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Un momento de ‘Manifestación’.
Albert Pla, mucho más que el "asco de ser español"
Este jueves en el arriaga

Albert Pla, mucho más que el "asco de ser español"

Al cantautor catalán le gusta comportarse como un bufón, pero su figura es más rica. En vísperas de su actuación en Bilbao, recorremos su universo a través de siete canciones

CARLOS BENITO

Miércoles, 20 de noviembre 2013, 11:38

La peripecia de Albert Pla con el teatro Jovellanos de Gijón, donde cancelaron su actuación por declarar que le daba "asco" ser español, ha llevado el nombre del cantautor catalán a bocas que jamás lo habían pronunciado, y también a cerebros que jamás han tenido contacto con su música. La consecuencia es que muchos se han quedado con una imagen de Pla incompleta, reduccionista, errónea al fin y al cabo: para ellos, el artista de Sabadell es un tipo medio perturbado que se complace en epatar al personal a base de barbaridades y burradas, con la música como mero canal para satisfacer esa vocación de bocazas. Por supuesto, no vamos a negar ahora que Albert Pla asume muy a gusto el papel de bufón ácrata, de inadaptado que hurga en las llagas de la sociedad con su voz sibilante y su sonrisa de máscara grotesca, pero también habrá que reconocer las demás facetas de un creador sensible, juguetón y desmitificador que lleva un cuarto de siglo produciendo material de insólita originalidad. En vísperas de su visita a Bilbao con Manifestación, vamos a repasar su carrera en media hora de música: la selección de siete canciones no pretende ser definitiva ni inapelable (faltaría más), sino solo uno de los recorridos posibles por el singular universo Pla.

1. Papa, jo vull ser torero (1989)

Los biempensantes de la canción en catalán a lo mejor no estaban muy preparados para el álbum de debut de Albert Pla, Ho sento molt, que trataba asuntos como la violación o las consecuencias higiénicas más desagradables de una prolongada sequía, pero los aficionados recibieron con entusiasmo este soplo de aire fresco: era gamberro y subversivo, sí, pero con unas melodías, unos arreglos y unas letras que daban un buen capón a muchos cantautores convencionales. El corte más popular fue Papa, jo vull ser torero, un buen ejemplo de esos relatos desquiciados y deslenguados que constituyen la especialidad de Pla: un honorable catalán, prócer de la sardana y las letras catalanas, asiste con espanto a la vocación de su hijo, educado en "la pulcra y refinada existencia catalana". El chaval quiere ser torero, matar toros, saltar a los ruedos, y al final un astado "le arranca los cojones de una cornada" y el muchacho muere en la enfermería, "lleno de gloria, lleno de fama, lleno de claveles en la tumba, banderillas y estampitas".

2. LEva i lEugeni (1990)

Sí, Pla también es capaz de escribir canciones que no incluyen ni un solo taco y que pueden gustar a nietos y abuelos. La ternura y la emoción son rasgos esenciales de su obra, por mucho que el vandalismo verbal acostumbre a imponerse en los retratos que se hacen de él. LEva i lEugeni, de su segundo álbum, sirve como buen ejemplo de todo esto, con su presentación de una ruptura de pareja en términos financieros, al abrigo de unos elegantes arreglos de cuerda. "Al final Eva y Eugeni lo han dejado. / Su inversión amorosa, /sentimentalmente ruinosa. / Al final Eva y Eugeni lo han dejado. / Este amor de besos falsos, / de caricias sin fondos, / de impagos escandalosos...».

3. Joaquín el Necio (1992)

En No solo de rumba vive el hombre, Albert Pla se pasó al castellano y a la rumba, con una solvencia que asombró a sus seguidores y, sobre todo, a aquellos que hasta entonces no habían sintonizado con su obra por la barrera lingüística. El álbum entero mantenía un nivel consistente, pero dos temas destacaban de manera casi inevitable: Carta al rey Melchor, en el que un republicano renuncia a sus convicciones por amor hacia la princesa ("solo pensar que quisierais ser mi suegro, majestad, / yo ya le adoro, ya le adulo y hasta le beso en el culo"), y este Joaquín el Necio, quizá la mejor canción contra el racismo de la música española, con su hábil manipulación de los prejuicios del oyente y su enfoque alejado de buenismos y tópicos. Pla nos descoloca y nos hace saltar del genérico todos somos iguales al muy personal el negro es mejor que tú.

