

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
MARÍA TAPIA
Sábado, 25 de septiembre 2010, 04:35
«Tienes que ser optimista. Y recuerda que eres bienvenido a nuestra casa en Cambridge». Este es el consejo y la invitación que el veterano escritor Tom Sharpe ofrecía ayer al novelista Martin Amis mientras se dirigían al hotel Carlton. Acababan de conocerse, la primera edición del festival La Risa de Bilbao les reunió por primera vez en la capital vizcaína. Sharpe (Londres, 1928) ha cambiado mucho desde su última aparición en una televisión catalana hace poco más de un año. Parece cansado y ahora, además de su inseparable muleta, echa mano de una silla de ruedas. Su salud ha mermado notablemente. Sin embargo, el buen sentido del humor que siempre les ha caracterizado a él y a su obra sigue intacto, igual que su profunda y brillante mirada azul.
En el bar pide un café a la vez que enciende un larguísimo puro. Su esposa y su doctora personal le acompañan, pero se sientan en la mesa contigua. Es amable y observa curioso a cuantos le rodean, como si jamás hubiese visto un espécimen similar. De pronto algo atrae su atención sobremanera. Se trata de una mujer, que consigue sacar a flote su faceta de conquistador. Coge su mano y la besa embelesado al más puro estilo inglés. «Es usted hermosa», repite una y otra vez. Su esposa le mira sonriente.
«Este es mi segundo matrimonio. Cuando le pedí que se casara conmigo lo hice de la peor forma posible», confiesa sin previo aviso el autor de la exitosísima saga 'Wilt'. Cuando se percata de la grabadora de la periodista interrumpe el relato y se queda mirando el aparato con desconfianza. Se siente incómodo. Hay que apagarla y sacar libreta y boli. La historia de su proposición continúa... «La miré a los ojos y le dije: 'Mira, no estoy enamorado de ti, pero sé reconocer algo bueno cuando lo veo, y tú eres buena. No quiero seguir buscando y que me den gato por liebre, así que: ¿Te quieres casar conmigo?». Tres días después la novia le daba el ansiado 'sí, quiero'. «Ese fue el momento en el que comencé a escribir comedias. Gracias a ella mi vida se llenó de humor», asegura mirándola con agradecimiento.
Encarcelado en África
Le hacía falta aquel cambió de aires. En Sudáfrica vivió cosas «espantosas» durante el apartheid. «Cuando era niño viví en Johanesburgo un año, entonces aquello no existía. Después, en 1951, regresé y todo era diferente. Tuve las peores experiencias de mi vida. Vi gente muriendo de tuberculosis y niños jugando a su alrededor. Vi cómo la Policía mataba a una madre y a su hijo», recuerda con la mirada ensombrecida. «Hice miles de fotografías de aquellas atrocidades, por eso me arrestaron. Me pusieron dos pistolas en la cabeza y me llevaron a la cárcel. Pasé por cinco prisiones diferentes y siempre pedí compartir la celda con asesinos. Así, el resto de prisioneros no se metían conmigo». La comicidad le persigue y ni siquiera en aquellos momentos le faltó una anécdota graciosa. «La esposa de un policía quería ligar conmigo a toda costa. Era enorme, muy, muy gorda. La rechacé».
Montserrat, su médico, se acerca a la mesa y sugiere terminar la entrevista para que Sharpe vaya a descansar. Tres horas más tarde debe estar listo para recibir el Premio La Risa de Bilbao. «¡Pero estoy a la mitad de una historia!», le replica el escritor. «¿Quiere usted saber algo más?», le pregunta Sharpe a esta periodista. ¿Qué hace reír a una persona que se dedica a hacer reír a los demás? «Mis libros, desde luego. Y la importancia que el ser humano le da al sexo. No es para tanto. Yo tengo 82 años y está claro que ya no puedo tener sexo. Pero me da por saco. Soy muy feliz así como estoy». «Siga preguntando», dice sonriente. Pero su esposa y su doctora se ponen de pie. Él resopla. «Lo siento, pero creo que debo irme. Mi mujer cree que tengo que ir a descansar. Y si ella lo cree, habrá que hacerle caso», resuelve resignado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.