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Inocentadas de Fontcuberta
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CULTURA

Inocentadas de Fontcuberta

El fotógrafo catalán cree que el error de 'Cuarto milenio' sobre un falso astronauta «abre un debate sano de deontología periodística»

ÁNGEL RESA

Viernes, 16 de junio 2006, 02:00

Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ha alcanzado el olimpo de la fotografía con la calidad de sus captaciones pero, sobre todo, por su provocadora forma de someter a juicio la inteligencia del espectador. Hace tres días este periódico demostraba la capacidad del creador catalán para engañar a todo un grupo de periodistas 'especializados'. Iker Jiménez, director del programa 'Cuarto milenio' (Cuatro) centrado en los misterios, reivindicó la figura de un fantasma.

Se trataba de un astronauta ruso que había sido físicamente purgado de los retratos por el régimen soviético. Todo era un montaje. El cosmonauta, cuya escafandra mostraba en el casco las siglas del imperio (CCCP), sonreía a través de un rostro familiar. El del propio Fontcuberta sin la barba que ayer mostró en Vitoria, donde durante tres días dirige un taller de fotografía digital con la intención de explorar este revolucionario modo de mostrar realidades. O de trastocarlas.

Joan confiesa que no vio el programa, pero estaba conectado a Internet y su buzón de correo electrónico amenazó con reventar a los cinco minutos de concluir la emisión. «Lo has conseguido», le escribían los amigos que admiran su don para «crear mentiras inocentes y controladas que generan anticuerpos para dudar y buscar rigor en la información que nos suministran».

Fontcuberta cree que el engaño difundido demuestra que «la fotografía autentifica cualquier mensaje, tiene tal potencial que convence y anestesia la capacidad crítica del espectador». El barcelonés considera que «cuando alguien quiere creer algo, lo hace, porque la duda implica más esfuerzo intelectual». Y se alegra de que el error haya abierto «un debate sano sobre la deontología periodística».

A Joan le gusta enredar. Apela tanto a la estética de la fotografía como a su fuerza para sembrar inquietudes. Su última trastada se ha producido en Salamanca. En el magnífico edificio de la Casa de las Conchas ha montado -nunca mejor escrito- una leyenda sobre la existencia de sirenas en el Tormes. De ocho periódicos, siete hablaron del mayor descubrimiento tras Atapuerca. Sólo uno captó la inocentada. Otra más.

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