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RUBÉN PRECIADO
Martes, 21 de septiembre 2010, 04:56
Lo que se presumía como un día tranquilo de paseo se convirtió en una jornada de pesadilla para Alfredo Ciruelo. Este veterano aficionado a la montaña desde hace 38 años transitaba con unos amigos por la Sierra Salvada cuando fueron atacados por varios mastines. Aunque no sufrieron heridas, el susto no se lo quita nadie.
Los hechos tuvieron lugar el domingo pasado. Ese día, como casi siempre que tiene oportunidad, este montañero se disponía a pasar una tranquila jornada en compañía de su cuadrilla. Al poco rato de empezar la travesía en la zona de Londoño y Aguiñiga, el grupo, en el que había dos niños, tuvo que regresar precipitadamente a los coches ante la actitud violenta y amenazante de varios perros mastines que andaban sueltos. «Pasamos muchísimo miedo. Estaban muy cerca y no paraban de ladrarnos en tono amenazante. Los niños rompieron a llorar y tuvimos que liarnos a pedradas para repeler el ataque», señaló ayer a Ciruelo a EL CORREO.
El paseo por Sierra Salvada había comenzado sin sobresaltos porque inicialmente se cruzaron con un rebaño de ovejas, que no llevaba ningún perro ni estaba vigilado por un pastor. Poco después se toparon con tres ejemplares de mastín, raza preferida de los ganaderos alaveses para defender a sus rebaños de ovejas contra el lobo, que comenzaron a hostigarles. Pero por suerte se retiraron y pudieron seguir la marcha.
Al poco tiempo, otros tres mastines, otra vez sin rebaño alguno ni pastor a la vista, volvieron a amenazares, pero al quedarse parados y tranquilos se retiraron. Así hasta que al poco rato, y por tercera vez en menos de una hora otros dos ejemplares, un macho y una hembra comenzaron a amenazarles. «La hembra había parido hacía muy poco y parecía que en cualquier momento nos iba a morder, se puso muy violenta y nos atacó sin llegar a herirnos. Fue horrible. Los niños empezaron a llorar y tuvimos que defendernos a pedradas», añade el montañero.
Situación insostenible
Ciruelo lamenta que cada vez sea más frecuente encontrarse en el monte con perros de esta especie sueltos. Sobre todo en las zonas donde el lobo se ha expandido más: Sierra Salvada, Arkamo y Badaya. «Puedo comprender a los ganaderos y su problema, pero no que los dejen sueltos y solos en el monte porque se vuelven salvajes. Menos aún en zonas típicas de excursionistas», explicó.
Por su parte, Joseba Aranzabal, vicepresidente del sindicato UAGA, justifica la presencia de mastines por la mala gestión que la Diputación lleva a cabo con el lobo. «Sin embargo, muchos ganaderos tienen que desprenderse de los mastines por su actitud violenta con las personas. Es otro ejemplo de que es un mal parche a la actual situación».
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