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TONIA ETXARRI
Miércoles, 12 de mayo 2010, 05:09
Los partidos funcionan con dos tipos de encuestas. Las públicas y las que se guardan celosamente para intentar no asustar a los extraños y corregir los errores propios. De las que suele publicar el CIS hace ya tiempo que se dice que su cocina es tan elaborada que acabará por ganarse dos estrellas Michelín. Pero los políticos sólo se creen los sondeos que les favorecen y, cuando no les son propicios, nos remiten a las urnas. Por lo tanto, lo que cuenta el CIS, a un año vista de las elecciones locales, hay que tomárselo con mucha reserva. Sobre todo porque ya sabemos que los sondeos son un estado de ánimo con carácter inmediato.
Si después de los 18 meses que llevamos sin levantar cabeza por encima de la crisis económica, el Gobierno de Zapatero se desgasta tan poco, el castigo es relativo. Y si el PP no tiene una mayor diferencia de voto con el PSOE, señal de que los casos de corrupción apenas le han afectado. Por lo tanto, o hay trampa o hay distancia. El tiempo dirá si la encuesta ha atinado. Porque los sondeos que manejan los principales partidos para consumo propio, por ejemplo en Valencia, escenario de la trama 'Gürtel', dan otra tendencia. Como también se demostrará si las críticas a Zapatero por su inacción ante la crisis le terminan pasando factura electoral.
La conclusión que se desprende del estudio es que Zapatero ha perdido la credibilidad, pero Rajoy no entusiasma. Una desafección ciudadana que entendió la factoría del PSOE. Por eso sacó el fantasma del franquismo a pasear utilizando la causa del juez Garzón y he aquí los resultados. Con el chute de adrelanina antifranquista los socialistas han recuperado 1,8 puntos más que en la encuesta de enero.
En Euskadi el PNV tiene buenos pálpitos de encuestas no publicadas que le sitúan como beneficiario de una concentración de restos nacionalistas en las elecciones locales. A finales de mayo el 'sociómetro' del Gobierno vasco publicará su estudio. Los técnicos aseguran no solo que el Ejecutivo de López, con el apoyo del PP, se está asentando sino que el PNV perdería algún escaño si las elecciones, ahora, fuesen autonómicas. Justo lo contrario de lo que parecía hace seis meses con el gabinete del Euskobarómetro. Son datos que se cruzan mientras en la oposición nacionalista siguen dándose gestos de descortesía con los nuevos representantes institucionales.
El PNV redujo a la mínima su representación en el acto de toma de posesión del presidente del Tribunal Superior de Justicia del Pais Vasco, Juan Luis Ibarra. Su curiosidad, sin embargo, era tan notoria que algunos jelkides siguieron el acto a través de las ventanas de Sabin Etxea. Se le echó de menos al alcalde de Bilbao, Azkuna, que, desde que el PNV ya no manda en el Gobierno vasco, no exhibe su 'verso suelto' con la campechanía de otros tiempos. Suelen recordar los concejales que el alcalde, al dar la enhorabuena a Begoña Gil, edil de Bilbao y esposa del lehendakari, le trasmitió su felicitación, en una sesión del Ayuntamiento, «por lo de tu marido». Debería cuidar su imagen más libre y menos partidaria porque, por encima de las siglas que representa, ése ha sido su principal capital electoral.
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