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CARLOS BENITO
Viernes, 18 de octubre 2013, 09:13
Ahora que los años 20 están a la vuelta de la esquina, parece un buen momento para recuperar los anteriores años 20, los del siglo pasado, esos que se ganaron el adjetivo de 'locos' por su clima mental de optimismo y confianza en el progreso. Al menos, en los grandes centros urbanos del mundo civilizado, claro, porque era allí donde se podía experimentar aquella vigorizante mezcla de nuevas tecnologías -el coche, el teléfono y el cine empezaban a ser cosa común-, rápido crecimiento económico y músicas sorprendentes, como el swing y su estimulante parentela. Curiosamente, la embajadora de los años 20 que llega estos días a Bilbao no viene de Estados Unidos ni de Gran Bretaña, centros neurálgicos de aquella fiebre vitalista, sino de Rumanía, que no es el primer lugar que vincularíamos con dicha época de efervescencia. Pero las afinidades no entienden de fronteras, y Alice Francis, que para rizar el rizo es hija de tanzano, se siente fascinada desde hace años por aquel periodo desinhibido e ilusionado que acabó estrellándose en la Gran Depresión.
"Ha permanecido en la memoria como un tiempo dorado, glamuroso, aunque por supuesto solo fue así para una determinada clase social. Reinaba el lema de que la vida entera era una fiesta, y eso me gusta -ha explicado Alice a la revista 'Blonde'-. Cuando estamos de gira, nuestra vida se rige por ese mismo lema". Alice adora la moda de la época, con su joyería 'art déco', sus tocados de plumas y sus vestidos de flecos, colecciona radios de entonces y reivindica la figura de las 'flappers', aquellas jovencitas desafiantes que se enfrentaron a las convenciones y se dedicaron a fumar, conducir automóviles, cortarse la melena y bailar jazz. Y, por supuesto, está enamorada de la música de hace casi un siglo, hasta el punto de bautizar su estilo como neocharlestón.
Eso sí, hay que destacar el prefijo 'neo', porque la vocalista rumana, que reside a caballo entre su país y la ciudad alemana de Colonia, hibrida ese ritmo venerable con la tecnología contemporánea. Sus acompañantes habituales son el productor Goldielocks, que se ocupa él solito del sintético fondo instrumental, y el corista coreano Sir Chulmin-Yoo, con su voz multiplicada a través de la electrónica. Su álbum de debut, 'St. James Ballroom', presenta el resultado, una colisión de charlestón, electro y hip hop, próxima a la pujante escena modern swing, en la que la propia Alice acierta a identificar "un poco de Josephine Baker, un poco de Eartha Kitt y un poco de Eminem".
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