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MARÍA REGO
Martes, 23 de febrero 2010, 09:07
No hay un perfil concreto. Desde la 'madre coraje' de fuerte carácter, a la joven tímida y parca en palabras. Todas, sin excepción, pueden caer en las garras de un maltratador y sufrir un auténtico martirio hasta que deciden transformar su cruel historia en denuncia ante los tribunales. El último año, 698 alavesas demandaron a sus parejas o antiguos compañeros y maridos por agresiones físicas, verbales o, en los casos más extremos, por ambas. Y en casi la mitad de los casos, en más de 300, los hombres no se habían atrevido a levantarles la mano, sino que les habían insultado, vejado y menospreciado de múltiples formas, es decir, las convirtieron en víctimas de maltrato psicológico. «Por fin se ha tomado conciencia de que existe este delito, aunque sea muy complicado demostrarlo», subraya Blanca Estrella Ruiz, presidenta de la asociación Clara Campoamor, con cierto pesar.
El informe anual del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vitoria, al que ha tenido acceso EL CORREO, desvela sin embargo un ligero descenso en el número final de denuncias tramitadas en 2009, en torno a un centenar menos. Eso sí, la fría estadística se mantiene casi intacta respecto al curso anterior: dos mujeres se presentaron cada día en los tribunales para intentar acabar con su pesadilla. «No es un dato para el optimismo porque esos casos son sólo los que se ven. Detrás está lo que no se ve y lo que no se oye, o incluso lo que se oye, pero no llega» ante el juez, advierte Blanca Estrella Ruiz.
Más jóvenes
Tampoco invitan a la esperanza las cifras que maneja la Diputación, cuyo servicio de atención psicológica mantuvo el pasado ejercicio un número similar de asistencias por esta lacra. E incluso se observó «un ligero incremento». «A pesar de los esfuerzos para concienciar y sensibilizar a la población, detectamos que está bajando la edad de los maltratadores y de las mujeres agredidas», indica Covadonga Solaguren, responsable foral de Política Social y Servicios Sociales, que trabaja ya en el Tercer Plan de Igualdad del territorio. Sus informes alertan sobre la petición de ayuda por parte de usuarias cada vez más jóvenes -el 24% tenían menos de 30 años- y de la llegada a sus instalaciones de víctimas con cargas demasiado angustiosas -el 44% ha soportado malos tratos durante más de una década- en su particular 'vía crucis'.
Pero el difícil paso de enfrentarse a la realidad y quitar la careta a sus supuestos agresores no siempre resulta definitivo. Hasta 177 mujeres -cerca de un centenar eran españolas- se retractaron y retiraron la denuncia a lo largo del pasado año por diferentes motivos. «Pudo ser por miedo, porque se sentían solas o porque no tenían apoyos a su alrededor. Por eso es muy importante el entorno, desde el familiar al educativo, para que vean un respaldo a lo que han hecho y mantengan la denuncia», argumenta Blanca Estrella. Si el proceso sigue su curso normal, denunciante y denunciado se vuelven a ver las caras en una sala de vistas. Allí entraron 206 casos en 2009 o, lo que es lo mismo, se celebró casi un juicio diario por violencia de género. ¿El resultado? Seis de cada diez maridos, novios o 'ex' fueron condenados.
Juicios rápidos
El incremento en un 69% del número de escritos que se resolvieron ese año respecto al anterior no siempre trae buenos finales, advierten desde la asociación Clara Campoamor. Su presidenta insiste en que el sistema de «juicios rápidos» utilizado para resolver algunas de estas demandas no es el más adecuado. «El juez necesita tiempo para conocer todas las denuncias que pesan sobre el acusado, ya sean de esa mujer o de otras, porque si no se puede escaquear de una condena mayor», relata. «Yo no corro con las sentencias», zanja.
Sin embargo, esa celeridad resulta esencial a la hora de adoptar medidas de protección de las víctimas para evitar una tragedia mayor. Así, el peso de la ley cayó sobre los presuntos agresores en forma de orden de alejamiento en 144 ocasiones, y en 170 se prohibió cualquier tipo de comunicación. El riesgo era tal en otras 99 situaciones que se les suspendió, además, de uso de armas.
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