

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
BORJA OLAIZOLA
Viernes, 14 de mayo 2010, 12:59
Edad 59 años. Estado civil Casado, con una hija de 27 años. Lugar de residencia Eibar (Guipúzcoa). Lugar de trabajo comarca industrial del Bajo Deba.
Seis meses y medio. Ese era el tiempo que le quedaba a Hermógenes Puerto para empezar a decir adiós a más de cuatro décadas de trabajo y acogerse a una jubilación parcial. Desde que hizo los 59 contaba los días e incluso las horas que le separaban del próximo 12 de enero, la fecha de su cumpleaños. «Tampoco es que tuviese pensado desaparecer del mapa. La jubilación parcial te obliga a tener cierta presencia en el trabajo, pero ya me había hecho planes para pasar largas temporadas en la casa de mi mujer en Villarramiel, en Palencia. Lo que más ilusión me hacía -suspira- es que ¡por fin iba a poder olvidarme del reloj!».
Puerto va a tener que aplazar su ingreso en ese mundo en el que las horas son algo más que una medida para calcular jornadas laborales. El recorte anunciado por el Gobierno endurece las condiciones de acceso al contrato de relevo, una figura introducida en 1991 que ha sido utilizada por miles de trabajadores -este año cerca de 30.000- para acceder al retiro a partir de los 60 años sin merma de la pensión que les correspondería al cumplir los 65. «Nos han hecho una buena putada, sobre todo porque de la noche a la mañana todos nuestros planes se han ido al traste», se lamenta.
Puerto sintió al escuchar el miércoles a Zapatero una sensación parecida a la que le invadió cuando en 1997 se produjo el cierre de la fábrica en la que había estado trabajando 29 años. «Soy de Valoria la Buena, un pueblo de Valladolid, y me vine a Eibar con apenas 17 años porque éramos seis hermanos, nos habíamos quedado sin padre y allí no había nada que hacer. Entré a trabajar en la fábrica de armas cortas Star Bonifacio Echeverría y allí estuve hasta que llegó la crisis y la empresa cerró sus puertas el 27 de mayo de 1997. Yo fui uno de los 141 despedidos. Me quedé en la calle con 45 años, dos hijos y un piso que pagar».
El mundo se volvió un lugar oscuro para Puerto aunque unos meses más tarde un amigo le propuso trabajar como sindicalista para Comisiones Obreras. Su silueta empezó a hacerse familiar en las fábricas del Bajo Deba, una de las comarcas más densamente industrializadas del País Vasco. «Mi trabajo me gusta porque soy extrovertido y estoy en contacto con la gente, pero creo que con más de 40 años de cotización me había ganado el derecho a un cierto descanso», dice. No cree que el futuro de las pensiones corra riesgo alguno -«hay más de 17 millones de cotizantes y eso es mucho dinero»-, pero sí piensa que habría que apretar más las tuercas a los bancos, que «anuncian beneficios escandalosos siendo los culpables de la crisis».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La chica a la que despidieron cuatro veces en el primer mes de contrato
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.