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Pintada contra la tortura en una calle del País Vasco. /Fernando Gómez
Torturas y violencia política en Euskadi
ARCA DE NOé

Torturas y violencia política en Euskadi

La Iglesia vasca fue la primera institución que denunció los malos tratos y en Sudáfrica un obispo presidió la Comisión de la Verdad

PEDRO ONTOSO

Miércoles, 9 de abril 2014, 18:58

En los años sesenta la juventud vasca cantaba el 'Itziarren semea' como un símbolo de la lucha contra el franquismo, que servía, al mismo tiempo, para reforzar la identidad como pueblo. Un episodio de torturas inspiró aquella canción que socializaron Pantxoa eta Peio, acostumbrados a poner música a los textos de Telesforo de Monzón. Ahora se ha desempolvado aquella canción y ha sido recuperada de las fonotecas para 'vestir' y ambientar la iniciativa de la Secretaría para la Paz y la Convivencia para esclarecer los casos de tortura desde 1960. Justo cuando a Jonan Fernández y a Urkullu les estalla la polémica sobre las víctimas de ETA y las prioridades del Ejecutivo en esa materia tras el cese de Txema Urkijo, un referente del movimiento Gesto por la Paz.

La tortura es la más abyecta de las acciones que puede llevar a cabo un persona. Hay que erradicarla de todo el planeta, que no necesita ni 'guantánamos' ni 'cárceles del pueblo'. 'Itziarren semea' ('El hijo de Itziar') se compuso tras las torturas de que fue objeto Andoni Arrizabalaga, vecino de Ondarroa, que se convirtió en el primer amnistiado de pena de muerte pocos años antes de morir sepultado por un alud en el Mont Blanc. Su hermano Jon también denunció malos tratos. Lo ha vuelto a ratificar ahora con ocasión de la causa abierta contra el capitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas.

Entonces la Iglesia vasca estaba muy fracturada y había sacerdotes que se habían implicado en la lucha antifranquista y en la defensa de "los derechos de los pueblos". También en Ondarroa, donde fue detenido el 30 de julio de 1968 el cura Imanol Oruemazaga y encerrado en la cárcel concordataria de Zamora, lo que generó un boicot a la Iglesia local. El obispo administrador apostólico de Bilbao era José María Cirarda, que cambió a todo el equipo sacerdotal. Trasladó a la villa pesquera a Emiliano de Iturraran, a Andoni Basterretxea lo trajo desde las misiones de Ecuador, a Pedro Omaetxebarria y a Jesús Garitaonaindia, rector de la basílica de Begoña hasta su reciente fallecimiento. El primero y este último recibieron una brutal paliza en diciembre de 1970 en la casa cural por parte de los autodenominados 'Guerrilleros de Cristo Rey', ultraderechistas, tras el encierro de un grupo de personas en la parroquia.

Andoni Arrizabalaga fue condenado a muerte en un consejo de guerra en 1969. Hubo gestiones en ámbitos religiosos para que Pablo VI recibiera a un grupo de madres de presos de ETA, entre ellas la del joven condenado, Miren Basterretxea. Viajaron a Roma pero no consiguieron que les recibiera el Papa.

Eran tiempos del régimen franquista y de estados de excepción. Muy en el inicio de la espiral. "En los tiempos de la dictadura muchos miraban la lucha subersiva de ETA con una cierta simpatía", ha reconocido el obispo Juan María Uriarte. En junio de 1968 se produjo el primer muerto de ETA, el guardia civil Pardinas. Sin Franco también hubo torturas. Y, al mismo tiempo, el mayor número de víctimas de ETA han tenido lugar en democracia, con casi una treintena de convocatorias electorales en las que los ciudadanos han decidido cómo gobernarse. El capitán Muñecas, si se prueban las torturas, merece la persecución de la justicia. Y el empecinamiento de ETA merece el reconocimiento del daño causado. Aquí no caben los sectarismos. La dignidad inviolable de la persona vale para todos. Uribetxebarria Bolinaga fue el carcelero de Ortega Lara. Tener a una persona secuestrada durante 532 días en un habitáculo bajo tierra de 3 metros de largo, 2,5 de ancho y 1,8 de alto también es una forma de tortura. ETA no ha seguido existiendo por los casos de tortura. Gesto por la Paz, hoy ya disuelta, al tiempo que denunciaba los crímenes de ETA lideraba campañas en favor de las víctimas de la tortura.

