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Gil y el Saunier toman el mando
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CICLISMO

Gil y el Saunier toman el mando

La Euskal Bizikleta arrancó ayer bajo un ambiente tenso y triste por el último escándalo de dopaje

J. GÓMEZ PEÑA j.g.pena@diario-elcorreo.com

Jueves, 1 de junio 2006, 02:00

Dicen que alguien ha visto llorar al Tourmalet. Que ya nadie le pregunta por las gestas que presenció. Que ya todo parece detenido en aquella edición maldita del Tour, la de 1998, la del 'caso Festina'. Llora el Tourmalet. Por su deporte. Enfermo.

Uno de los síntomas afectaba ayer a Eibar, punto de salida de la Euskal Bizikleta. En 1998, por el desfiladero de calles que es esta ciudad calentaban Ullrich, Riis, Jalabert, Dekker, Escartín, Fondriest, Millar, Tchmil y Olano, vencedor final. Eibar era un templo del ciclismo. Fiesta de maillots. Cada etapa era un viaje hacia la emoción. Nadie entonces había visto llorar al Tourmalet. Eso sucedió aquel mismo verano, cuando la Policía descubrió un arsenal de dopantes en un vehículo del Festina. En ocho años, sólo han cambiado los nombres de los implicados. Un deporte perdido en aquel maletero.

Eibar lo notaba ayer. Sólo cuatro equipos del UCI Pro Tour, alguno diezmado, más el puñado de ilusión de los bloques de segunda y tercera categoría. El casillero de estrellas extranjeras, a cero. Y el público de Eibar, de ésos que saben hilvanar recuerdos con las escenas del mejor ciclismo, se resentía. La Euskal Bizikleta no es lo que fue. Ni de lejos. Y la gente, claro, se aleja. Un ejemplo: ayer, por el alto de Zaratamo, el que decidió la primera etapa, pasaron 130 corredores. A diez por espectador. Los únicos aplausos saltaban de las manos de un 'moto-enlace'. Nadie se acercó a ver la emocionante subida que anunciaba el final de una trepidante etapa. El ciclismo vive arrinconado.

Herrero, candidato

Los corredores no fallaron. El recuerdo de la escapada que rompió antes de tiempo la edición del año pasado planeó ayer sobre la tristeza de Eibar. El Euskaltel y el Saunier formaron pronto las dos mitades del eje de la carrera. Al Illes Balears apenas le quedan las raspas -además perdió a Rodríguez- y el Würth, la denominación para que sobreviva el Liberty, bastante tenía con pasar su primer día con el nuevo maillot. Parecía de camuflaje. En el ciclismo hay que escuchar a las sombras. «¿Pero cómo fue Manolo (Saiz) en persona a la cita con Eufemiano Fuentes?». Esa pregunta ponía manos sobre las cabezas. Nadie halla explicación. Los ciclistas del Liberty trataban de sonreír. Dos de ellos, Etxebarria y Beloki, estuvieron luego con los mejores. Dos apellidos y un consuelo.

Todos, y el ambiente de luto de Eibar, partieron hacia Urkiola. No hay puerto como ese en Vizcaya. Es la memoria de este deporte. Ascendieron rápido, con Igor Antón de cara. Látigo. Sin escapadas sólidas. A casi 43 por hora de media en la primera etapa. Camino de Arrigorriaga, el Euskaltel repartió más dorsales en la fugas. Trabajar por delante para guardar aliento por detrás. Landaluze obligó al Saunier a mostrarse. Matxin, el director amarillo, confiaba en Gil, su fichaje, el navarro ganador de una etapa en el Giro 2005, el infortunado que huyó de una lesión de rodilla para caerse en la pasada Vuelta a California cuando volaba a 90 por hora y quebrarse la otra rodilla. Ayer justificó su contratación.

Los tres kilómetros del alto de Zaratamo se olvidaron de la tristeza. Ciclismo, al fin. Igor Antón, Samuel y Zubeldia anunciaron el ataque de Herrero, su líder. «Quizá me he precipitado», dijo luego el bilbaíno. Fino, estragado, con cada fibra muscular al aire bajo una piel casi transparente. Sólo Gil, el enviado del Saunier, fue mejor en esa detonación que subía a Zaratamo. Tras ellos, a unos metros, los otros de la carrera: Zubeldia, más tres del Kaiku (Castaño, Galparsoro y García), tres del Barloworld (Arreitunandia, Txurruka y Efimkin), dos del Spiuk (Ferrío y Ramírez), dos del Würth (Etxebarria y Beloki) y Jesús del Nero (Molinos).

Ese grupo atrapó a Herrero. «Habrá que atacar todos los días». Pero no a Gil, que conservó 6 segundos para celebrar su regreso. Ya no es un paciente; es un ciclista. Su deporte, mientras, sigue haciendo cola para ingresar en el ambiente refrigerado de una morgue. Lágrimas en el viejo Tourmalet.

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