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Los pequeños de la eskola txikia de Okondo escuchan a la andereño mientras les lee un cuento en la clase. :: JOSÉ MONTES
Escuelas en minúsculas
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Escuelas en minúsculas

Las demandas de ampliación de tres centros abre un debate sobre las eskola txikiak 2.400 alumnos de distintas edades comparten aula en los 50 colegios rurales vascos

MARÍA JOSÉ TOMÉ xxx@diario-elcorreo.com M. J. TOMÉ

Domingo, 11 de abril 2010, 04:42

Antaño se llamaban escuelas rurales, después pasaron a denominarse unitarias y ahora su nombre hace estricto honor a su condición: escuelas pequeñas. En el actual curso, unos 2.400 chavales de entre 2 y 11 años estudian en una de las 50 eskola txikiak diseminadas por toda la geografía vasca, la mayoría en pequeños núcleos de población de apenas varios centenares de habitantes o en recónditos barrios alejados del centro educativo de su municipio. Su peculiaridad, aparte -o debido- a su reducido tamaño (las hay hasta de una sola clase), es que en una misma aula conviven alumnos de hasta cuatro cursos diferentes en una especial simbiosis.

La batalla emprendida por los padres y madres de tres pequeños centros guipuzcoanos ha abierto en las últimas semanas un debate que ha llegado hasta el Parlamento vasco. Estas familias, apoyadas por la federación de padres y madres Ehige, reclaman a Educación la implantación de la etapa completa de Educación Primaria, de tal forma que un crío que empiece con dos años no tenga que salir a otro centro hasta los 12 años. Los padres acusan al Gobierno de incumplir los «acuerdos» alcanzados con el anterior Ejecutivo, que prometió «potenciar y relanzar» estas escuelas.

¿Merece la pena mantener una infraestructura educativa para un número reducido de alumnos cuando a unos pocos kilómetros existe un centro donde podrían escolarizarse? ¿Deberían primar, en lugar de la sostenibilidad económica, criterios como la cohesión social, la vida que una escuela insufla a un pueblo, el derecho de los escolares a escolarizarse en su entorno? ¿Es razonable, desde un punto de vista pedagógico, que niños de hasta cuatro edades diferentes -como ocurre en algún caso- estén agrupados en el mismo aula? Estas son las cuestiones sobre las que pivota la discusión. «El alumnado se siente recogido, nuestros modelos pedagógicos se analizan positivamente en toda Europa, nuestros resultados al pasar a la secundaria son muy buenos, aprendemos en cooperación y diversidad», defienden desde Ehige, que ha difundido un manifiesto de apoyo a estos centros, «el alma de un pueblo».

Porque uno de los argumentos que esgrimen los padres es que, para hacer frente al despoblamiento, es «imprescindible» mantener las escuelas en los pequeños núcleos rurales. El director de centros del Gobierno vasco, Marcelino Hernández, cree que la mayoría de las eskola txikiak están «justificadas» y son muestra de la «versatilidad» del sistema, pero sostiene, que en algunos casos, «la calidad de la oferta educativa no puede quedar supeditada a criterios como la cercanía de los escolares a su lugar de residencia». «Lo que no podemos hacer es abrir un ciclo de Primaria en un centro cuando sólo hay un alumno en el primer curso», apuntó en referencia a la escuela de Larraul. Sin embargo, el Parlamento vasco, con los votos de PNV, PP, Aralar, EA, EB y UPyD, ha instado al Gobierno a que para el próximo curso escolar se abran aulas para los escolares de 6 y 8 años y que se continúe progresivamente hasta acabar el ciclo, con 12 años.

En principio, el Departamento de Educación no prevé implantar más líneas, salvo que criterios de crecimiento demográfico hagan viable el mantenimiento «sostenible» del centro de cara al futuro, lo que creen que no sucede en los casos que han suscitado la polémica. Hernández sostiene, además, que la mezcla de más de tres edades no favorece el «aprendizaje entre iguales» e incluso, puede ser una «rémora» en Primaria, cuando la enseñanza es más específica que en Infantil. Las familias defienden la vinculación que la educación debe tener con el entorno y niegan que pidan aulas para «6 u 8 alumnos». «Nuestros pueblos han crecido porque las familias queremos quedarnos en ellos y las escuelas tiene que crecer también», aseguran portavoces de Ehige. Ésta es la realidad cotidiana de las eskola txikiak.

Montorre Gautegiz Arteaga (Vizcaya)

«No somos la hermana pobre del sistema»

Son las 12.30 en el colegio Montorre de Gautegiz Arteaga, una localidad de poco más de 800 habitantes en plena Reserva de Urdaibai. En una de las clases, nueve chavales se aplican con la asignatura Inguruaren Ezaguera (Conocimiento del Medio), lo que para las generaciones educadas en la EGB eran las Ciencias Naturales. En un extremo de la hilera de pupitres de madera, colocados en forma de U, se sientan, Imanol y Jarein, los mayores de la clase. Cursan 6º de Primaria mientras que sus compañeros Damaris, Amaia, Nahia, Jon, Leire, Iratxe y Markel estudian 5º. El curso que viene, los 'veteranos' dejarán Montorre para cursar ESO en el instituto Barrutialdea; su lugar en la clase será ocupado por los cuatro chavales que ahora están en 4º de Primaria.

«Y así la rueda vuelve a empezar», explica José Luis Bardón, que lleva 30 años como director de esta eskola txikia. El centro tiene 44 alumnos, agrupados de dos en dos cursos. No ha sido siempre así; hasta hace cuatro años, las aulas reunían a chavales de hasta tres edades diferentes.

