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Los guardias acusados de torturas niegan maltratos a Portu y Sarasola
Tribunales

Los guardias acusados de torturas niegan maltratos a Portu y Sarasola

Dicen ante el tribunal que les juzga que los dos etarras resultaron heridos al resistirse a su arresto

ANTONIO SANTOS

Martes, 26 de octubre 2010, 10:50

Un mismo relato exculpatorio. Los quince guardias civiles acusados de torturar a Igor Portu y Mattin Sarasola, etarras condenados a más de mil años por el atentado de la T-4, negaron ayer haber maltratado a los dos terroristas durante su detención el 6 de enero de 2008. Los agentes imputados, que participaron en el arresto o en los traslados desde el cuartel de Intxaurrondo a los registros en sus domicilios en Lesaka (Navarra), ratificaron ante la sección primera de la Audiencia de Guipúzcoa las declaraciones que ya realizaron en la fase de instrucción.

Todos coincidieron en que los etarras no recibieron golpes, ni patadas, ni codazos, y negaron que les hubieran trasladado a un paraje boscoso junto a un riachuelo para maltratarles, como sostiene la acusación. Atribuyeron las heridas de ambos a la «violencia desmesurada y extrema» y a la resistencia «grave y activa» que ofrecieron al intentar escapar de su arresto. Portu, además de varios hematomas, sufrió la rotura de una costilla, lo que le obligó a ser hospitalizado horas después de la detención. Sarasola también evidenció varios moratones en rostro y cuerpo. Los dos denunciaron haber sido torturados.

La primera sesión del juicio contra los quince agentes de la Guardia Civil se ciñó a lo previsto. Los imputados, algunos de los cuales comparecieron con pelucas y bigotes postizos, se ajustaron a un guión muy similar y se negaron a contestar a las preguntas que ejerce la acusación particular. Se enfrentan a penas que pueden suponerles cárcel. El fiscal, Jaime Goyena, centra su principal petición de condena en los agentes que tomaron parte en el arresto y custodia de Portu. Reclama para el sargento responsable del operativo y para un cabo tres años de prisión y dos años para otro cabo y un guardia. A otros seis miembros del instituto armado -dos tenientes, dos cabos y dos guardias- les exige una pena de diez días de localización permanente. Los abogados de los dos terroristas extienden la lista de imputados a cinco agentes más y elevan la solicitud de condenas a penas que van de los seis a los diecisiete años para los quince encausados.

La principal versión de lo ocurrido aquel 6 de enero de 2008, semanas después de que pistoleros de ETA asesinaran en la localidad francesa de Capbretón a dos guardias civiles, la ofreció el sargento responsable del arresto. En su declaración, que fue ratificada por el resto de compañeros, relató cómo todos ellos abandonaron el cuartel de Intxaurrondo a las nueve de la mañana distribuidos en cuatro vehículos todoterreno y dos coches camuflados. Al comenzar a recorrer los límites entre los municipios de Elgeta y Mondragón se fijaron en una pareja vestida con ropa de montaña que bajaba del monte y se dirigía hacia una furgoneta aparcada. Faltaba un cuarto de hora para las once de la mañana y al responsable del operativo le pareció «extraña» su presencia en la zona «a esas horas» y «en un día festivo», y recordó que un mes antes, en un paraje cercano aunque en territorio vizcaíno, se había detenido a un etarra.

Rodilla en el torso

El dispositivo se detuvo para identificar a los paseantes. Al tratar de comprobar la veracidad de sus carnés de identidad y cuando los agentes les pedían que abrieran sus respectivas mochilas, Portu echó a correr camino abajo. Un segundo después Sarasola hacía lo mismo cuesta arriba. El sargento y el cabo interceptaron al primero tras darle el «¡Alto a la Guardia Civil!», le placaron y se abalanzaron sobre él, agarrándole «de todos los lados» que pudieron. Portu, «alto» y «fuerte», se resistió, trató de zafarse y, según este relato, consiguió darse la vuelta. Al otro etarra también le alcanzaron dos agentes y, de igual forma, intentó revolverse. Uno de los guardias tuvo que clavar su rodilla en el torso para impedir que volviera a escapar mientras le colocaba los grilletes. Después de descubrir que en sus mochillas portaban dos revólveres y 50 casquillos de munición, les llevaron al cuartel de Intxaurrondo.

Por la tarde les trasladaron a Lesaka para que participaran en los registros de sus viviendas. Al final de la jornada, Portu ingresaría en la UCI de un hospital de San Sebastián por la fractura de una costilla. Sarasola fue conducido a la Audiencia Nacional, también con golpes en su cuerpo.

El resto de imputados profundizó en los detalles, manteniendo la versión oficial. Algún guardia aseguró, incluso, que él también había sufrido «erosiones» en codos y rodillas. Sólo algunos de los que participaron en el operativo apreciaron que los etarras mostraban zonas de su rostro «enrojecidas» o «amoratadas». Ninguno percibió que pudieran estar lesionados, para sorpresa del fiscal que mostró sus dudas de que alguien con un hueso roto no se quejara en ningún momento. Solo Portu, dijeron, dio sensación de cansancio durante el registro de su vivienda y pidió una silla.

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