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J. M. CORTIZAS j.m.cortizas@diario-elcorreo.com
Viernes, 23 de junio 2006, 02:00
Japón forma ya parte de las víctimas deportivas de la selección vasca de baloncesto. En un ejemplo de profesionalidad, cordura y serenidad, los integrantes de Euskadi se mantuvieron ajenos a la polémica vivida al inicio de la semana con la destitución de José Antonio Figueroa y se dedicaron a agradar al millar de espectadores que se dieron cita en La Casilla, verdadero objetivo, además de las reivindicaciones propias de la convocatoria, en este tipo de amistosos.
Los entrenados por Pablo Laso no necesitaron forzar en exceso la máquina, pese a que en su convocatoria imperaban las siglas EBA y LEB como procedencia de los jugadores. Bastó que Javi Salgado y Ritxi Uriz, dos bases de ACB, mantuvieran el tono y el rigor para que sus compañeros se dejaran guiar. Los Urtasun, sobre todo en la recta final, también se hicieron con su porción de protagonismo, lo mismo que Aritz Martínez con una serie de tres tapones consecutivos.
El partido, como tal, dibujó dos realidades distintas. La de Euskadi fruto de una técnica superior. La nipona, con el marchamo disciplinario de su técnico, Zeljko Pvlicevic. Un Japón aguerrido, trabajador y voluntarioso, netamente superior en el rebote y a ráfagas de acierto desde la línea de tres, con 9 de 24, cinco de ellos en el cuarto final ante una defensa vasca ya inexistente cuando a tres minutos del final los locales vencían por veinte puntos (73-53).
Recursos limitados
Japón está despertando en el panorama baloncestístico. Como organizador del próximo Mundial (del 19 de agosto al 3 de septiembre), está enclavado en el grupo de España, además junto a Alemania, Angola, Nueva Zelanda y Panamá. Sus recursos de juego son limitados, sobre todo en defensa, pero su vulnerabilidad le hace, en ocasiones, ser osado y buscar el aro por el camino más corto, ajeno al pudor de una posible falta de tino.
El choque estuvo precedido por un acto de reconocimiento a José Luis Galilea, que actuó como asistente de Pablo Laso. El ex jugador internacional, uno de los implicados en el ascenso del Bruesa a la ACB, recibió la insignia de la Federación vasca de manos de su presidente, José María Rojo. El único jugador que se quedó sin participar fue Urko Otegi. El pívot del Cantabria sufrió entrenando una rotura parcial del ligamento del tobillo izquierdo, lo que devuelve a la mesa el debate sobre la necesidad de que los profesionales cedidos por los equipos se encuentren convenientemente asegurados ante una lesión nunca deseable, pero a la vista salta que posible.
Uriz (13 puntos, 2 rebotes, 6 recuperaciones y 4 faltas recibidas, fue el MVP estadístico del amistoso con una valoración de 21 puntos.
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