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Martes, 31 de agosto 2010, 04:31
En Málaga hay devoción por el Cristo Mutilado. Es una tradición que ayer siguió el equipo más moderno, el Sky británico. Sus corredores no salen del váter. Andan descompuestos, víctimas al parecer de una intoxicación alimentaria. Ayer se retiraron John-Lee Augustyn y Ben Swift. El resto pedalea vacío. Así llegó también a la meta malagueña Beñat Intxausti. «Me ha afectado el calor, no sé». No va. Aunque confía en ir, en «trabajar para Igor Antón».
Antón tenía otra cara. Radiante. Tercero en la etapa; séptimo en la general, a 35 segundos de Gilbert. «Tenía ganas de arrancar y ver qué sensaciones notaba». Ver si los entrenamientos le valían. Y sí. Sonreía: «Las diferencias no han sido importantes, pero siempre viene bien coger algo más de moral y verte entre los primeros». Con los mejores: en paralelo a Nibali, cerca de Rodríguez y por delante del resto. «Pero no hay que emocionarse. Seguro que llegan días malos». Apuesta por la prudencia. «Este tercer puesto no cambia mi objetivo. Iré a por una etapa, y si luego puedo luchar por la general...». El kilómetro y medio de Gibralfaro le revaloriza. «Queda mucho. Se trata de no fallar ningún día».
Antón es un ciclista de calor que siempre triunfa en días de lluvia. «Me va el calor, pero a todos nos pasa factura. Han sido días de mucha temperatura». Tres etapas en el horno. «Más, porque cuando llegamos a Sevilla y salimos del avión nos chocamos contra un muro de fuego».
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