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EDITORIAL

Paso insuficiente

ETA pretende convertir su derrota en victoria o, cuando menos, eludir la condena histórica a su trayectoria de muerte

PPLL

Lunes, 6 de septiembre 2010, 04:43

El texto dado a conocer por la banda terrorista no permite descartar que esté tratando de presentar como decisión propia la incapacidad operativa causada por el acoso del Estado de Derecho y por la eficaz cooperación internacional. Con el vídeo de ayer ETA ha intentado trasladar a la opinión pública el diálogo doméstico que mantiene con la izquierda abertzale, buscando para ello el eco mediático de la BBC. Pero si el comunicado elude responder directamente al tímido emplazamiento realizado al unísono por la izquierda abertzale y Eusko Alkartasuna para que procediera a declarar un alto el fuego permanente, más evidente resulta que la banda continúa empeñándose en desoír las exigencias democráticas. Cada día sin atentados se convierte en una excelente noticia. Pero la práctica totalidad de las fuerzas parlamentarias respondió ayer advirtiendo de que no es eso lo que espera la sociedad y tachándolo de insuficiente. Es lógico que los integrantes de un mundo sectarizado durante décadas -los terroristas y quienes les han venido secundando- traten de preservar la unidad interna enredando a las instituciones y a la opinión pública. Pero ya no cuela. Conceptos como los que ETA desgrana cuando se refiere a un «proceso democrático», a los «derechos de Euskal Herria» o a la «solución del conflicto» constituyen una jerga que ha resultado tan cruel para miles y miles de ciudadanos que a estas alturas se vuelve ofensiva o, en el mejor de los casos, carece de significado.

En la hipótesis más optimista, la izquierda abertzale, secundada ahora por EA, trataría de imprimir a la renuncia definitiva a la violencia un ritmo tan lento que preserve sus vínculos de relación con el núcleo terrorista. Esta lentitud se vuelve exasperante frente al anhelo compartido por la inmensa mayoría de los vascos y el resto de los españoles de que la amenaza etarra se acabe de una vez y para siempre. Las voces más condescendientes con esa marcha hacia una izquierda abertzale desarmada, y los voluntarios de la intermediación como Brian Currin o Gerry Adams, tienden a describir lo que vendrá como una sucesión concatenada de pasos; de modo que el que ETA dio ayer debería ser recibido con alborozo como preludio de otro aún más esperanzador. Es la interpretación voluntarista e interesada a la que recurrió Eusko Alkartasuna al concluir que el vídeo es «un primer paso» hacia una «tregua verificable». La dilación del final del terrorismo constituye, por sí misma, una realidad hiriente para quienes más han padecido y padecen su acoso de años. Pero tras esa parsimonia se oculta la vertiente más sangrante del problema: la obstinada pretensión de ETA de convertir su derrota en una suerte de victoria o, cuando menos, de edulcorarla de tal forma que los terroristas puedan eludir el juicio histórico y la condena sin paliativos que merece su trayectoria. La izquierda abertzale demanda algún triunfo político alegando que sólo así podrá convencer a los etarras para que dejen las armas. Fue lo que pretendieron ayer sus portavoces al anunciar que «es irreversible la apertura de una nueva fase política». Es también el inadmisible sesgo que presenta el documento elaborado con EA recientemente para fijar nada menos que las condiciones de la paz. Se trata de transferir a la sociedad democrática la responsabilidad última del final del terrorismo. Algo a lo que las instituciones sólo pueden replicar insistiendo en que siguen comprometidas en acabar con la violencia etarra, negándose a enterrar la verdad del mal causado por ETA en aras a una concordia envilecida por el olvido.

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