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JOSÉ DOMÍNGUEZ
Martes, 7 de septiembre 2010, 11:02
El despacho de José Martín Uriarte Rubio es austero. Apenas varios cuadros entre los que resalta una vieja foto del Athletic campeón de la Copa del Rey en 1931. «3-1 contra el Betis», le gustaba desvelar a las visitas. Los rojiblancos aparecen en 'La Paloma', el autobús de la empresa familiar que los llevó a la gloria de Madrid. En aquella época apenas tenía tres años, pero estaba orgulloso de un origen a partir del cual llegó a ser uno de los líderes del transporte nacional por carretera y que le abrió la puerta a su proyecto más querido: el Puente Colgante. Un monumento que, junto a Javier Cardenal y José María Arriaga, revalorizó hasta catapultarlo a la categoría de Patrimonio de la Humanidad en 2006. El domingo fallecía a los 82 años tras una enfermedad incurable.
Su mujer, Maruja, resumía ayer la trayectoria de José Martín en dos palabras: «Emprendedor incansable». Penúltimo de 14 hermanos, nació en Villarcayo en el seno de un clan industrial chacinero que por entonces iniciaba una tímida andadura en el mundo de los autocares. Él, sin embargo, parecía apuntar a otros derroteros: Derecho. Aunque pronto descubriría su verdadera vocación. «Corría 1949 y estudiaba en Madrid, donde vislumbró un gran negocio: traer a la gente desde la capital a Villasana de Mena», recordaba su esposa.
El éxito de la iniciativa disparó su apuesta por el transporte. Potenció la unión por carretera entre Burgos y Bilbao y a principios de los años 60 saltaba a la escena nacional con la fundación de Ansa y otras compañías. Madrid, León, Barcelona, Logroño, Santander... «incluso abrió una línea con Londres». Pronto llegarían los reconocimientos del resto del sector a con la presidencia de la Agrupación Nacional de Empresas de Autobuses Discrecionales y también la de la Federación Internacional de Autocares.
Entre ruedas transcurrió su vida hasta 1995. Javier Cardenal llamó a su puerta con una oferta irrechazable. Recuperar el Puente Colgante. Un monumento que a diario veía languidecer desde el balcón de casa. Era su gran oportunidad. Con el apoyo de José María Arriaga, crearon El Transbordador de Vizcaya, que gestiona el monumento desde 1996.
«Cabeza prodigiosa»
«Era una cabeza prodigiosa y en estos 15 años aprendí mucho de él», recordaba ayer Arriaga. Cuando el 13 de julio de 2006 estaban en Lituania, en el acto de la Unesco donde el puente era nombrado Patrimonio de la Humanidad, José Martín le confesaba con voz entrecortada por la emoción: «Ya puedo morir tranquilo, lo hemos elevado a lo más alto».
Rafael Sarria fue su mano derecha en este ambicioso proyecto. Gerente de la empresa desde 1998, calificó a Uriarte como «uno de los más grandes, porque sabía hacer empresa a partir de las personas y siempre antepuso su vocación de servicio al ciudadano a cualquier proyecto».
Sarria destacó de él su «gran personalidad». «Sabía llegar a los demás ganándose su respeto». «Fue una persona hecha a sí misma que imprimía a todo lo que hacía su entusiasmo, optimismo y alegría de vivir, un cóctel perfecto que constituyó la clave del éxito », apostillaba su hija Marta.
Un «espíritu siempre joven e inquieto», que no descansó hasta encontrar el origen genealógico de su apellido en la localidad de Dima. «Incluso en los últimos meses, cuando se enfrentó a la enfermedad que nos lo ha arrebatado, conservó el buen humor», aseguraba su hijo José Martín, quien no dudó en dedicarle un epitafio muy particular: «Como gran campeón de mus que era, supo echarle un órdago a la vida».
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