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POLÍTICA

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El asesinato de Joseba Pagazaurtundua, del que hoy se cumplen tres años, es uno de los pocos crímenes de la banda que permanece sin resolver

OSCAR B. DE OTÁLORA o.b.otalora@diario-elcorreo.com

Miércoles, 8 de febrero 2006, 01:00

Tres años después del asesinato de Joseba Pagazaurtundua en Andoain, ni las Fuerzas de Seguridad del Estado ni la Ertzaintza poseen datos sobre los autores del crimen. El caso del jefe de la Policía Municipal de la localidad guipuzcoana, antepenúltima víctima mortal de ETA, es uno de los pocos crímenes de la banda terrorista que aún está sin resolver. La hipótesis más probable es que el autor no haya sido detenido todavía, aunque también puede que guarde silencio en alguna cárcel francesa o española. La hermana de Joseba, la presidenta de la Fundación de Víctimas, Maite Pagazaurtundua, es clara al explicar el sentimiento que le produce esta situación. «A la tristeza se une la desazón al ver que los criminales no han sido puestos en manos de la justicia», explica.

El asesinato de Pagazaurtundua tuvo lugar el 8 de febrero de 2003 a las diez de la mañana, cuando el jefe policial, veterano militante socialista y responsable de Basta Ya, estaba tomando un café en el bar Daytona de Andoain. Un terrorista que aguardaba en el interior del establecimiento esperó a que se distrajese con la lectura del periódico para descerrajarle cuatro tiros, prácticamente a bocajarro.

Hoy en día las investigaciones sobre el asesinato se encuentran en un punto muerto, según reconocen responsables de la lucha antiterrorista. Ningún testigo ha podido reconocer al etarra, que actuó con el rostro descubierto pero que llevaba peluca para esconder su identidad. Según la descripción que ofrecieron los clientes del Daytona, se trataba de un hombre de alrededor de 40 años y de 1,70 de altura. La Ertzaintza realizó todo tipo de pruebas con los restos encontrados en el local. El terrorista había pedido un café antes de matar a Pagaza pero, según el Departamento de Interior, en la taza no se encontró ni una sola muestra de ADN. Los expertos, sin embargo, no saben si esta ausencia de restos obedece a que era un activista con preparación como para evitar dejar rastros o estaba tan nervioso que ni siquiera se acordó de tomar su consumición.

La única pista que existe sobre el atentado es difusa y, además, remite a otro de los crímenes sin resolver que queda pendiente en la reciente actividad de ETA. El arma utilizada para matar a Pagazaurtundua es la misma que se empleó en mayo de 2001 para acabar con la vida del presidente del PP de Aragón, Manuel Giménez Abad. Este asesinato, a su vez, es otro de los cometidos por la banda que está sin resolver.

El máximo dirigente de los populares en Aragón fue asesinado el domingo 6 de mayo de 2001, cuando se dirigía con su hijo al campo de La Romareda para ver el encuentro del Zaragoza contra el Numancia. El asesino era un joven de alrededor de 25 años, de 1,80 metros de altura y que también usaba peluca para evitar ser reconocido. Las Fuerzas de Seguridad, a raíz del relato de los testigos, están convencidas de que el asesino de Pagazaurtundua y el de Giménez Abad son distintas personas pese a que usaban la misma pistola. En este sentido recuerdan que, en ocasiones, los comandos entregan sus armas a la banda al pasar a Francia y, posteriormente, los responsables de la logística se las entregan a otros terroristas. El arma, por otra parte, es una pistola HS de fabricación croata adquirida por ETA durante la tregua de 1998 en el mercado negro.

Un hombre y una mujer

Otra acción de la banda terrorista que aún no se ha conseguido esclarecer es el asesinato en Beasain de los ertzainas Ana Isabel Arostegi y Francisco Javier Mijangos. Ambos fueron acribillados a balazos el 23 de noviembre de 2001 mientras regulaban el tráfico a la salida del pueblo. Los autores del atentado fueron un hombre y una mujer que actuaron a cara descubierta. Se acercaron a los policías vascos por la espalda y dispararon hasta matarlos. Francisco Javier Mijangos murió casi en el acto de un tiro en la nuca y Ana Isabel, que intentó defenderse, fue rematada en el suelo por una miembro de ETA que no ha podido ser identificada. Durante un tiempo se barajó la posibilidad de que los asesinos fueran una pareja de etarras que se encontraban en esa época en activo en Guipúzcoa, pero ambos fueron arrestados un año más tarde y no han sido inculpados de este atentado ante la falta de pruebas.

Los últimos dos asesinatos de ETA también están sin esclarecer. El 30 de mayo de 2003, los agentes del Cuerpo Nacional de Policía Bonifacio Martín y Julián Embid fallecían al estallar una bomba lapa colocada bajo su coche, aparcado junto en la plaza de Santo Domingo de la localidad navarra de Sangüesa. Los agentes habían acudido al pueblo, con un compañero que resultó herido, para gestionar los DNI de los vecinos y fueron asesinados por un comando del que no se tiene ninguna pista, ya que las detenciones en Navarra que se produjeron meses más tarde no permitieron aclarar el crimen.

Información en Francia

Los seis asesinatos relatados en este reportaje serán, según fuentes de la lucha antiterrorista, difíciles de resolver. La única posibilidad de aclararlos es conseguir información en Francia, entre los documentos que se incautan a la banda. Esto ya sucedió en 2004, cuando la localización de los denominados 'papeles de Susper' permitió aclarar varios crímenes de la organización. Otra posibilidad, más remota, sería la detención de los colaboradores que facilitaron la información que permitió cometer los atentados, o que aparezcan, también en suelo galo, datos que permitan localizar a los informadores.

En este sentido, para Maite Pagazartundua una de las cuestiones más duras del hecho de que el asesinato de su hermano quede impune es «pensar que convives con los chivatos que dieron la información para matarle y que no han sido puestos en manos de la justicia». La presidenta de la Fundación de Víctimas asegura que, tres años después, nadie les ha ofrecido información sobre el estado de las investigaciones del atentado. Hoy, Maite presidirá el acto cívico en Andoain en recuerdo de su hermano, en el que se incluye la proyección de la película de Stanley Kubrick 'Senderos de gloria'.

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