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Análisis POLÍTICo

Con el corazón partido

TONIA ETXARRI

Miércoles, 9 de junio 2010, 11:34

Existen tantos motivos para el descontento por la forma cómo gestiona el presidente Zapatero la crisis económica que tardó más de dos años en reconocer, que si los ciudadanos sólo hubieran pensado en eso, la chispa habría saltado hace ya mucho tiempo. Y ahora mismo estaríamos con un país tan paralizado como el que petrificó el sindicato de Nicolás Redondo Urbieta aquel histórico 14-D de 1988, cuando UGT dejó a Felipe González boquiabierto al comprobar que los suyos le estaban haciendo una enmienda a la totalidad a su política económica de ajustes y reconversiones. Ahora, el sector 'fácil' para el recorte, el de los funcionarios, está con el 'corazón partido'. Tienen sobrados motivos para expresar su indignación. Como los autónomos, los parados, los pensionistas.

Y desde hace tiempo. Exactamente a partir de que empezara a abrirse la vía de escape de la tasa de desempleo y los sindicatos, los mismos que convocaron ayer a los funcionarios a una huelga, permanecían impasibles ante la destrucción continua de empleo. Les sobran los motivos para la protesta. Por el abuso de utilización por parte del Gobierno de los recursos públicos para vivir por encima de nuestras posibilidades, por el rebaje salarial, por la congelación de las pensiones, porque se está llegando tarde y mal a los recortes que nos exige la UE.

Lo que le cuesta al sufrido contribuyente es no quejarse. Pero como la indignación es doble -contra un Gobierno noqueado y contra los sindicatos que han perdido más credibilidad que la de Zapatero- ha imperado finalmente el sentido común y ha sido mayor el número de funcionarios que ayer trabajaron que los que fueron a la huelga. Porque si alguna imagen puede perjudicar más la caída de la credibilidad del plan de reajuste del Gobierno español ante Europa, no son las críticas de la oposición, sino un país paralizado con una huelga . Muchos de los funcionarios reconocía ayer su contradicción. Ir a trabajar no significaba que estuvieran de acuerdo con las medidas de Zapatero. Se trataba de no perder el dinero descontado por día de huelga y, sobre todo, de tener la percepción de que este país lo que menos necesita ahora es una huelga.

En estos términos se expresaba ayer Patxi López en su balance de una huelga que en Euskadi tuvo una incidencia relativa. Como la convocada por los sindicatos mayoritarios nacionalistas el 25 de mayo. En el País Vasco la división sindical es tan ostensible que hemos tenido dos jornadas de convocatoria, pero ninguna de las dos le ha quitado el sueño al Gobierno, cuyo lehendakari, por cierto, se preocupó de mantener una actitud más realista que la de Zapatero desde que tomó las riendas de Ajuria Enea. Ha minimizado el impacto de la rebaja salarial de los funcionarios, ha empezado a reducir la Administración en algunos sectores y, mientras Zapatero todavía prometía en diciembre aumentos salariales, López empezaba a prepararse para reducir el gasto corriente. Son diferencias que explican que el PP siga apoyando al Gobierno vasco, como recalcó ayer públicamente en un foro de debate en Madrid Antonio Basagoiti ante Mariano Rajoy. Por lo demás, los ciudadanos actuaron ayer con mayor responsabilidad que los sindicatos. Quizás haya que someter a debate el papel de estas centrales. Al fin y al cabo, están subvencionadas con el dinero de los contribuyentes.

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