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JUANMA MALLO
Jueves, 30 de enero 2014, 20:29
Adiós al sueño de la Copa. Destrozado. Derrumbado. ¡Boom! A pesar de igualar la eliminatoria en la primera mitad, de firmar un encuentro de buena factura, de ser mejor que un rácano Atlético, vigente campeón, el Athletic ha quedado eliminado del torneo del KO tras perder los dos choques. La Catedral ya conoce la derrota. Al partido trece, cayó. Fue Raúl García, ese hombre que tiene un 'don' para dañar al cuadro rojiblanco. Y luego remató Diego Costa. Se marcharon los bilbaínos por delante al descanso, con unas magníficas sensaciones, con la remontada al alcance de la mano frente a una escuadra, la de Simeone, que renunció al ataque, se la jugó a la contra, y siempre trabando el duelo. Sin embargo, nada más arrancar la segunda mitad, se produjo la diana del navarro. Había que anotar dos goles. Y surgió la precipitación, las prisas. Es cierto que lo intentó el Athletic, luchó, batalló, pero no llegaron las dianas, como tampoco había ocurrido antes en la portería de un Courtois magistral, excepcional, que evitó varios tantos en contra para el Atlético. Se evapora la Copa, adiós certificado por Diego Costa a falta de cinco minutos. La "ilusión" de Ernesto Valverde, "la mayor ilusión" del técnico, según ha confesado. Ha desaparecido contra el segundo clasificado de la Liga. Ahora queda ese cuarto puesto, la Champions, ese plaza que le daría al Athletic el título del mejor equipo de la otra Liga, esa que disputan todos los equipos a excepción del Barça, el Madrid y el Atlético.
A tumba abierta. Con la misma fuerza e intensidad que el agua que, en algunos tramos del partido, caía sobre San Mamés, sobre el templo inexpugnable del Athletic hasta que se plantó el Atlético en Bilbao. El cuadro de Ernesto Valverde ha salido a por todas, a por ese par de goles requeridos para voltear la eliminatoria, para despedir a los colchoneros y encontrarse la semana próxima con el Real Madrid en semifinales. Eso sí, primero se topó con un susto. Tremendo. 30 segundos de encuentro, y Diego Costa estuvo a punto de destruir el castillo elaborado por Txingurri para tumbar a los colchoneros. Mano a mano con Iago Herrerín. El hispano brasileño contra el meta rojiblanco. Y ganó el portero local, que adivinó la intención del volcánico delantero y le sacó su disparo con la pierna izquierda. Susto de los grandes, pero el guardameta, vestido de rojo sangre, reaccionó a la perfección a pesar de que el partido aún ni se había calentado.
Sin embargo, el Athletic no se ha amilanado. Había un plan. Otro contratiempo, se produjo, sin embargo, demasiado pronto: amarilla a Laporte -inmenso- por una falta al delantero del Atlético. Sin embargo, la locomotora bilbaína comenzó a entrar en acción. A calentarse. Herrera de cabeza animó a la grada. "¡Athletic, Athletic!". San Mamés se enciende por primera vez. Ánimos, como los que la afición había trasladado a la escuadra vizcaína ya en el hotel de concentración. Sabor a grandes noches. A esas que se quedan para siempre en el recuerdo. La hinchada estaba empeñada. Y los jugadores, los que tienen que ser los artífices de la historias, se lanzaron. Aunque el Atlético, diez jugadores en su campo, trató de trabar el partido, con un juego rácano, atrás, a la espera del contraataque definitivo, que matara al Athletic, los bilbaínos buscaron otro camino. Alternativas. Pero carecían de opciones. Cerradas las líneas colchoneras. Sin líneas de agua. A partir del minuto 23, los locales lucharon con ahínco. Iraola, Muniain, Susaeta. Un tiro desde fuera del área del internacional Sub'21, flojo, hizo reaccionar a un Courtois que salvó a los de Simeone de una goleada en la primera mitad. Ahí estuvo la clave. Si se hubiera marcado...
Aunque antes de que el belga surgiese, ya Rico, en el 34, controló un pase de Iturraspe fuera del área, bajó la pelota y se sacó un tiro raso, cruzado, que no parecía peligroso que se marchó fuera por una pizca. Casi nada. Unos milímetros. La grada, entregada. El Athletic, también. En un córner, sin embargo, Raúl García puso el miedo en los asientos. A un palmo se quedó el balón. Se podía haber adelantado un Atlético que había perdido a Filipe Luis en el minuto 10 por lesión. Poco después, Laporte, providencial, frenó una contra, un dos para tres. Y llegó el gol. De Aduriz. Cómo no, de cabeza. Lo había intentado Balenziaga varias veces desde la izquierda. Centros que no encontraban destino, o que se chocaban contra el defensa rival. Hasta el minuto 42. Le cede la pelota Muniain. El guipuzcoano efectúa un pase de libro, y el ariete donostiarra salva la salida de Courtois, el salto de Godín, y marca. Estalla La Catedral. Eliminatoria igualada. Quedaba tiempo para el segundo. Mucho tiempo. Pero casi llega de inmediato. Pero el portero belga, ese al que Mourinho desea en el Chelsea y por el que Simeone pagaría "26 millones" -quizá se queda corto-, salvó a su escuadra. Primero con un tiro de Iraola, al rechace de Aduriz. Dos paradones consecutivos. Y luego fue Rico el que se encontró con ese muro que para muchos ya es el mejor portero del mundo. Al descanso. Alivio para un Atlético acosado. Reposo para un Athletic que lo había dado todo, que disponía de la pelota, con el 74% de la posesión (el Atlético renunció a la bola). Mandó en el choque, y en el marcador. Faltaba el segundo.
No obstante, cambió la decoración tras el paso por los vestuarios. Arrancó mejor el Atlético. Sobre la portería de Iago Herrerín. Acumularon ocasiones los colchoneros, al mismo ritmo que el portero bilbaíno realizaba paradas de mérito, de quilates, que nada tenían que envidiar a las de Courtois en la primera mitad. A Diego Costa, a Raúl García... Sin embargo, en el minuto 54, en un rechace a un primer remate del navarro, se produjo el empate. Del exosasunista, ese hombre que marcó dos de los tres goles de la anterior eliminatoria del Atlético. Ese que casi siempre responde contra el Athletic. Podía haber hecho mucho más la defensa rojiblanca. La verdad es que Balenziaga le dejó solo en el área. Fallo.
Dos goles se precisaban. Restaban 35 minutos. A por la épica. A por otra voltereta. Hubo intentos. En principio, tímidos. Uno de Muniain que tira mal. De pena. Un balón que no se esperaba Rico dentro del área, que no acertó a rematar: en el rechace, Courtois cerró bien el hueco a Ander Herrera. Había ocasiones. Pocas claras. Había que activar al equipo. Sale Ibai, por Rico. Más mordiente. Luego Sola. Por un Susaeta desaparecido. Dos delanteros. A por todas. Pasaba el tiempo, y nada. Beñat al césped, por un exhausto Ander Herrera. No había manera. Una muralla amarilla, color de la camiseta del Atlético en La Catedral. Sin huecos. Pero San Mamés no se desanimaba. Cinco minutos, y la grada entrega. "¡Athletic, Athletic!". Pero anotó Costa. En otro mano a mano con Iago. No pudo el local detenerle. Adiós. No había nada que hacer. Despedida de la Copa. Y también a la imbatilidad de La Catedral. Pero queda la Liga, y el domingo viene el Madrid a San Mamés (21 horas). Ahora, a pensar en esa cuarta plaza, y con la cabeza bien alta porque los hombres de Valverde pelearon hasta el final.
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