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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Miércoles, 28 de marzo 2007, 04:42
El proceso de beatificación de Juan Pablo II, el grado previo a la declaración de santidad según las normas de la Iglesia, cerrará su primera fase el próximo lunes, a los dos años exactos de su muerte, con una misa en la basílica de San Juan de Letrán en Roma. Se trata de la instrucción diocesana del expediente, abierta tras la autorización de Benedicto XVI que permite no esperar cinco años, como ordenan las reglas canónicas, y confiada a un sacerdote polaco llamado Slawomir Oder. Esta persona, el postulador de la causa, se ha dedicado a recoger abundante documentación y testimonios -más de 130- sobre la vida de Wojtyla, así como a la búsqueda de un milagro obrado por intercesión del candidato, requisito indispensable para lograr la condición de beato.
Tras este veloz trabajo, mucho más rápido de lo habitual, el material será entregado a la Congregación para las Causas de los Santos, que deberá analizar el expediente. Oder reveló por fin, en una rueda de prensa celebrada en Roma, algunos detalles del proceso y, sobre todo, cuál es el milagro elegido. Como se había adelantado, se trata de la curación, en principio inexplicable, de una monja francesa de unos 40 años que sufría el síndrome de Parkinson, la misma dolencia que padeció Juan Pablo II. La identidad de esta religiosa sigue siendo secreta, pero será desvelada el domingo por el obispo de su diócesis y al día siguiente ella misma asistirá en persona a la misa de Roma.
El relato de la sanación
No obstante, el relato de la experiencia de la 'miracolata', como se les llama en Italia a los agraciados por un milagro, aparece en 'Totus tuus', una revista publicada en siete idiomas -se acaba de incorporar el ruso- sobre el proceso de beatificación de Wojtyla. La monja relata que le fue diagnosticado el Parkinson en junio de 2001 y en los primeros meses de 2005 se encontraba ya en un estado muy avanzado, con la parte izquierda de su cuerpo semiparalizada.
Según cuenta, en la Semana Santa de ese año «quería ver al Papa en televisión, porque sentía que estaba cerca del final y sería la última vez; admiraba su fuerza y coraje, mientras para mí era tan difícil afrontar la enfermedad, siendo tan joven». Aún así, no logró verlo el Domingo de Pascua y, poco después Juan Pablo II murió.
Dos meses más tarde, la religiosa había empeorado mucho -«ni me mantenía en pie», dice-, y la madre superiora del convento, que iba a ir al santuario de Lourdes, le pidió que escribiera en un papel el nombre de Juan Pablo II. Lo hizo a duras penas, de forma casi ininteligible, siempre según su relato.
Esa misma noche, a los dos mes justos de la muerte del pontífice, la mujer se despertó de madrugada: «Ya no me dolía el cuerpo, no estaba rígido, no era la misma», ha reconocido. Cinco días después, el neurólogo que la trataba desde hacía cuatro años certificó tras un exhaustivo examen que habían desaparecido por completo los síntomas de la enfermedad.
En el proceso, la monja también ha sido sometida a pruebas grafológicas y psiquiátricas. Slawomir Oder aseguró que, además del caso elegido, ha recibido «muchísimos» informes de otros supuestos milagros.
i.dominguez@diario-elcorreo.com
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