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JOSÉ MARI REVIRIEGO
Miércoles, 14 de abril 2010, 13:27
El juez Juan del Olmo Gálvez (Murcia, 1958) ha vuelto a casa. Lo hizo en silencio, discreto como es él, a pesar de algún que otro sonoro encontronazo judicial durante su etapa como magistrado de la Audiencia Nacional. Instructor del 'caso Egunkaria', que ha recibido un varapalo sin precedentes por el cierre del periódico en euskera, y del sumario sobre los atentados del 11 de marzo, Del Olmo buscó refugio en su tierra natal tras la investigación de la masacre perpetrada en 2004 por terroristas islámicos en Madrid. Quienes le conocen dicen que acabó «agotado profesional y anímicamente». Que sufrió presiones para incluir la huella de ETA en ese sumario por parte de los promotores de la llamada 'teoría de la conspiración', luego invalidada por la sentencia. Incluso, salió tan escaldado que renunció a la posibilidad de una promoción profesional en la judicatura. Y desapareció de la primera línea de la justicia.
Antes, en 2003 y a petición de la Fiscalía, impulsó la clausura cautelar de Egunkaria y la imputación de cinco de sus directivos por presunta vinculación con ETA, absueltos siete años después en una sentencia que ha puesto seriamente en cuestión su instrucción. En su última decisión polémica en la Audiencia Nacional, ordenó en 2007 la retirada de los quioscos del número de la revista 'El Jueves' que dedicaba su portada a una caricatura de los Príncipes de Asturias en una postura sexual explícita. El caso se quedó en una multa de 3.000 euros para los autores por injurias a la Corona.
Reservado
Extremadamente reservado, su pista resurge en la capital murciana, donde ejerce ahora de juez. Simplemente. Desde junio de 2008 es magistrado de la Sección Penal Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia. En lo personal, allí vive con una fiscal de Murcia, tras casarse en segundas nupcias. Se ha dejado barba, de la que despuntan canas, eso sí, bien arreglada.
Fiel a su carácter circunspecto, ayer no quiso hacer valoraciones públicas sobre la resolución que ha librado de cargos a los procesados de Egunkaria. «Respeto las decisiones judiciales», se limitó a decir Juan del Olmo en declaraciones a La Verdad de Murcia. Lo único que rompe su imagen políticamente correcta es el bastón con el que sigue ayudándose al caminar, recuerdo de un incidente de tráfico cuando estrenaba su carrera profesional en el Juzgado de Primera Instancia de Durango -tuvo un accidente a mediados de los ochenta bajando el puerto de Urkiola-. Luego, saltó a Cieza, Murcia. Pisó por primera vez la Audiencia Nacional en 1998 para sustituir a Javier Gómez de Liaño, inhabilitado por prevaricación. En 2001 se hizo con la plaza de titular. En 2008 volvió a Murcia, seguramente para quedarse.
Muy a su pesar, Juan del Olmo ha vuelto a ser actualidad por la sentencia absolutoria del 'caso Egunkaria'. De él se destaca su rigor y «meticulosidad» en las instrucciones. «Parecía que hubiese nacido con la toga», señala un compañero de promoción. Estudiante en los maristas, no ha perdido la pinta de 'el primero de la clase'. «Sorprende que un juez de su seriedad se haya podido columpiar», explica un conocido. En Murcia sigue siendo esquivo con los medios de comunicación. Como mucho, se suelta algo a puerta cerrada, con una cervecita por el medio, pero siempre con el 'off the record' como dictamen. Ayer, de nuevo, 'no comment'.
Como titular del Juzgado de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Del Olmo dirigió la oficina judicial creada para la investigación de los atentados del 11 de marzo de 2004. Por lo que dicen quienes han seguido de cerca su trayectoria, esa instrucción acabó por marcar su carrera y, a la postre, su vida. Literalmente se dejó la vista en los miles y miles de documentos apilados por las pesquisas policiales. Como apenas podía leer, se hizo colocar en su despacho una televisión con pantalla gigante para poder aumentar la tipografía de los informes y seguirlos sin tantos problemas. «Le consumió».
Frente a Gómez Bermúdez
Juan del Olmo se cruzó aquí con el juez Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal y ponente de la sentencia del 11-M; su antítesis. Del Olmo, bien peinado, huidizo ante la cámara, anónimo paseante por El Retiro; frente a Gómez Bermúdez, cabeza rasurada, voz grave, a gusto firmando autógrafos en la calle. Personalidades distintas para encarar un mismo reto. Aunque evitó entrar en los detalles descritos por Del Olmo sobre diferentes pistas del integrismo radical islámico, Bermúdez dio por buena la mayor parte de la instrucción.
Con Egunkaria, no. Gómez Bermúdez cuestiona en la sentencia absolutoria algunos ejes del trabajo llevado a cabo por Del Olmo y convierte casi en acusados a la acusación. Al instructor el varapalo le pilla en su refugio de Murcia. Siendo magistrado de la Audiencia Nacional, considerada una plataforma para cotas más altas, como ascender al Supremo o a la presidencia de una Audiencia, volvió a casa, a donde llegó sin armar ruido. Después de 22 años en la carrera judicial, se buscó acomodo como juez de la Audiencia Provincial de Murcia. Tras colgar la toga, marchó discretamente a casa apoyado en su bastón. No cojea tanto como dicen.
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