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La canalización del río subterráneo de Bilbao evita inundaciones y alivia la depuradora
La canalización del río subterráneo de Bilbao evita inundaciones y alivia la depuradora
VIZCAYA

La canalización del río subterráneo de Bilbao evita inundaciones y alivia la depuradora

El Consorcio excava bajo las montañas un colector de 2,5 kilómetros de longitud para recoger las aguas del Elguera y enviarlas al Cadagua

JOSÉ MARI REVIRIEGO j.m.reviriego@diario-elcorreo.com

Jueves, 6 de julio 2006, 02:00

El Consorcio de Aguas ha trabajado durante más de tres años con el casco de minero para meter en vereda al Elguera, el río subterráneo de Bilbao. Es un caudal salvaje que fluye desde la cuenca del Pagasarri hasta la ría, a la altura del parque de Doña Casilda. La mancomunidad ha necesitado todo ese tiempo para excavar una galería de 2,5 kilómetros de longitud bajo las montañas, con entrada en Rekalde y salida en el Cadagua. Ese colector, ya operativo y por el discurre el Elguera, evita las inundaciones y los reventones de arquetas que históricamente ha sufrido El Ensanche en época de lluvias torrenciales. El desvío también alivia la depuradora de Galindo, obligada a trabajar a destajo cuando el pequeño afluente se ponía bravo. Hasta ahora, compartía el canal con la red de saneamiento que recoge los vertidos de 100.000 bilbaínos de la margen izquierda.

El Elguera es el río menos conocido de Bilbao, sobre todo porque no se deja ver. Nace en las laderas del Pagasarri, detrás del Peñascal, y aprovecha la pendiente para bajar raudo buscando el valle. A finales del siglo XIX, con la expansión de la ciudad por El Ensanche, se decidió cubrir el cauce. El canal no sólo trataba de 'domar' al conflictivo arroyo, sino que también servía para conducir los vertidos de las casas hasta la ría.

El plan de limpieza del Nervión puso fin a esta cloaca. Desde 1995, una nueva red de tuberías recoge las aguas del saneamiento y las traslada, ya sin degradar la ría, hasta la depuradora de Sestao para su tratamiento y posterior regreso al mar. Aunque ésta también era la ruta del Elguera, sus crecidas seguían provocando problemas. Desbordaban la capacidad de la red hasta volver a causar vertidos en la ría y mandaban tal cantidad de caudal a la depuradora que la ponían al borde del colapso.

Por caminos separados

Por eso se decidió separar sus caminos. Por un lado el saneamiento y por otro el Elguera. Ha sido un trabajo duro y callado, en una canalización que ha durado 3 años y ha costado más de 12 millones de euros, el presupuesto de las grandes obras. Ha habido días en los que las máquinas apenas horadaban medio metro al tropezar con filones de rocas, cuando para ir a buena marcha eran necesarios ocho. Mediante una vagoneta -el colector es tan grande (3 metros de diámetro) que parece un túnel-, la tierra se sacaba hasta un depósito habilitado en la ribera del Cadagua, puesto de mando de la obra.

Los sudores vividos en las tripas de la red ya han dado paso a caras de satisfacción entre los trabajadores y las instituciones promotoras. Aunque lleva funcionando desde mayo, el colector fue presentado ayer en sociedad en un acto en el que participaron los responsables de Medio Ambiente del Gobierno vasco y la Diputación, Esther Larrañaga e Iosu Madariaga; respectivamente, el presidente del Consorcio Bilbao-Bizkaia, Ibon Areso; y el alcalde, Iñaki Azkuna. «Las obras que no se ven parecen a veces que no son importantes y ésta es una de las más importantes», declaró Azkuna.

Ayer, bajo la boca de entrada al colector por las estribaciones de Uretamendi, en el barrio de Rekalde, el Elguera parecía un riachuelo de montaña, que es en realidad lo que es. Pero un día antes, el aguacero lo convirtió en un río de aguas bravas, hasta dejar la marca de la humedad a más de medio metro de altura de la pared de la canalización.

Si algún día hubiera que cerrar el túnel del Elguera -por ejemplo, por mantenimiento-, se recuperaría el viejo canal, que sigue operativo, pero ya sólo para el saneamiento del tramo entre Rekalde y El Ensanche. Con más de cien años de antigüedad, esta red que sirve a miles de vecinos tendrá que ser renovada más pronto que tarde.

Areso explicó que las ventajas del desvío del río subterráneo son de orden ecológico y de gestión. Menos riesgo de inundaciones, de vertidos a la ría y de tratamientos en Galindo.

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