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J. G. P.
Lunes, 5 de junio 2006, 02:00
El número 100 ya tiene nombre: David Herrero. «Necesitaba este triunfo. He pasado una primavera muy mala por la alergia al polen. Llegué a desesperarme». Ayer se sacudió ese polvo y se unió a la historia de su equipo. Suya es la victoria que hace la centena del Euskaltel-Euskadi.
En 1994, el equipo Euskadi-Petronor era apenas un brote, un embrión. Una ilusión de Miguel Madariaga vaciada en el molde de un sueño: llevar al Tour un equipo vasco. El ahora mánager del Euskaltel-Euskadi es una figura cuestionada, criticada, siempre en el punto de mira. «Ya sé que tengo muchos enemigos», dice a menudo. Y también un mérito. Una herencia: el equipo deseado. Roberto Laiseka puso su nombre a ese sueño en la última etapa pirenaica del Tour 2003, la que concluyó en Luz Ardiden con las cunetas barnizadas de naranja. Aquel triunfo fue la culminación de un proyecto y el inicio de otro, el de la consolidación de la escuadra en la élite mundial. En eso sigue trece temporadas después de su nacimiento, de aquella presentación en el santuario de Arrate con retazos de viejos profesionales y jóvenes sin historia, con un par de coches y una furgoneta. Con la sensación de estar pisando de verdad un sueño.
Cada victoria tiene su grado. La primera, por serlo. La de Agustín Sagasti en el primer sector de la última etapa de la Vuelta al País Vasco 1994. Pura agonía. Un ciclista hueco, sin aliento, pedaleando como un autómata. Así fue la primera. Luego llegaron las de González Salvador, Solaun o el esprinter Guenetxea. Eslabones. Pequeñas cuentas de un rosario que crecía. La familia Galdeano vino después. Y Unai Etxebarria y Del Olmo y Alberto Martínez y Aiarzagüena y Silloniz. Esto crecía. Pero no lo suficiente. Hubo dudas y deudas. El equipo estuvo en la linde, al borde del adiós, de la bancarrota, en 1997. Euskaltel suturó la derrama.
El naranja fue un color salvador. Y victorioso. Dice Madariaga que el mejor triunfo fue el de Laiseka en Abantos, en la Vuelta a España. Por todo. Por ser el primero en una gran ronda y porque supuso un salto de calidad. Laiseka, siempre él. Un símbolo para el equipo, el único que continúa en el conjunto desde 1994, el que quiere y merece volver a vestir su maillot cuando reconstruya el puzzle de su rodilla, herida en el Giro.
De ahí, de ese hito, recomenzó todo. Y llegó el Tour. Y luego el UCI Pro Tour. El equipo se ha poblado de nombres ambiciosos, poderosos. Mayo, en especial, un ciclista atractivo, con gancho. Con él vuelve este año el Euskaltel-Euskadi a su origen, el Tour. Cuando lo haga ya será un equipo centenario. Por culpa de David Herrero.
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