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DAVID GUADILLA
Jueves, 15 de julio 2010, 11:44
José Luis Rodríguez Zapatero dejó claro ayer que la tabla de salvación a la que se quiere agarrar para agotar la legislatura y superar su debilidad parlamentaria es el PNV. Consciente del rechazo que provoca en el resto de grupos del Congreso, el presidente del Gobierno aprovechó el debate sobre el estado de la nación para presentar una «oferta expresa y directa» a los jeltzales para lograr acuerdos «estables», algo en lo que, aseguró, se va a «empeñar». Lo tendrá que hacer, porque el portavoz peneuvista, Josu Erkoreka, le advirtió que su respaldo no le saldrá gratis. De entrada puso tres condiciones: autogobierno pleno, respeto a las mayorías sociales y políticas en Euskadi y presencia en Europa.
El peaje que puso el representante nacionalista no es barato, entre otros motivos, porque alguna de estas cuestiones puede zaherir al Ejecutivo de Patxi López. Pero por lo que se pudo ver ayer en la Cámara baja, Zapatero parece dispuesto a pagarlo. El líder del PSOE necesita para aprobar muchas de las reformas económicas que tiene proyectadas -sin contar los Presupuestos para el año que viene- una mayoría absoluta, y a los socialistas le faltan siete escaños para lograrla. El PNV cuenta con seis.
Una aritmética de la que Zapatero fue consciente desde el momento en que subió a la tribuna de oradores para replicar a Erkoreka, que, aunque había defendido la «responsabilidad» del PNV para llegar a acuerdos, dibujó un panorama sombrío de la labor del presidente. El representante jeltzale habló de Gobierno «desplomado», afirmó que, tras la sentencia del Estatut, la España plural «se ha estrellado» y subrayó que lo que está haciendo en estos momentos el Ejecutivo socialista es emitir «un angustioso SOS».
Erkoreka manifestó que la «geometría variable» aplicada por Zapatero durante los dos últimos años buscando apoyos ocasionales de diferentes grupos ha tenido una consecuencia: que «todos nos hemos quedado con la amarga sensación de haber sido burlados; de haber sido víctimas de chanzas y ligerezas de este alegre Ejecutivo». Por tanto, «a santo de qué hemos de dejarnos seducir por sus cantos de sirena», añadió el portavoz jeltzale.
Sin abandonar un tono de aparente dureza, Erkoreka desgranó un listado de agravios que, a su juicio, habría cometido Zapatero con Euskadi y le volvió a reprochar que reclame sus votos en Madrid mientras en el País Vasco Patxi López es lehendakari con el apoyo del Partido Popular. «No puede esperar que los demás se lo pasemos por alto sin rechistar», zanjó.
Crisis económica
Pero Erkoreka también se cuidó mucho de no cerrar la puerta al acuerdo: «siempre estamos dispuestos a dialogar y si es posible a pactar. Somos más amigos del entendimiento que del desencuentro. Y somos conscientes de la gravedad de la crisis económica», dijo. Pese a ello, advirtió que cualquier alianza pasa por tres variables: autogobierno, presencia en Europa y respeto a la mayoría social en Euskadi, una forma de expresar lo que realmente pretende el PNV. Que Zapatero les avale que tras las elecciones de 2011 los socialistas vascos respetarán la lista más votada, lo que les garantizaría mantener Vizcaya y Bilbao sin temor a una alianza PSE-PP.
La respuesta del presidente fue que todo es posible. Con formas suaves -lo máximo que hizo fue recordar a Erkoreka que llegaron a apoyar a Aznar-, Zapatero vino a decir que es un hombre de palabra. Por lo menos con el PNV. «Todos los compromisos que he alcanzado con ustedes los he cumplido», destacó recordando, por ejemplo, el blindaje del Concierto.
De forma reiterada, insistió en que la voluntad de su gabinete es llegar a acuerdos con el PNV para desarrollar el autogobierno y las transferencias. Sobre esta cuestión, Zapatero esquivó la pregunta de Erkoreka sobre el traspaso de las políticas de empleo. «Usted dice que apuestan más por el entendimiento que por el desencuentro, pues sigan así», instó el presidente del Gobierno al portavoz peneuvista, que durante todo el debate siguió sin dar su brazo a torcer. Incluso, en su contrarréplica, Erkoreka le insinuó cuál sería el mejor modelo de estabilidad para Zapatero: «hacer como en Euskadi, someterse a los dictados del PP». El resumen poético de en qué momento se encuentra su relación con el PNV lo hizo el propio jefe del Ejecutivo: «nos falta profundidad en el amor».
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