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Patxi López, ayer, durante el acto de apertura del curso en la Universidad de Deusto. :: IGNACIO PÉREZ
Un mal día para el lehendakari
ANÁLISIS

Un mal día para el lehendakari

Zapatero concede al PNV su segunda victoria sobre Patxi López para sobrevivir

ALBERTO AYALA

Jueves, 23 de septiembre 2010, 04:36

El lehendakari Patxi López vivió ayer, con seguridad, uno de esos días amargos que de vez en cuando depara la vida pública. Mientras terminaba de perfilar su intervención de hoy en la cita parlamentaria del año, en el debate de política general, el presidente del Euzkadi buru batzar, Iñigo Urkullu, y el portavoz jeltzale en el Congreso, Josu Erkoreka, hacían público el acuerdo para el traspaso a Euskadi de las políticas activas de empleo en los términos, en las cifras, que reclamaban los nacionalistas. El sendero para el pacto presupuestario queda despejado y con él la continuidad de Zapatero en La Moncloa.

El presidente del Gobierno y líder del PSOE concede así al PNV su segunda victoria sobre el lehendakari para sobrevivir. Hace doce meses, Zapatero regaló a los jeltzales un primer rejón de castigo contra López a cambio de su apoyo a los Presupuestos -el veto al traspaso de la competencia por un año- y lo hizo, además, sin comunicarlo previamente a Ajuria Enea. Esta vez, al menos, el PSE era consciente desde hace semanas de la que se le avecinaba. Desde Ferraz y La Moncloa se han guardado un poco mejor las formas con sus compañeros en Euskadi. Y ayer el presidente comunicó telefónicamente al lehendakari que los jeltzales iban a comparecer en breve para hacer público los términos del compromiso.

El bien superior

Para Zapatero, para el PSOE, el respaldo de los seis diputados nacionalistas era, es, clave. Supone seguir en el poder o tener que afrontar unas elecciones anticipadas que conducirían al socialismo de vuelta a la oposición. Ante un bien superior (seguir en La Moncloa) no ha habido dudas, pese al mal trago por el que se obliga a pasar de nuevo al socialismo vasco en su ensayo en solitario en el poder en Euskadi. Y tampoco existen indicios de que el jefe del Ejecutivo español tenga en mente algún tipo de compensación para sus compañeros vascos por su obligada y silenciosa comprensión a diferencia de, por ejemplo, el socialismo catalán.

Urkullu y el EBB eran plenamente conscientes de la oportunidad, y ni la han desaprovechado ni les ha temblado la mano a la hora de tratar de infligir el máximo daño político al adversario. Ha dado igual que el precio -unas transferencias- pueda ser considerado por sus adversarios en el flanco nacionalista como una recompensa menor para apartarse, siquiera temporalmente, de la senda soberanista. La recuperación del poder, entienden, pasa por desgastar a López, por intentar poner de relieve que el nacionalismo defiende mejor los intereses de Euskadi. Y si encima fuerzan a situar el desenlace del proceso, como esta vez, apenas unas horas antes del gran día parlamentario del lehendakari, para oscurecerlo y condicionarlo, mejor que mejor.

La cúpula socialista, el entorno de Ajuria Enea, se esforzaba anoche por poner al mal tiempo la mejor cara. Y es que, minutos de gloria aparte, la realidad es que López afronta hoy el primer debate de política general de la legislatura como lehendakari y el PNV cerrará la sesión como partido mayoritario de la oposición. Hasta algunos encontraban irónico que vaya a ser Joseba Egibar, el líder del sector más soberanista del PNV, quien defienda en la tribuna parlamentaria el éxito de su partido porque se ha cumplido un precepto de un Estatuto que los jeltzales llevan años intentando superar, y que ciertamente hace tiempo debió completarse.

En la conversación que ayer mantuvieron Zapatero y Urkullu, el primero dejó de nuevo claro al presidente del EBB su deseo de prolongar la entente PSOE-PNV más allá de la aprobación de las Cuentas para 2011. El líder socialista sabe que el precio de ese pacto se mide en autogobierno, en movimientos de pacificación y, con seguridad, en incomodidad, en nuevos episodios de desgaste del lehendakari López. Aún así insistió en su idea. El socialismo vasco seguirá, seguro, vigilante. Se juega demasiado, aunque no sea la prioridad de Zapatero.

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