4. El lado más bestia de la vida (1995)

Hace falta mucho valor para versionar el Walk On The Wild Side de Lou Reed, y mucho talento para no naufragar en el empeño. El neoyorquino y el sabadellense tienen más puntos de contacto de los que parece, con su afición a las letras narrativas y la influencia del cabaré en algunos de sus temas, y el iconoclasta Pla prefiere aquí mantenerse sorprendentemente fiel al original: Holly, Candy, Little Joe, Sugar Plum Fairy y Jackie, protagonistas de la letra de Reed, se convierten en los hispánicos Manolo, Natalia, Jaimito, Aurelio y María, pero sus andanzas son más o menos equivalentes. La canción forma parte de Supone Fonollosa, un álbum centrado en los poemas del barcelonés José María Fonollosa, fallecido en 1991.

5. La dejo o no la dejo (1997)

Si queremos referirnos al Pla provocador, escandaloso e incómodo, lo encontraremos en un grado máximo en esta canción, que su propia discográfica se resistió a editar por considerar que podía entenderse como una apología del terrorismo. La dejo o no la dejo tiene un claro paralelismo con Carta al rey Melchor: en aquella, el protagonista abjuraba del republicanismo al enamorarse locamente de una princesa, mientras que aquí aparca todos sus principios éticos tras descubrir que su novia es una sanguinaria terrorista. "Tiene este cruel defecto, / pero, en fin, nadie es perfecto". La sonrisa de partida se queda helada a medida que la chica va matando a policías, diputados, militares con hijos, sin que ello anime al narrador a acabar con la relación, a pesar de sus escrúpulos morales. "Me horroriza estar sin ella, / no podría hacerme a la idea / que le ocurra una desgracia o caiga en acto de servicio. / El día menos pensado me despierto y estoy viudo / y sin ella estoy perdido, ya nada tiene sentido, / porque una novia muerta es una novia menos".

6. Veintegenarios (1997)

Veintegenarios en Alburquerque, el álbum en falso directo que incluye La dejo o no la dejo, toma su título de esta versión en castellano de La barricada de Santpaucentdeu, retrato de una generación apática que formaba parte del segundo álbum de Pla. Aquí le arropan tres compañeros de viaje dispares, cada uno de su padre y de su madre, pero coherentes con algunos rasgos de la producción del artista catalán: nada menos que Manolo Kabezabolo, Fermín Muguruza y Robe Iniesta, a los que se suma la festiva trikitixa de Joseba Tapia. "Sin estudios, sin trabajo, / somos como lagartos. / Ni cobardes, ni valientes, / ni revolucionarios". Agucen el oído para captar la pequeña ironía final, ese comentario casi imperceptible de Pla tras la soflama de Muguruza.

7. Somiatruites (2002/2011)

En 2002, Albert Pla publicó Anem al llit, un disco de canciones de cuna en el que figuraba Somiatruites, un término catalán bastante puñetero de traducir que sirve para referirse a los soñadores, los que andan siempre por las nubes. Hace un par de años la ha vuelto a editar, esta vez en castellano, en su disco compartido con el multiinstrumentista Pascal Comelade. En el colegio de los somiatruites solo estudian "los niños con sueños raritos",y Pla hace un repaso delicado y en ocasiones conmovedor a los alumnos de la institución: "Estaba Susana, que soñaba que tenía una cama con alas / y a medianoche despegaba y volaba y volaba y volaba hasta la madrugada, / y Lorena, que soñaba que su novio era un lobo / y se pasaban las noches enteras aullando bajo la luna llena, / y Adelaida, que soñaba que respiraba debajo del agua / y se hacía una pulsera de perlas marinas / y además era íntima amiga de los delfines y las focas y las almejas y las gambas, / y Renata, que soñaba que la tierra era cuadrada / y se iba de paseo por otras galaxias, / y Fidel, que soñaba que le tiraba una pedrada al rey de España". A menudo la carcajada y la lágrima son vecinas en los dominios de Pla, que en esta versión en directo, por supuesto, cambia la letra a su antojo.

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