonio tienen que arriesgar más porque nadie en el resto de España tendría el valor de reprocharles nada». Los aludidos no lo tienen tan claro.
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