«¿Por qué recibe Antton Zubiaurre los emails que yo mando a otros?»

Pedro García, el director técnico de la sociedad pública Sprilur, no era capaz de interpretar lo que acababa de ver en el programa de correo electrónico de su ordenador, un lunes del pasado mes de marzo. En la bandeja de entrada aparecía una notificación de «mensaje recibido», remitida por el ex director de la sociedad Antton Zubiaurre, para un mensaje que el propio Pedro García había enviado la víspera, el domingo, desde casa y con su ordenador portátil a un destinatario que nada tenía que ver con el ahora principal sospechoso de un caso de espionaje. «¿Por qué recibe Antton Zubiaurre los emails que yo mando a otros?», se preguntó a sí mismo el director técnico. Y encima, en domingo...

«Quizá tengas un virus»

La primera conclusión lógica ante semejante situación fue pensar que, por error, había incluido la dirección de Zubiaurre como destinatario de aquel correo electrónico. Revisó el email enviado pero, ni rastro de errores. Todo correcto. La segunda acción fue consultarlo con los informáticos del grupo Spri, que no supieron darle una respuesta coherente a la pregunta: «¿Por qué ha pasado esto?». Allí saltó la primera señal de alarma y la sospecha de que el ordenador de este empleado de Sprilur podía estar 'hackeado'. «Quizá tengas un virus en el ordenador» le dijeron los informáticos.

Pero un virus que jugaba a favor del polémico ex director de la sociedad sonaba demasiado sospechoso -Zubiaurre tuvo una controvertida trayectoria durante su paso por la entidad- y Pedro García decidió poner el asunto en manos de sus superiores. Éstos no dudaron en presentar una denuncia ante la Ertzaintza, después de recibir la autorización del consejero de Industria, Bernabé Unda.

Desde entonces, la dirección del grupo Spri y del propio Departamento de Industria han vivido con la convicción de que estaban siendo espiados. Bien es verdad que por partida doble. Desde fuera, como parece haber acreditado la investigación, y desde dentro, como consecuencia de los «cebos» que instaló la Brigada de Delitos Informáticos de la Ertzaintza para verificar los accesos a determinados ordenadores y trazar el origen de las 'invasiones'.

El director técnico ha permanecido ajeno a esta cuestión durante los cuatro meses que ha durado la investigación de la Ertzaintza y ayer pudo comprobar que, efectivamente, había sido espiado. La policía autónoma le citó para que identificase como propios los correos electrónicos suyos que ha encontrado almacenados -señalan fuentes cercanas a la investigación- en un ordenador incautado a Antton Zubiaurre en el momento de su detención.