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J. F.
Martes, 20 de abril 2010, 04:37
El chef más cotizado del mundo saca su lado divertido para abordar cuestiones menos trascendentes que el catalán sabe muy bien cómo llevar a su terreno.
- ¿Usted cuece o enriquece?
- ¡Joder, cuece o enriquece! Esto sí que no me lo habían preguntado nunca. Procuro sumar, que se acerca más a enriquecer. Mire, el otro día me vino un señor en un bar y me dice: «Te odiaba, pero escuchándote he cambiado de opinión». Yo le pregunté a ver por qué le caía mal y me dijo que él era arquitecto y quería que su hijo también lo fuera. Estuvo años luchándolo y resulta que un día el hijo le dice que quería ser cocinero como Ferran Adrià. «Y todo el esfuerzo de mi vida se fue a tomar por saco, así que te odiaba sin conocerte», explicaba. Hay que ser muy pragmático, igual alguien le odia a usted mañana porque no me ha preguntado por el Barça.
- Por el Barça no, pero sí por el deporte en general. Noto que suele utilizar ejemplos deportivos, ¿tanto le gusta?
- Es para que lo entienda todo el mundo. Tener referentes es fundamental.
- Pero, ¿le gusta el deporte o no?
- Sí, me gusta mucho el fútbol. Esa es otra, de fútbol entiende todo el mundo y es mucho más complejo de lo que parece. Es como una partida de ajedrez.
- De cocina también opina todo el mundo.
- Sí, y es normal. Pero yo lo prefiero así a que la gente no te discutiera nada. Me encanta que los clientes opinen, y que me digan que les gusta más la tortilla de patatas de otro. Mis amigos, los que no son cocineros, son los que más me discuten los platos.
- ¿Alguna crítica divertida?
- Muchas, me discuten todo y me encanta porque eso te humaniza. Nadie discute sobre el plutonio. Si es que la cocina es un lenguaje universal.
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