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JOSU OLARTE
Lunes, 28 de junio 2010, 12:08
La corriente de rock duro sobrado de electricidad, voltaje atronador y testosterona continúa, pero ya por poco tiempo. Tras su paso por Sevilla, AC/DC disparan esta noche los cañonazos finales de su gira 'Black Ice' en un San Mamés que volverá a erigirse en catedral del rock por tercera vez en siete años. El macroconcierto ofrece una segunda oportunidad para los múltiples aficionados locales que hace catorce meses no pudieron verles en el Bizkaia Arena El estadio estará abarrotado después de que todo el papel (cerca de 40.000 entradas) se agotara en pocas horas.
El montaje ha demandado un operativo superior al de su visita previa. Más de 200 operarios han preparado durante más de una semana toda la infraestructira de un espectáculo que se desarrollará en un escenario en forma de cúpula de 56 metros de ancho y 32 de fondo, flanqueado por dos grandes pantallas, prolongado hacia el público con la típica pasarela y culminado por los fogonazos de una docena de cañones napoleónicos.
Las puertas se abrirán a las seis de la tarde y, desde las nueve menos cuarto ocuparán la parte delantera de la platea Los Perros de Boogie, grupo telonero en la estela de sus anfitriones pero con menos caché que su apoyo en el BEC, The Answer. Calentarán el ambiente hasta poco antes de las diez, cuando volverán a verse en San Mamés manos cornudas alzadas, guitarras imaginarias, cabezazos al aire y luminiscentes cuernos luciferinos en homenaje a Angus Young, el icónico guitarrista de la banda que, a sus 55 años y asido a su eterne Gibson SG, se sigue agitando como un colegial poseso.
Una fórmula que no cambia
Desde que arrancara, allá por octubre de 2008, el 'Rock and roll train' de AC/DC ha descarrilado por cuatro continentes y encadenado 168 citas. Solo la pasada temporada, generó una asistencia superior a 1,6 millones de espectadores y ganancias declaradas de más 120 millones de euros. Los ingresos fueron menores que los logrados por Madonna, U2 o Springsteen, lo que no impidió a 'Black Ice' merecer el galardón al 'mejor tour del año' en los premios Pollstar de la industria.
El tour se ajusta al estatus de este gran dinosaurio del rock que ha sido capaz de vender cerca de 200 millones de discos sin desviarse un ápice de una fórmula patentada hace 35 años que ninguno de los fans espera ni quiere que cambie. Hard rock woogie cañonero, basado en los cuatro acordes y los doce compases del blues, y amplificado al máximo, voz cazallera y lírica recurrente. De puro tozudos e íntegros, AC/DC no sólo han evitado resultar anacrónicos, sino que han visto cómo crecía su influencia hasta para huestes ajenas al universo de hard rock y el heavy.
Fiesta de despedida
Dimensiones al margen, el show que esta noche se verá en San Mamés no diferirá del que la mítica banda australiana ofreció en el BEC en el tramo inicial del maratón de 'Hielo Negro'. Ni el repertorio que sus fans memorizan, con cuatro números reservados paea el irrelevante último disco, 'Black Ice', y una quincena de clásicos grabados mayoritariamente en su trienio de consagración (1977-80). Ni en la parafernalia que aún conserva algunos de los ingredientes que AC/DC mostraron por vez primera en 1984 en el velódromo de Anoeta. Al estruendo inicial, los sempiternos cañonazos y la campana infernal que desciende con 'Hell Bells' se añaden el 'rock & roll' animado del inicio, el zafio numerito de la gigante muñeca hinchable de 'Whola Lotta Rosie', el controlado despelote de Angus , la ornamenta demoníaca del 'Highway to Hell', la elevación del guitarrista sobre la pasarela de 'Let there be rock'.... Tras los bises, la traca final de 'For Those About To Rock (We salute you)'. Y Después comenzará otra fiesta más íntima y exclusiva, la que disfrutará la propia banda y el equipo junto a sus familiares llegados de California para celebrar como se merece el fin de la gira
Una noche para los anales del rock en directo que, a la postre, será la de clausura oficial del tour del grupo que mejor personifica la fidelidad insobornable a una forma en entender el rock. Podría ser la gira ultima y definitva de la banda auguran algunos. Aunque también se dijo eso de los Stones hace dos décadas y cuatro giras planetarias.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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