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Sánchez Dragó y Boadella, ayer en el Ercilla. :: BERNARDO CORRAL
Políticamente incorrectos, los dos
Literatura

Políticamente incorrectos, los dos

Fernando Sánchez Dragó y Albert Boadella presentaron ayer en Bilbao 'Dios los cría...', un pseudo ensayo en el que disparan contra todo

ITZIAR ARTETXE

Miércoles, 22 de septiembre 2010, 11:21

«Ahora hay muchísimos calzonazos que se van de compras con las mujeres, o las acompañan al ginecólogo, cambian los pañales a sus niños... ¡Por favor! Cada persona tiene que saber estar en sus zapatos». Habla Fernando Sánchez Dragó. Lo hacía ayer, recostado en uno de los 'chaise longue' de la cafetería del Hotel Ercilla de Bilbao, mientras su acompañante, el dramaturgo Albert Boadella, asentía ante sus palabras. Ambos se acercaron a la capital vizcaína para presentar el libro que han escrito al alimón: 'Dios los cría... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción...'.

Las declaraciones que encabezan este texto siguen la línea de las reflexiones políticamente incorrectas que copan la nueva propuesta literaria de los siempre polémicos autores, que se jactan de no tener ningún pelo en la lengua en su mordaz disección de la situación actual del país. «Hablamos, sobre todo, de la degradación de la democracia», confiesa el fundador de Els Joglars. «La democracia tiene que evolucionar hacia la excelencia. Eso significa que no todo el mundo pueda votar, sino que solo pueda hacerlo la gente que está más preparada para ello». El periodista y presentador de 'Las Noches Blancas' secunda la opinión de su compañero de letras: «El voto de Belén Esteban no puede ser equivalente al de Boadella o al mío. Eso hay que revisarlo».

Plantean, como alternativa, la democracia de la Antigua Grecia: «Platón, en 'La República', dice que hay un grupo de pesonas muy minoritario -los filósofos, los artistas, los sabios- que están por encima del resto de las personas, y son los que deben gobernar. Luego están los ciudadanos, que son quienes pueden votar, y después está el pueblo llano», explica convencido Sánchez Dragó. «A la gente le gusta ser masa. Por eso se van de vacaciones a Benidorm», añade Boadella.

La cantinela de las conversaciones trasncritas que componen el material de este pseudo ensayo podrían resumirse en el verso de que 'cualquier tiempo pasado les parece mejor' a sus autores. «Es verdad, no me gusta el cambio. Casi todos los cambios que he visto en mi vida han sido para peor. La vida tiende a la putrefacción», manifiesta Sánchez Dragó. Ni siquiera la abolición de la esclavitud ni la liberación de la mujer suponen excepciones a esa supuesta tendencia a la descomposición de la grandeza.

«Yo veo que en mi familia, las mujeres que no trabajaban eran muy felices; en cambio ahora a muchas de las chicas que trabajan las veo tristes, infelices, con estrés, mustias, insatisfechas...». Su argumentación se extiende al papel, donde pueden leerse las siguientes ideas: «Nunca han vivido mejor las mujeres turcas que en los harenes de la cultura otomana»; «En Japón el hombre se va a trabajar mientras que la mujer controla la casa, lleva a los niños al colegio, va de compras, chafardea... Es un chollo ser mujer allí».

A los autores de semejantes declaraciones no les gusta que les llamen provocadores. «Nuestras ideas los son», matiza Dragó. «Este libro es puro sentido común. Pero la gente ha perdido hasta tal punto el sentido común que todo le parece provocador. Lo que nosotros decimos es lo que la gente tiene delante y no ve».

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