La posición contra cualquier conculcación de los derechos humanos tiene que ser netamente democrática. O somos capaces de lograr un relato mínimamente compartido y cimentado en todos los sufrimientos o nunca habremos saldado la cuenta con el horror. En 'La Piedra desechada', el filósofo Reyes Mate alerta de la tentación de las simetrías y la equidistancia respecto a todos. "Hay que decir de entrada que las víctimas se dan en todos los campos: entre republicanos y entre franquistas. Ha habido víctimas de ETA y de los GAL, y todas merecen la misma consideración. Quien ha entendido a una víctima entiende a todas. No puede ser que cada cual tenga sus víctimas. Quien entienda a las víctimas de ETA debería entender a las de los GAL y a las de la Guerra Civil. Pero hay que huir de las simetrías", escribe el investigador del CSIC, antes de concluir que no todos los muertos son víctimas. "No todos los sufrimientos son iguales, aunque todos merezcan nuestra solidaridad".

La Iglesia vasca fue una de las primeras instituciones que denunció la 'guerra sucia' y la aplicación de torturas. Aunque llegó tarde como otros estamentos a la hora de reconfortar a las víctimas de ETA, desde el primer momento reprobó los asesinatos de la organización terrorista y alertó sobre la violación de derechos humanos. Eso le valió acusaciones de equidistancia porque, al mismo tiempo, defendió la legitimidad de todas las opciones políticas, incluido el soberanismo vasco, que abrió también una brecha entre los partidos democráticos. En su libro 'La reconciliación', Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián, habla de la inhumanidad de ETA, pero se refiere también a que "la violencia de respuesta que ha traspasado el límite de los derechos humanos inviolables ha sido notable y en ocasiones visiblemente inhumana. Asi lo muestran, por ejemplo, los casos de Lasa y Zabala, las 99 muertes injustas que han provocado, los 746 heridos y un número indeterminado de ocasiones en las que se ha practicado tortura, sistemática en el periodo franquista y al menos esporádica en etapas más recientes".

José María Cirarda, que fue administrador apostólico de la diócesis de Bilbao en una de sus etapas más convulsas, y arzobispo de Pamplona y Tudela, denunció torturas ante el mismísimo Franco. Lo cuenta en su libro 'Recuerdos y memorias'. En una audiencia en septiembre de 1969, el prelado de Bakio trasladó a Franco "la gran irritación de buena parte del pueblo, porque era voz general que se aplicaban torturas y malos tratos a muchos detenidos en las comisarías de la policía". El dictador le interrumpió para decir que era "una calumnia". Cirarda le contestó: "Quienes dicen que la policía tortura a todos los detenidos, mienten. Pero mienten también los que dicen que no se aplica tortura a nadie". Cirarda tenía en mente las torturas que habían sufrido un sacerdote y dos padres jesuítas. Luego le describió en que consistía métodos de tortura como 'el quirófano' y 'el gusano'.

Comisión de la Verdad

"La verdad hace daño, pero el olvido mata". Con esta frase el obispo Desmond Tutu, de la Iglesia anglicana, arrancó el 16 de diciembre de 1995 la primera sesión de la Comisión para la Verdad de Sudáfrica, que el clérigo presidió por decisión expresa de Nelson Mandela. Sin ánimo de buscar paralelismos, tras aquella iniciativa había mucho pragmatismo político pero también mucha reparación en las víctimas para superar las profundas heridas del 'apartheid'. A pesar de los fracasos en las recomendaciones de aquella comisión y de la "enorme cantidad de asuntos pendientes" que quedaron, según recuerda ahora, veinte años después de la llegada de la democracia, Arianna Lissoni, directora de Historia del Public Affairs Research Institute de Johannesburgo. en el último Dossier de 'La Vanguardia'.

Es la hora de los expertos y la hora de los historiadores. En el libro 'El tiempo de las luces' Arnaldo Otegi se manifiesta a favor de la creación de una Comisión de la Verdad, aunque de carácter internacional, conformada por expertos de reconocido prestigio y con amparo de Naciones Unidas. A su juicio "aportaría una mirada más objetiva y más serena sobre lo ocurrido en nuestro país durante las últimas décadas. Además, nos aportaría una cosa fundamental para la convivencia democrática: toda la verdad, y por lotanto, la construcción de un relato integral y no parcial de lo ocurrido".

El profesor de medicina forense de la UPV Francisco Etxeberria ha asegurado que la iniciativa del Gobierno vasco no tiene nada que ver con una Comisión de la Verdad. Él es un gran experto forense, de acreditada trayectoria para dirigir un equipo científico. ¿Internacionalización? Jonan Fernández, director de la Secretaría para la Paz y la Convivencia, ya adelantó este proyecto en Estrasburgo al presidente del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa, Latif Hüseinof, y al relator especial de la ONU, Pablo de Greiff, que visitó Madrid recientemente, si bien no viajó a Euskadi como se le había pedido.

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