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MIRIAM COS
Lunes, 3 de febrero 2014, 23:43
Pese a la amenaza de lluvia y los fuertes vientos de hoy Bilbao no ha querido perderse la feria de San Blas. Cientos de personas se han acercado a la iglesia de San Nicolás para bendecir sus cordones y algún que otro caramelo, y así, según la leyenda, prevenir infecciones de garganta. Desde las ocho de la mañana una veintena de coloridos puestos se afanan en aprovisionar a los vizcaínos de cordeles y dulces. Rosquillas, macarrones -hechos a base de almendra y azúcar- y santiaguitos -los típicos caramelos de malvavisco- copan la plaza de la iglesia para deleite de los más golosos.
Mucha gente mayor y algún que otro joven se han querido acercar a la tradicional feria. Esther y sus amigas son asiduas a la cita. "Es una costumbre que viene desde sus aitites", aseguran. Y no solo compran cordones para proteger sus gargantas, sino que los adquieren también para toda la familia. No obstante, la crisis les ha llevado a renunciar a algunos caprichos. "Hemos dejado de comprar dulces. No está la cosa para derrochar", explica Piedad mientras hace cola para entrar a la parroquia y bendecir sus cordones.
Antxon y su familia, pequeños incluidos, tampoco han querido perderse la mañana de feria. Ha sido su estreno. "Antes nos los compraban nuestros padres. Ahora, como tenemos más tiempo para venir ya que no trabajamos, nos ha tocado a nosotros". Y es que aunque parezca una cosa de abuelos, las nuevas generaciones también se comprometen con San Blas. "Siempre nos hemos puesto el cordón, aunque a mí a veces se me olvida quemarlo a los nueve días y me dura hasta junio", explica Antxon entre risas. "Yo creo que surte efecto, mientras lo llevo no me pongo malo", añade.
Un día de beneficios
David Tejedor, mayorista de rosquillas, lleva toda una vida acudiendo a la plaza de San Nicolás con su puesto. Agradece que la fiesta caiga entre semana, ya que "aunque parezca mentira se vende más". Reza, además, para que, pese a las previsiones, aguante el tiempo y no llueva. Él y el resto de compañeros estarán, si la meteorología lo permite, hasta las siete u ocho de la tarde en pie de guerra, aunque a David con que aguante hasta las tres le vale. Según él, lo que más se vende son los típicos cordones, aunque el beneficio viene de los dulces. "Los cordones son una excusa para vender nuestros productos", explica.
Bendiciones
Frente al pórtico de la iglesia cientos de personas se agolpan para bendecir sus cordones, acción necesaria para que surtan efecto. Desde aproximadamente las ocho de la mañana, el párroco da una pequeña misa para consagrar cuerdas y dulces, cosa que repite durante todo el día cada veinte minutos. Ya dentro, respaldados por la figura del Santo, y frente a San Nicolás, los fieles preparan sus bolsitas llenas de cordeles de colores y caramelos, con la fe de que los males de garganta se marchen por la puerta de atrás hasta el año que viene. "No es una cuestión de fe, es pura tradición", explica una fiel durante el acto en la parroquia. Y no hace falta que lo jure. Mientras unos salen, otros entran, y los oficios llegan a empezar antes de que terminen de irse los anteriores bendecidos. Nunca un templo fue tan visitado.
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