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Elena Alonso en el balcón de su casa, con Bangkok al fondo. E. C.
«Echas en falta un lugar de pertenencia»
VASCOS DE ALTOS VUELOS

«Echas en falta un lugar de pertenencia»

Esta bilbaína, galardonada con varios premios literarios, reside desde hace seis meses en Bangkok Elena Alonso Frayle Escritora en Tailandia

IRATXE GÓMEZ

Domingo, 21 de febrero 2010, 04:15

Su vida es como un libro de aventuras. Intenso y emocionante. Ha viajado por medio mundo, habla a la perfección cuatro idiomas -aunque maneja siete lenguas- y es la esposa de un diplomático alemán. Ahí no acaba la historia de Elena Alonso Frayle. Aún queda lo más emocionante. Esta bilbaína comenzó desde los quince años a conocer otras culturas. Francia, Rusia, Suiza... Después, se licenció como abogada-economista, estudió Japonología y se consagró en la escritura. De hecho, ha obtenido numerosos galardones literarios desde 2008. Su último éxito, el Premio Internacional de Cuentos Miguel de Unamuno por una obra que evoca el horror del exterminio nazi a través de unos zapatos depositados en un museo. Todo un orgullo. «Para mí y mi familia es normal ir con la casa a cuestas», confiesa desde Bangkok, su nuevo destino desde hace seis meses.

Es difícil condensar en unas líneas el apasionante relato de Alonso Frayle. Una historia que comienza durante el verano de cuarto de carrera. Entonces, se marchó a La Haya a estudiar Derecho Internacional con la idea de dedicarse a la diplomacia. Y el amor se unió al trabajo. En Holanda conoció a su actual marido y a quien cambiaría radicalmente su futuro. «A partir de ese momento tomé todas mis decisiones en torno a él».

Su pareja residía en Stuttgart (Alemania) y ella se las ingenió para no alejarse mucho de él. Así que al finalizar la licenciatura consiguió una beca del Gobierno vasco para realizar un postgrado de Derecho Comunitario en Estrasburgo. Un destino cerca de su amado. Pero ambos tuvieron que seguir con sus carreras profesionales. Y durante cuatro años permanecieron separados. «De Francia me destinaron a Senegal durante un año. En Dakar estuve con mi hermana y me ayudó para plantearme el futuro», recuerda. Tras ese paréntesis regresó a casa. Mientras que su novio opositaba para diplomático, Alonso Frayle trabajó en una consultoría americana en Bilbao. Fueron tres años en los que estuvo trasladada en varios países. Una forma de vida que no acababa más que comenzar.

El renacer de Berlín

«Me casé con mi pareja en 1993 y nos fuimos a vivir a Alemania. Lo curioso es que su primer destino al extranjero como diplomático fue Madrid. En esa etapa tuve dos hijos y dejé de trabajar para dedicarme a ellos. Eran unos años que nunca iban a volver». El período en la capital española concluyó y regresaron a Alemania de 1997 a 2001. Su «base de operaciones», resalta esta bilbaína. La residencia la fijaron cerca de la emblemática Puerta de Brandeburgo. «Vivimos todo el traslado de ministerios de Bonn a Berlín. Yo conocí esta ciudad durante un curso en 1986 cuando estaba desgarrada y dividida. Y creía que nunca viviría la reunificación alemana», admite con alegría.

Después de la 'mudanza germana', se marcharon a Argentina. El aire porteño despertó en Alonso Frayle aficiones latentes. «Siempre me he dedicado a lo que he querido y saco provecho del país en el que estoy». Su mayor pasión, desde los veinte años, fue la literatura y en la ciudad del tango pudo dar rienda suelta a su creatividad. «Asistí a talleres literarios en esos cuatro años y me di cuenta de que valía para esto y sobre lo que quería escribir».

Esa época fue muy enriquecedora para ella y su familia. A pesar de que llegaron en un momento crítico, político y económico, el país pronto empezó a recuperarse. Se contagiaron del optimismo de los argentinos y de su ambiente cultural. Esta vasca no olvidó lo aprendido en Buenos Aires y al volver a Berlín redactó su primera novela corta. Para esta obra le ayudó estudiar la carrera de Japonología y empaparse de esta cultura milenaria. Su título: 'El legado de la misión Iwakura', con la que obtuvo el Premio Gabriel Sijé. El reconocimiento le animó a presentarse a más concursos. Algo que empezó como un juego y ahora se ha convertido en su profesión. «No era mi objetivo, sin embargo, en la actualidad estos certámenes me reportan ingresos y son un aliciente para cumplir con los plazos y las temáticas», explica. Se inspira con cada país que visita. Sin ir más lejos, ha escrito cuentos del frío de Alemania y de la soledad del inmigrante.

Su maleta siempre está a punto. Para una nueva vivencia. Un estilo de vida gratificante, pero que tiene sus inconvenientes. «Echas en falta las raíces y un lugar de pertenencia». De momento, Alonso Frayle disfruta en Tailandia desde hace seis meses. Aún le quedan dos años más, hasta el verano de 2012, en la ciudad de Bangkok. Un tiempo más que suficiente para tratar de integrarse en la cultura de este país exótico.

«Lo que más me sorprendió al principio es que casi todo el mundo habla inglés. Los tailandeses parten de la idea de que los extranjeros no van a saber nunca su idioma. De ahí, que esté estudiando tailandés para entender sus claves y lo que quieren comunicar, porque su sonrisa significa algo diferente a la nuestra». La lengua no es la única barrera para esta vasca. El clima afecta a esta bilbaína que, acostumbrada a los cambios de estaciones, añora sin embargo «los aromas de la primavera y el otoño».

Tendrá que esperar a su próximo destino. ¿Cuál será? Lo ignora y eso le inquieta. «Me angustia pensar en qué país voy a terminar. Aunque en esta decisión será determinante la naturaleza, el mar, la montaña y el idioma del país». Le quedan los recuerdos. Dos veces al año viaja a Bilbao para refrescarlos.

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