A Bardón no le gusta hablar de las supuestas ventajas de la escuela pequeña frente a la tradicional; con mucha diplomacia, prefiere destacar sus «características», aunque todas sean positivas. En primer lugar, el director del centro de Montorre destaca que la mezcla de alumnos de distintas edades favorece la diversidad, fomenta el trabajo corporativo, incentiva a los chavales, que se vuelven más autónomos, aprenden por contagio... «Muchas veces, tenemos prejuicios por mezclar a alumnos de distintas edades, y no debería ser así».

La clase de 5º y 6º está presidida por una flamante pizarra digital; Eskola 2.0 también ha llegado al pequeño centro de Montorre. Jon Ander, el profesor, explica que utiliza los libros de texto para 'fabricar' el material docente a medida para la clase. Los alumnos trabajan los mismos temas, aunque «los mayores lo hacen de forma más profunda y con distintos recursos».

La cercanía al medio es otra de las ventajas: los alumnos trabajan en un proyecto de observación científica de las aves de la Reserva del Urdaibai, en el entorno de la escuela. El trimestre pasado se centraron en la espátula, éste le toca al águila pescadora, cuya esbelta imagen aparece en el encerado de última generación. Son los propios chavales los que salen a la reserva a realizar las observaciones, a tomar fotografías... «Las eskola txikiak no son una rémora, sino que garantizan plenamente la calidad de la enseñanza. Lo que no podemos hacer es repetir los esquemas de una escuela grande, tenemos que desarrollarnos a partir de nuestra propia especificidad», sostiene José Luis Bardón. «Podríamos ser la hermana pobre del sistema, pero no es así. Somos una escuela pequeña y estamos muy orgullosos».

Okondo Eskola Okondo (Álava)

«Aquí, todos hacemos de todo»

«Tenemos que hacer de todo, desde abrir la puerta a coger el teléfono o aprender a llevar las cuentas por si la directora está de baja». La versatilidad no es problema para Gema Corbella y los otros cuatro profesores de Okondo Eskola, que se manejan como una gran familia con los 31 niños que tienen a su cargo. «A veces echamos de menos no tener grupos más grandes. Si hacemos un teatro en clase, nos falta público, pero en cambio, la atención es mucho más individualizada», explica la profesora. Las madres están encantadas, como Asun y Bea Urkijo que comparten un rato de charla a la puerta del 'cole'. «El centro es nuevo y está muy bien dotado de recursos y personal, pero nos apena que tengan que dejarlo cuando empiecen Primaria».

Okondo ha crecido mucho en los últimos años y la escuela antigua se había quedado pequeña. Ahora esperan que sus vecinos traigan a los niños que nazcan en los próximos años al centro para forzar una ampliación y si pueden, evitarse el viaje diario a la ikastola Etxaurren de Respaldiza en Primaria y al instituto Zaraobe de Amurrio en Secundaria. De momento, ya cuentan con una guardería que acaba de abrir sus puertas. Una buena señal.

El camino no ha sido fácil. Hasta la apertura de nuevo edificio «llevábamos a los niños a comer a un restaurante del pueblo», recuerda la directora de centro, Idoia Tudanca. Ahora ya disponen de un comedor y todos los días sirven un catering a los diez pequeños que usan el servicio.

Las aulas son cálidas y acogedoras. Los niños se sientan en una enorme alfombra para escuchar el cuento con el que comienza la clase y comparten las experiencias del día anterior o practican sus primeras palabras en euskera. Al ser tan pocos niños «comparten mucho tiempo. Los mayores cuidan de los pequeños, les ayudan y al mismo tiempo aprenden todos juntos», dice la directora.

Zubieta Eskola Zubieta (Guipúzcoa)

«Creemos que buscan cerrar la escuela»

La eskola txikia de Zubieta es uno de los centros 'culpables' del debate suscitado en torno a este tipo de colegios. Donostiarra, aunque más cercana a Lasarte-Oria y a Usurbil, Zubieta, con 500 habitantes, mantiene su encanto rural pese a su notable crecimiento. Su escuela acoge a 38 chavales, 31 de entre 2 y 6 años (Infantil) y 7 de 6 a 8 años (primer ciclo de Primaria). Desde el próximo curso, 14 de estos chavales tendrán que salir de sus aulas.

Educación pretende limitar su oferta a la etapa de Infantil. Tres profesores fijos, otro de música a media jornada y un quinto itinerante dan sus clases en esta escuela, que cuenta con dos aulas y otra prefabricada en el exterior, además de un patio de juegos. Su entorno, con grandes espacios verdes, un frontón de rebote al descubierto y columpios, es un paraíso para los chavales.

«Necesitaríamos dos gelas (aulas) más para ampliar la educación hasta los 12 años, pero la realidad es que el Gobierno vasco nos quiere cerrar el edificio prefabricado y que solamente formemos a niños de hasta los 6 años. A partir de ahí consideran que Usurbil o Lasarte son los lugares donde debemos escolarizar a nuestros hijos», se quejan Mayi Sola y Ana Borrezo, profesora la primera y ambas madres de dos hijos cada una, matriculados en el centro de Zubieta.

En su lucha por garantizar el mantenimiento de estas aulas, los padres han hecho encuestas puerta a puerta que revelan que en el futuro inmediato la escuela «podría tener 60 alumnos». El propio barrio se ha ofrecido a correr con los gastos de construir un nuevo edificio anexo. «No atienden a nada. Los socialistas se muestran inflexibles, tanto en el Gobierno vasco como en el Ayuntamiento de San Sebastián. Creemos que este primer recorte significará con el tiempo el cierre definitivo de la escuela».

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