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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Miércoles, 18 de agosto 2010, 14:24
Los seis ataques de kale borroka registrados en Euskadi en el plazo de diez días -los últimos de ellos ocurrieron ayer, cuando los radicales quemaron una docena de contenedores en Azkoitia y otros dos en Vitoria- han colocado en tela de juicio el mensaje de distensión que la izquierda abertzale ha lanzado durante meses. La cadena de sabotajes está poniendo en evidencia una actitud, por parte de Batasuna, lejana a la de condenar la violencia, como le han exigido los partidos políticos para hacer creíble su apuesta por las vías exclusivamente políticas. Los ataques suponen también un regreso de los radicales a las algaradas que tampoco concuerda con el escenario de cambio político que se propugnaba a partir del acuerdo firmado en junio entre EA y la izquierda abertzale proscrita.
Batasuna, según fuentes de la lucha antiterrorista, se encontraría «atrapada en sus propias contradicciones», ya que la ausencia de condena de la kale borroka invalida su mensaje a favor de emprender un proceso pacífico. A los expertos les ha sorprendido sobremanera que los posicionamientos públicos de diversos miembros del colectivo no se hayan movido un ápice en relación a su discurso tradicional. «Y eso que en el caso de estos hechos lo tenían muy fácil para haber realizado una declaración en contra de la violencia, en un contexto en el que las propias dudas iniciales les hubieran permitido moverse en la ambigüedad».
Cuando los radicales quemaron hace una semana una treintena de contenedores durante las fiestas de Zarautz, varios informadores aprovecharon la presencia de la alcaldesa de Hernani, Marian Beitialarrangoitia, en un acto público para preguntarle si condenaba el ataque, en los que dos ertzainas resultaron heridos leves. La regidora, ex militante de ANV, respondió que «no estamos en condiciones de poder hacer una valoración», tras destacar que los hechos constituían «algo muy confuso». Se da la circunstancia de que, a diferencia de la contundencia y claridad mostradas ayer, la consejería de Interior catalogó entonces la kale borroka de Zarautz como un caso de «gamberrismo radical espontáneo».
Pero tampoco ahora la izquierda abertzale proscrita se ha pronunciado en contra del ataque registrado en Azkoitia. De hecho, los concejales de la desaparecida ANV, que permanecen en el Ayuntamiento de esa localidad guipuzcoana como no adscritos tras la ilegalización de su partido, se negaron a repudiar la quema de contenedores porque en la moción de censura se introdujo el término kale borroka.
Desconfianza
El ambiente de desconfianza hacia las intenciones que había mostrado Batasuna por un cambio político -cuya más solemne expresión tuvo lugar el 20 de junio con la firma de un acuerdo público con EA- hizo que ayer se redoblasen las peticiones de los partidos democráticos para que los radicales se opongan a la violencia. El consejero de Interior, Rodolfo Ares, pidió a la izquierda abertzale que muestre «con toda claridad» su rechazo a la kale borroka. El portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, consideró que su «silencio» demuestra que en «Batasuna no hay ningún cambio, sólo fingimiento», mientras Hamaikabat señaló que los ataques son «totalmente incompatibles con los mensajes de nuevos tiempos y normalización que se están lanzando a la sociedad».
A las fuerzas de seguridad, que siempre han sido escépticas respecto a las intenciones de Batasuna, les inquieta no sólo la falta de respuesta de sus militantes, sino también el rebrote de los ataques callejeros. Los expertos reconocen que todavía no se dispone de información suficiente para valorar qué se mueve tras esta cadena de acciones. «Las dos hipótesis más probables son que se trate de sectores descontentos con la nueva estrategia de la izquierda abertzale, o bien de una escalada premeditada para preparar un escenario de mayor violencia», barajan.
La mayor incógnita reside en el papel que pueda jugar ETA en este contexto. Desde distintos ámbitos políticos se ha urgido a la banda a pronunciarse sobre si comparte la estrategia de Batasuna, mientras no faltan las especulaciones respecto a la posibilidad de que haga público un alto el fuego, basadas en gran medida en la ausencia de actividad. Los analistas policiales examinan la evidencia de que hasta ahora ETA no ha perpetrado atentados contra intereses turísticos, como solía hacer en años anteriores dentro de su 'campaña de verano'. Desde el Ministerio de Interior, sin embargo, la cautela es la norma: si la banda no actúa es «porque no puede, no porque no quiere», advirtió hace unos días Alfredo Pérez Rubalcaba.
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