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Urkullu charla con Agirre en un desayuno informativo. :: TELEPRESS
El PNV manejará la crisis con mano dura para evitar que su imagen salga dañada
POLÍTICA

El PNV manejará la crisis con mano dura para evitar que su imagen salga dañada

La fulminante dimisión del diputado foral marca el camino que quiere seguir Urkullu con los cargos internos del partido

O. BARRIUSO

Viernes, 19 de marzo 2010, 03:41

El PNV desea evitar a toda costa que le pase como a Mariano Rajoy con el 'caso Gürtel'. El EBB es plenamente consciente de que la simple sospecha de que sobre el partido pueda planear la sombra de la corrupción le puede pasar una abultada factura en las urnas y, sobre todo, convertirle definitivamente en 'un partido más', con las mismas debilidades mundanas que otros e idénticas consecuencias. Por eso, la consigna a seguir es contundencia, eficacia y rapidez. Iñigo Urkullu quiere manejar la crisis sin paños calientes y minimizar «lo más rápido posible» el impacto del terremoto político en la credibilidad y «honorabilidad» del partido, como demuestra la fulminante dimisión, ayer, del rostro principal de la supuesta trama corrupta, el diputado foral alavés Alfredo De Miguel.

Según las fuentes consultadas, aunque en los estatutos jeltzales no existe la figura de la suspensión temporal o total de militancia, el resto de imputados podría seguir un camino similar y abandonar sus cargos si se siguen acumulando los indicios contra ellos. La expulsión definitiva del partido, en cambio, debería esperar a una hipotética sentencia condenatoria o bien a que los tribunales internos acumulasen pruebas «concluyentes» que corroborasen la culpabilidad de los militantes detenidos el martes y ya en libertad. «Si se demuestra, van a la calle», avisan los jeltzales, que tampoco se opondrían a una comisión de investigación en las Juntas alavesas.

Las palabras más repetidas entre los cargos consultados son «desolación», «cabreo» y «desánimo». En Sabin Etxea, el cuartel general de los jeltzales, se admite «tensión» y «malestar» pero se apela a la «tranquilidad» que, aseguran, les da la convicción de saber que el partido «está al margen» de cualquier actividad ilícita que pudieran haber desarrollado el 'hombre fuerte' de la formación en Álava y los otros siete 'fontaneros' y militantes implicados, entre ellos un burukide del Araba buru batzar y un asesor del Tribunal de Cuentas. De hecho, desde el entorno de Iñigo Urkullu -que ve con alivio que los imputados hayan quedado libres sin fianza, lo que les hace presumir delitos «menores»- se niega cualquier vinculación del supuesto cobro de comisiones ilegales por la compraventa de terrenos en el parque tecnológico de Miñano con la financiación del partido. «Esto no tiene nada que ver con las finanzas del PNV», aseguran, y recuerdan que el instructor está «investigando a ocho personas», que el sumario es todavía secreto y que, en este momento procesal, una acusación de ese calibre sólo podría acabar «en los tribunales». «Si se demuestra que hay algo será algo personal de ellos», apuntan. Más claro, agua: al partido no le va a temblar la mano a la hora de sacrificar a aquel sobre el que recaiga la sospecha para salvaguardar su buen nombre, que saben ya 'tocado' sea cual sea el desenlace del caso.

La dirección peneuvista está convencida de que es preciso taponar la herida antes de que se gangrene y que ésa es la única manera de evitar que la opinión pública acabe tomando el todo por la parte. La lentitud de reflejos de Rajoy, que tardó meses en hacer rodar cabezas en el PP valenciano -sólo cayó Ricardo Costa, entonces 'número dos' del partido- y el desgaste que le acarreó les sirve de espejo. «A nosotros no nos ha temblado el pulso», recalcan.

Urkullu, en Vitoria

Aunque ha depositado la responsabilidad de las explicaciones públicas en el presidente de la ejecutiva alavesa, Iñaki Gerenabarrena, el líder del PNV, Iñigo Urkullu, ha permanecido en todo momento al frente del 'gabinete de crisis' en que se convirtió, el martes y ayer, la sede vitoriana del ABB. El máximo responsable de la ejecutiva peneuvista viajó a la capital alavesa nada más desatarse el escándalo y regresó ayer. Su postura ha sido desde el principio inflexible: no hubo dudas ni titubeos en la decisión que «por unanimidad» tomaron Urkullu, Gerenabarrena y el diputado general alavés, Xabier Agirre, de exigir a De Miguel que presentara de forma inmediata su dimisión.

La necesidad de respetar la presunción de inocencia y el desconocimiento de los cargos de los que se le acusa aconsejan, por otro lado, prudencia, teniendo en cuenta que el partido se puede permitir unos ritmos algo más pausados que la diputación alavesa. En el caso del burukide Aitor Telleria, como cargo electo que es en el organigrama del partido, sólo él podría tomar la decisión de renunciar a su responsabilidad interna. Pero desde el PNV advierten de que «si se tomase la decisión de pedirle que dimita parece difícil que no lo haga».

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