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CARLOS PÉREZ ECHEVARRÍA
Miércoles, 26 de mayo 2010, 04:42
A los cuatro años de la muerte de Carlos, tres asuntos nos acercan a su recuerdo. Uno, la enorme gratitud hacia aquellos que mantienen su memoria a través de Internet. En especial a su compañero y amigo Iñaki Cerrajería. El segundo tiene que ver con la culminación de los actos del 75º aniversario de Radio Vitoria, que nos toca tan de cerca. Carlos colaboró con la emisora con apenas un año. Actuó en varias grabaciones radiofónicas que dirigí y en las que eran precisos los lloros de un niño. Bastaba con que Silvia, su madre, le diese la vuelta en el momento oportuno para que comenzara a quejarse. Así empezó a protestar, algo que continuó haciendo, a su manera, el resto de su vida. Ya de mayor colaboró con Radio Vitoria en diversos momentos.
En tercer lugar, está el debate sobre la capitalidad tras los 30 años de Vitoria-Gasteiz como sede de las instituciones comunes vascas. Una discusión irresoluble en un país de protagonismos permanentes. Sin embargo, la Transición en Euskadi supo asentar de facto esta cuestión con prudente acuerdo, sin forzar las cosas. Carlos escribió mucho sobre esta ciudad, asumiendo sin estridencias lo que es un hecho. Ahí están los dos volúmenes de su 'Travesía' o los innumerables artículos en EL CORREO. De uno de ellos reproduzco: «Mi amiga tardó bastante en darse cuenta de que esta capital autonómica puede ser extraordinariamente interesante si se tiene interés en que lo sea. A veces la gente confunde el tedio ambiental con su tedio interior, como en el poema de Kavafis, y por eso se extraña tanto al descubrir que se aburre en todas partes. No conozco a ningún tipo con el cerebro atento y las antenas de la curiosidad en permanente estado de alerta que sostenga la certidumbre de que ésta es una ciudad insoportablemente lánguida como antaño. Si lo fuera, yo sería el primero en hacer la valija y largarme en un ballenero a Groenlandia».
Por eso Carlos sigue por aquí: en lo que escribió y en nuestro recuerdo. Es imposible pensar que ande sobre la cubierta de un ballenero imaginario, y menos en Groenlandia. Aunque Vitoria a veces lo parezca. A él le hastiaban esos debates localistas y estériles tan propios de nuestra manera de ser. Seguro que pensaba que si se ejercen las funciones de una capital autonómica pues se es capital, y ya está. Sus escritos lo demuestran. Quizá lo que pase es que algunos cerebros cercanos muchas veces no están atentos.
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