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IÑAKI ESTEBAN
Viernes, 3 de septiembre 2010, 10:52
El físico británico Stephen Hawking suele decir que si no hubiera sido por la última frase de su 'Breve historia del tiempo', la obra no habría vendido ni la mitad de los millones de ejemplares que se adquirieron en todo el mundo. En el párrafo final, Hawking afirma que si alguna vez se llega a confirmar una teoría completa del Universo, «entonces conoceríamos la mente de Dios».
El científico, de 68 años, daba por hecho que un ser superior había prendido la mecha del 'Big Bang' para que naciese el Universo. Pero ahora, más de veinte años después, niega que Dios tenga algo que ver en ese origen, según argumenta en 'El gran diseño', escrita con el físico estadounidense Leonard Mlodinow, que con el título de 'The Grand Design' aparecerá el próximo martes en los países de habla inglesa.
El libro llegará a las librerías una semana antes de que el Papa visite Gran Bretaña, un país que está viendo cómo la polémica sobre la existencia de Dios, con partidarios radicales del sí y del no, y con campañas publicitarias de uno y otro bando en los trolebuses londinenses, está cobrando una segunda vida.
La Ley de la Gravedad es suficiente para explicar la creación espontánea de las fuerzas explosivas que dieron origen al Universo, defiende Hawking. El científico se dio cuenta de que por ahí iban los tiros cuando descubrieron, en 1992, un planeta que giraba en órbita en torno a una estrella distinta del Sol. «Eso hace que las coincidencias planetarias de nuestro sistema -la feliz combinación de la distancia Tierra-Sol y masa solar- sean menos singulares y no tan determinantes como prueba de que la Tierra fue cuidadosamente diseñada por Dios para solaz de los humanos», escribe el británico.
Durante el proceso de divorcio con su primera mujer, Jane Wilde, ésta desveló que Hawking era ateo, un motivo más para separarse de él, además de la presión de la fama, según alegó. El científico no le contradijo entonces, principios de los noventa, así que los argumentos de su nueva obra no deberían sorprender a nadie.
Desde el mismo título, 'El gran diseño', el libro parece ir contra los conservadores que defienden el 'diseño inteligente' de la vida y de su evolución, solo que esta vez a un nivel cosmológico. Un debate que suena a la Edad Media, aunque poco después se resolvió asignando a la ciencia y a la fe un sitio específico. Hasta ahora, que ha experimentado su particular 'revival'.
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