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Freire luce el maillot amarillo en el podio de Amurrio. :: MIKEL FRAILE
A Freire no le gusta el amarillo
Vuelta al país vasco

A Freire no le gusta el amarillo

Segundo por tercera vez, el cántabro recoge el liderato, un premio que ni buscaba ni esperaba

J. GÓMEZ PEÑA |

Jueves, 8 de abril 2010, 17:57

¿Dónde está el líder? La meta de Amurrio se lo pregunta. Los comisarios y miembros de la organización le buscan. Le encuentran al fin en el coche del Rabobank. Es Freire, que ni lo espera. El cántabro anda a solas con su cabreo por perder otra vez la etapa. «Mal, mal, me he colocado mal», refunfuña. Entonces se lo dicen: es el primer clasificado de la Vuelta. Cara de póker. ¡Y qué! Él no ha venido a eso. Pero el protocolo manda y tiene que volver hacia el podio. Para allá va, en chándal, zapatillas y masticando su bocata. A lo suyo: «Mal colocado, he entrado mal colocado», repite. Mientras le visten de amarillo, sólo piensa en su «error táctico». En la duda al trazar la última curva. El podio le recibe con aplausos y él, en chándal negro, parece no entender tanta euforia. ¿Por qué le ovacionan? Armstrong es el ciclista mediático. Contador, el mejor. Freire es Freire.

La primera vez que el cántabro apareció por el Tour, se atrevió a decir que a él esa carrera no le gustaba. Sonó a sacrilegio ciclista. En 2008, le obligaron a llegar hasta París para recoger el maillot verde, el de la regularidad. No es vestido para un genio como él. Y declaró: «No me vuelven a ver en una como ésta». Ahora, el Rabobank le ha alistado en el próximo Giro. Y tampoco le hace ninguna gracia. No le van los atracones de etapas ni los kilómetros en vano. Lo suyo es menú de delicatessen: la Milán-San Remo, el Mundial, la Gante-Wevelgem... Ganar donde le gusta.

Por eso ayer, cuando por sorpresa le dijeron que era el nuevo líder de la ronda vasca en lugar de Valverde, enarcó las cejas y sonrió por compromiso. Era demasiado leve el consuelo para su tercera derrota en tres días. En Amurrio fue el italiano Gavazzi el que le dejó en el puesto del que no ha salido en toda la carrera: el segundo. El que más le incomoda. Freire no es un líder; es un ganador. Su única vocación.

Fue un día de meteorología traviesa: viento, nubes y algunas gotas en la salida de Viana; sólo tres grados en la cima de Azazeta; sol después, ya en el alto de Zarate... Tuvo de todo, salvo arco iris, el símbolo del campeón del mundo, la etiqueta que por tres veces lleva impresa Freire. Estaba claro: tampoco iba a ser su etapa. Ni lo fue de los escapados: Egoi Martínez y Alan Pérez (Euskaltel), Vorganov (Katusha), Mayoz (Footon), Di Gregorio (Francaise) y el suizo Albasini (Columbia). Vorganov, situado a sólo un minuto y 40 segundos de Valverde, fue líder un buen rato. Albasisi, ganador el año pasado en Güeñes, era el más venenoso para la llegada: «Con doce años subí el Galibier para ver a Induráin y Rominger», cuenta. Ayer no pudo imitarles. La fuga pereció entre el estrecho alto de Mendeika y Amurrio.

La villa tiene un asfalto pantanoso: curvas y también muchos badenes, esos nuevos baches municipales. En el sprint siempre estás a punto de tocarte. Y en Amurrio las vallas parecían las dos hojas de un tijera. Doblada. Cimitarra. El Rabobank de Freire llegó sin aliento. Le dejó huérfano otra vez. Solo en una partida contra el riesgo. Valverde, que sí piensa en la general, se había refugiado en el grupo. Pero aparecieron otros, como Vigano, un ciclista del Sky, el que hizo dudar a Freire. «No sabía si pasarle por la derecha o por la izquierda en la curva».

La suerte trabaja a tiempo parcial en el ciclismo y ayer no estaba por Freire. Ese mal movimiento le supuso un jaque mate en contra. Salió el noveno del giro y acabó segundo tras Francesco Gavazzi, italiano, del Lampre y que nada tiene que ver con Pierino Gavazzi, verdugo de Saronni en la Milán-San Remo (1980). A 200 metros de la meta, todos los movimientos cuentan. Y Freire dio un paso atrás. En esta Vuelta al País Vasco no ha encontrado su turno.

De ahí que se marchara directo al autobús, enfurruñado. El arco iris fue ayer un espejismo. Y el amarillo del líder no es luz suficiente para el tricampeón del mundo. Sabe que no es su color. Hoy lo perderá en las rampas de Arrate, el lugar llamado a resquebrajar la clasificación. A calibrar a los mejor situados: Valverde, Joaquim Rodríguez, Schleck, Gesink , Horner, Zubeldia y Cunego. A descubrir el talento de Intxausti, Urán o Hermans. A ver si es posible la remotada de Samuel. Arrate pregunta hoy de nuevo: ¿Quién es el líder? A Freire eso ni le va ni le viene.

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