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Aspartamo, uno de los aditivos más polémicos.
Aspartamo: de dulce veneno a edulcorante inofensivo
Sin letra pequeña

Aspartamo: de dulce veneno a edulcorante inofensivo

La máxima autoridad europea en seguridad alimentaria acaba de concluir que este polémico aditivo, presente en la mayoría de refrescos y alimentos bajos en calorías, es seguro

MARÍA JOSÉ TOMÉ

Lunes, 27 de enero 2014, 07:58

Es uno de los aditivos más polémicos, cuestionados y, a la vez, minuciosamente analizados de la industria alimentaria mundial. Durante décadas, el aspartamo, un edulcorante artificial presente en la mayoría de los productos bajos en calorías, ha sido denostado y responsabilizado de mil y un perjuicios para la salud: desde provocar daños cerebrales o leucemia, hasta desencadenar trastornos hepáticos, epilepsia, sordera, migrañas, esclerosis, lupus, impotencia, infertilidad... no mató a Manolete, pero casi. En internet, incluso, circulan delirantes teorías conspiranoicas sobre la oscura intención de un sector de productores alimenticios para envenenar a media humanidad a base de refrescos light. A petición de la Comisión Europea y con ánimo de zanjar la vieja polémica, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) emprendió en 2012 el más ambicioso estudio realizado hasta la fecha para conocer el peligro real del vilipendiado aditivo E-951. Pues bien, el dictamen científico, que se acaba de hacer público, es tajante: el aspartamo es absolutamente inocuo en los niveles autorizados actualmente para su consumo, algo que por otra parte ya sostenían más de un centenar de organismos que hasta la fecha lo han analizado.

"Esta opinión representa una de las evaluaciones de los riesgos más completas de aspartamo jamás emprendidas. Es un paso adelante en el fortalecimiento de la confianza del consumidor en las bases científicas del sistema de seguridad alimentaria de la Unión Europea y la regulación de los aditivos alimentarios", aseguró la presidenta del panel de la EFSA sobre aditivos alimentarios y nutrientes, Alicja Mortensen. Así, los expertos de la EFSA han ratificado que el aspartamo no daña ni el cerebro ni el sistema nervioso, ni provoca cáncer ni afecta al comportamiento o a la función cognitiva en niños o adultos en las dosis en las que se comercializa. Con respecto al embarazo, otra de las dudas más recurrentes sobre los hipotéticos peligros de su ingesta, los expertos no han observado riesgo alguno para el desarrollo del feto. Tan sólo apreciaron una excepción, por otra parte lógica y que no ha supuesto ninguna novedad: el aspartamo contiene fenilalanina, por lo que los enfermos de fenilcetonuria, cuyo hígado carece de la enzima que permite procesar este aminoácido, no pueden tomarlo.

Su descubrimientoPero ¿qué es el aspartamo? Como tantos logros geniales de la humanidad, su descubrimiento se debió al más puro azar. Su paternidad se atribuye al químico estadounidense James Schlatter que, a mediados de los años 60, estaba investigando un fármaco para el tratamiento de las úlceras. Un día derramó por accidente algo de aspartamo en su laboratorio e, inconscientemente, se lamió la mano, quedando sorprendido de su intenso dulzor. De hecho, se estima que su poder edulcorante es de unas 200 veces el azúcar de mesa y, actualmente, se emplea en la elaboración de más de 6.000 alimentos y bebidas: refrescos, edulcorantes de mesa, helados, pasteles, yogures, chicles... hasta medicamentos.

En síntesis, el aspartamo es una molécula compuesta por dos aminoácidos, el ácido aspártico y la fenilalanina. Al descomponerse genera como residuo un alcohol, el metanol, que en una pequeña parte se absorbe por el organismo. Pero los responsables del estudio aclaran que todas estas sustancias están presentes en otros alimentos habituales en la dieta; como las frutas y verduras, que también son una fuente de metanol. Por ejemplo, las manzanas contienen pectina, un tipo de fibra que al descomponerse en nuestro intestino también libera metanol.

¿Y cuáles son esas cantidades adecuadas en la ingesta de las que habla la EFSA? Como con todo, la dosis es la que define la línea entre lo dañino y lo inocuo; lo mismo que no es malo tomar una copita de vino al día, pero sí lo es trasegar una botella entera. En su informe, la agencia sostiene que para un adulto de 60 kilos de peso la ingesta máxima recomendada es de unos 50 miligramos por kilo al día; para superar esta cantidad habría que beberse ¡unas 12 latas de refresco cada 24 horas!

Las conclusiones de la EFSA ha sido recibidas con alivio por buena parte de la industria que se dedica a la comercialización de productos elaborados con este edulcorante, muy preocupados por la mala prensa que había acabado por repercutir en las ventas. Ante la caída de las ventas de los refrescos bajos en calorías, que descendieron un 3% en un año, Coca-Cola emprendió en el pasado verano en EEUU una ambiciosa campaña de publicidad en la que se podía ver a mujeres sonrientes bebiendo cocas light junto al lema: Los productos de calidad siempre te hacen sentir bien, mientras que al pie de la foto se añadía: La seguridad del aspartamo está respaldada por más de 200 estudios en los últimos 40 años. Y, al menos en este caso, la apostilla publicitaria era cierta.

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