Samuel, con el freno de mano

A Igor González de Galdeano, director del Euskaltel-Euskadi, le preguntaron en la meta: «¿Cómo has visto la etapa?» Y respondió: «Sólo he visto polvo. Ha sido una locura». Detrás, el director el Garmin, Bingen Fernández, contaba las «diez veces» que había sentido el puñetazo de los adoquines sobre los bajos de su coche. Y delante, Samuel Sánchez le hablaba a su rueda trasera: «Se ha caído Chavanel (el francés perdió el liderato) y no he podido evitarle. Luego he tenido que echar el pie a tierra y me han dado por detrás. En la rueda, que se ha quedado frenada, y he tenido que llegar así a la meta», mascullaba. Llevaba restos de brisa negra en el rostro. El color de Aremberg.

Alcanzó la meta a 2.08 de Hushovd. En el grupo de Armstrong. «Tenía piernas para más. He ido remontando. Podría haber estado con Cancellara y Schleck», se atrevió. Tuvo piernas, pero le falló una rueda. Ni las siete bicicletas preparadas para él por el Euskaltel le libraron de las agresiones del pavés.

«Lo mejor que podemos decir es que ya han pasado las primeras tres etapas y hemos salvado situaciones de mucho peligro, de mucho riesgo. Quedarte fuera de juego nada más comenzar el Tour era una posibilidad que estaba ahí y ya podemos asegurar que lo hemos superado», señaló el campeón olímpico en Pekín 2008.

A partir de ahora, según Samuel, «la carrera seguirá teniendo su tensión, pero la podremos vivir de otra manera menos agobiante. Llevábamos mucho tiempo hablando de esta etapa y haberla dejado atrás te da otro ánimo, aunque me fastidia mucho la mala suerte que he tenido», explicó.

Galdeano, por su parte, apuntó que «ha pasado la etapa y seguimos con todos los efectivos, aunque es cierto que alguno está un poco tocado, ya que Txurruka y Velasco sufrieron una caída bastante fuerte».