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DAVID GUADILLA
Domingo, 25 de abril 2010, 11:21
Sin querer romper la baraja y con un lenguaje calculado hasta el extremo, la izquierda abertzale insistió ayer en su apuesta por las vías «exclusivamente políticas», pero sin desmarcarse de ETA y sin exigir el abandono de las armas. Aun así, hizo dos inusuales llamamientos a la banda. Por un lado, sostuvo que los atentados pueden llevar a una situación de «colapso» que impida una salida negociada y, por otro, reclamó a la organización terrorista que «atienda de forma constructiva a los emplazamientos» expuestos en Bruselas en marzo, cuando varios mediadores internacionales pidieron a ETA un «alto el fuego permanente y verificable».
Alrededor de 175 personas vinculadas a la izquierda abertzale presentaron ayer en Pamplona la continuación de la 'Declaración de Alsasua' -hecha pública el pasado noviembre y que fijaba una hoja de ruta para abrir otro «proceso de negociación» entre el Gobierno y ETA en un contexto de ausencia «total» de violencia- y de la resolución 'Zutik Euskal Herria', aprobada por sus bases a mediados de febrero tras un intenso debate. Dos documentos en los que se apostaba por las vías políticas y se aludía a los 'principios Mitchell' que facilitaron el proceso de paz en Irlanda del Norte.
El texto hecho público ayer en la capital navarra se denomina 'Tras las conclusiones, el camino y los pasos. La izquierda abertzale en marcha'. A su presentación acudieron rostros conocidos: entre ellos, Rufi Etxeberria, Jone Goirizelaia, Txelui Moreno, Karmele Aierbe o Ainhoa Etxaide, secretaria general de LAB. Una puesta en escena destinada a visualizar el respaldo a la propuesta.
El documento ahonda en argumentos conocidos, como la apuesta por las vías «exclusivamente políticas», una reflexión ya incluida en el acuerdo de legislatura suscrito por el PNV y EA con Euskal Herritarrok en 1999, en plena tregua de Lizarra, y en la 'Declaración de Anoeta' de 2004, preludio del último proceso de paz. En ambos casos, ETA volvió a asesinar.
Aun así, la izquierda abertzale insiste en retomar los principios expuestos por Arnaldo Otegi en la capital guipuzcoana «para una solución justa». En este sentido, aboga por crear una mesa negociadora entre ETA y el Estado sobre «la desmilitarización del país», la «liberación de los presos», la vuelta «de los exiliados» y un «tratamiento justo y equitativo al conjunto de las víctimas», una alusión que tampoco suele aparecer en los comunicados de la izquierda abertzale.
Y es en este contexto donde se censuran los efectos de las «acciones armadas». Pero no de manera directa. La izquierda abertzale utiliza un rodeo. No exige a ETA que cese su actividad, sino que expone una reflexión: «lejos de solucionar los bloqueos del diálogo», los atentados -y la «represión» del Estado- provocan «un bloqueo superior» que lleva «a las partes a posiciones alejadas de la solución y a un escenario de colapso». Un llamamiento que, a pesar de no ser explícito y «no ser el paso final», algunos medios políticos consideran de «calado».
A la espera de la banda
Una estrategia similar mantiene a la hora de valorar la declaración realizada por varios mediadores internacionales en Bruselas, en la que se pedía a ETA «un alto el fuego permanente y verificable» y al Gobierno una disposición favorable al diálogo. En lugar de exigir a la banda que cese su actividad, la izquierda abertzale, que apuesta por la acumulación de las fuerza soberanistas e insiste en los 'principios Mitchell', sostiene que esos «emplazamientos deberían ser atendidos de forma constructiva».
La pregunta es cuál será la respuesta de ETA. Hasta la fecha ha ido en sentido contrario. En dos comunicados publicados a mediados de enero y primeros de abril insistió en la validez de la violencia y obvió los 'principios Mitchell'. «Están en un pulso que va a llevar tiempo, pero ese mundo no se va a romper», sostiene un político vasco. A su juicio, el documento publicado ayer es parte de «los deberes pendientes» que tenía la izquierda abertzale si quiere volver a la política, algo que se da casi por descartado para las elecciones de 2011. «Quieren pero no pueden, es su culpa. No deja de tener gracia que apelen a Anoeta. No estarían en esta situación si hubiesen cumplido lo que dijeron entonces», afirma.
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