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ÓSCAR CUBILLO
Sábado, 27 de febrero 2010, 03:38
En los pinitos de la movida vasca Los Santos tocaban pop y eran... cool. Su alma mater, José Ignacio Dermit, alias Bilillo, vuelve a la carga y recuerda su combo legendario. «Los Santos fueron uno de los grupos más importantes de Bilbao en la primera mitad de los 80, la época de la new wave, de la movida madrileña, etc. Ganamos concursos, teloneamos a grandes figuras (Kinks, Tina Turner, Nacha Pop), fuimos muy bien tratados por los medios locales y nacionales, grabamos un par de discos y logramos congregar un público fiel y bastante numeroso para la época y la ciudad. Bilbao nunca ha sido muy poppie, que digamos. Hacíamos un pop ácido y tierno. Juan de Pablos lo definió como 'pop crispado'».
Duraron menos que su leyenda. «Empezamos en 1981, cuando el ambiente musical se hizo propicio para la música que nos gustaba y milagrosamente pudimos comprar equipo. Acabamos en 1986, noqueados por unos cuantos golpes del destino y arrollados por el rock radical vasco, que era lo que de verdad molaba al personal». En los 90 pretendieron volver un par de veces, «en intentos muy desmañados». Luego Bilillo mató el mono tocando en ocasiones a dúo con Teddy Baxter, guitarrista de su grupo, Los Sullos.
Intercalemos un párrafo personal y preguntemos a Bilillo de qué curra y demás: «Trabajo dando clases de historia e inglés en el Colegio Artagan, uno de los secretos mejor guardados del mundo educativo bilbaíno: un colegio recoleto, amable y eficaz. Vivo en Santutxu y la mayor parte de los fines de semana los paso en Madrid, porque mi mujer trabaja allí. Tuve un primer matrimonio del que nacieron cuatro hijos increíblemente amables, capaces y guapos, y ahora vivo un segundo y feliz matrimonio».
Retomamos la música comprimiendo sus influencias, libadas muchas durante una adolescencia sintonizando Radio Luxemburgo: pop británico desde Beatles a Costello; cantautores americanos; pop español entre Brincos y Nacha Pop; y nuevas asimilaciones tipo Ryan Adams y Ron Sexsmith.
Un Morrisey a la española
Tras conocer tales refinadas apetencias, le inquirimos por el título del álbum que le reactiva, un cancionero vivaz y nada nostálgico. «Se llama 'Vago' porque esa canción se aproxima a una filosofía vital nada original pero muy sentida. No me refiero a la vagancia vacía tipo concursante de Gran Hermano, sino al ocio en sentido clásico. ¡Pero no voy a titular un disco 'Ocioso'! O sea, odio los teléfonos móviles, las reuniones de empresa, los centros comerciales... Amo los paseos en solitario y sin objetivos, las charlas sin límite de tiempo, la pausa del cigarrito... Sólo de esos momentos sin urgencia pueden surgir las ideas, sentimientos y acciones que hacen que la vida merezca la pena».
'Vago' es un álbum melancólico, perdedor y heterosexual. Popero británico, yeyé hispánico, de inclinación paradójicamente donostiarra y vocalmente afectado, incluso doliente. Bilillo es una suerte de Morrissey español y desentraña el fruto de su inspiración: «Es una recopilación de todas las épocas de mi vida, lo que implica bastante variedad melódica y temática. La producción de Baxter ha respetado exquisitamente esa diversidad. Hay pop vigoroso ('La posada de la muerte), épico ('Vago'), dulce ('La escoba de una bruja'), frívolo ('El proscrito')... Está muy bien grabado, hay músicos de prestigio como Carlos Velasco, y un técnico con implicación como Saúl Santolaria. A mi vanidad otoñal le parece que son diez canciones de verdad».
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