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EL CORREO
Domingo, 22 de agosto 2010, 04:58
La kale borroka, que durante dos semanas ha causado destrozos en contenedores de basura y vehículos en distintos puntos de Euskadi, dio ayer un salto cualitativo y atacó directamente la vivienda de un vecino de Bilbao, al que luego acusó de «chivato». Los hechos ocurrieron de madrugada en un inmueble del barrio de Altamira, donde los radicales hicieron explotar un artefacto incendiario que provocó escasos daños materiales en el domicilio.
Cuando la Ertzaintza acudió al lugar encontró en el rellano de la escalera una serie de panfletos con la palabra «chivato» y el dibujo de una diana, según informó el Departamento de Interior. La consejería asocia este ataque al hecho de que la víctima ya había sido acosada anteriormente por la izquierda radical, que le acusa de haber colaborado con la Policía autónoma en la detención de dos jóvenes que protagonizaron un acto de violencia callejera en 1995.
Los hechos se remontan al 26 de septiembre de aquel año, cuando, con motivo de la celebración del 'Gudari Eguna', una decena de encapuchados incendiaron un autobús en Altamira, causando importantes daños, que entonces fueron valorados en 25 millones de las antiguas pesetas. La colaboración de varios vecinos permitió que la Policía Municipal arrestara minutos después a dos mujeres, acusadas de participar en dicho ataque. La Audiencia Provincial de Vizcaya condenaría en 1996 a las detenidas a una pena de dos años y cuatro meses de cárcel.
Seis vecinos que presenciaron la quema del autobús declararon ocultos por un biombo en el juicio que se celebró contra las dos acusadas. El tribunal consideró fundamental mantener en secreto la identidad de los testigos para impedir que sufrieran amenazas o agresiones por parte de la izquierda radical, en aplicación de la Ley de Protección de Testigos, que hasta entonces no había sido empleada en los procesos seguidos en el territorio histórico.
Se da la circunstancia de que el ataque sufrido ayer por el vecino de Altamira no es el primero. En septiembre de 1997, varios desconocidos incendiaron su furgoneta. En una demostración más de violencia radical, los atacantes asumieron posteriormente esta acción y aseguraron que no pararían «hasta echarlo de Euskal Herria».
El consejero de Interior, Rodolfo Ares, expresó ayer en nombre del Gobierno vasco su solidaridad con el vecino agredido y condenó «de manera rotunda» este nuevo episodio de kale borroka, que atribuyó al «entorno de ETA» y calificó como un «acto de venganza» y una «actitud de presión y de chantaje» hacia la víctima. «Esto evidencia una vez más la naturaleza fascista de este mundo y de sus integrantes, que no dudan incluso en utilizar prácticas mafiosas para tratar de amordazar a la sociedad», censuró. «Un objetivo -añadió Ares- que no van a conseguir».
Precisamente un día antes, los radicales se cebaron también en Bilbao, donde, en vísperas de la Aste Nagusia iniciada ayer, provocaron daños en una docena de coches tras incendiar ocho contedores de basura. Con éste son ya una decena los actos de kale borroka ocurridos en dos semanas.
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